Perfiles pergaminenses

Horacio Bianco, el hombre que con "Discobarba" hizo historia 


Horacio Bianco junto al recuerdo de “Discobarba” ese negocio tan emblemtico

Crédito: LA OPINION

Horacio Bianco, junto al recuerdo de “Discobarba”, ese negocio tan emblemático.

Su disquería, cuyo nombre surgió de la conjunción del rubro comercial y su apodo, acercó a Pergamino la música popular y se inscribió para siempre en la memoria de muchos. Fue vendedor ambulante, productor, representante de artistas, tuvo circo e incursionó en radio. Su testimonio resume la historia de un ser multifacético y emprendedor.

Horacio Ismael Bianco se define como "un vendedor ambulante" que hizo en la calle su oficio. Su apodo es "Barba", pero muchos lo llaman por el nombre que tuvo su negocio: "Discobarba", una conocida disquería de la ciudad que marcó una historia e instaló la música popular. "Voy por la calle y cuando escucho 'Discobarba' me doy vuelta", refiere en el comienzo de una charla llena de las anécdotas que delinean el perfil de un ser multifacético y amable, que supo reinventarse en mil actividades sin abandonar nunca su pasión por vender. Productor de teatro, representante de artistas, empresario de circo, comerciante, todo lo ayudó a transitar sus 68 años de vida en plenitud.

Hoy un problema en la vista lo alejó de las calles donde hasta hace algunos años vendía "música". Sin embargo, nada lo distancia de su vocación de tratar con la gente y disfrutar de la tranquilidad de su vida cotidiana rodeado por los suyos. 

Nació en Pergamino y creció en el barrio Acevedo, donde vive. Hijo de Juan e Irma. Y hermano de Héctor (fallecido) y Raúl. Su papá fue ferroviario del Mitre. Recuerda que siendo chico caminaba por las vías hasta llegar al sector donde su papá trabajaba para llevarle un sandwich. "Era una época de esplendor de la actividad ferroviaria, me gustaba mirar cómo se reparaban las máquinas a vapor", refiere.

Los recuerdos que guarda de su infancia son jugando a la pelota en "el campito de Chiclana", un potrero donde "nos juntábamos los vagos del barrio".  

Fue a la Escuela N° 4 y luego, por elección, al Hogar Monseñor Scalabrini, cuando la institución funcionaba en calle Vélez Sarsfield y Maipú. "Elegí ir porque me gustaba la vida religiosa", señala y cuenta que tomó su primera comunión en la iglesia San Roque en 1962.

La fotografía

Desde chico sintió inclinación por la fotografía y aprendió con Mario Rebottaro. "El me mandó a terminar la escuela de noche, así durante el día podía ayudarlo. Lo acompañaba a sacar fotos para las notas que salían en 'Pergamino entre 15 días'".

Fue integrante de la Peña Fotográfica, que funcionaba en el Club Gimnasia. Las reuniones se hacían los lunes y se organizaban salidas para sacar fotos. "Era otro Pergamino", resalta, como lo han mencionado muchos otros que han recorrido su vida con LA OPINION a través de esta página.

Afirma que desde siempre le gustó "la calle" y la conoce como la palma de su mano. Se rodeó de amigos siempre mayores que él. "De hecho, me dejé la barba para disimular mi cara de pibe", refiere.

Cerca de los artistas

"Mis primeros pasos laboralmente fueron como representante de artistas y también fui productor de teatro", menciona y reconoce que siempre le gustó la música: "Crecí con ella porque mi padre tenía colecciones de discos de tango. Compraba en 'La peña del disco' de 'Gucho' Quintero".

"Fui representante del Grupo Veneno", agrega. Y prosigue: "Con los hermanos Cores, en la época del teatro plantado -como se llamaba a los circos que se quedaban dos o tres años en un mismo lugar-, conocí a Guillermo Giullietti que tenía una orquesta y estuve muchos años como representante".

En una cronología un tanto desordenada describe otras experiencias: "Fui representante de Alfonso Amigo, de Compañía de Radioteatro. Lo conocí gracias a Penares, y me pidió información sobre circos que anduvieran en la zona, le marqué dos o tres y le fue muy bien. Tiempo después me lo volví a encontrar y en un gesto de agradecimiento me dio su carpeta para que lo representara".

"En la vida artística hice todo lo que me propuse, menos subirme a los escenarios", bromea y señala que si tuviera que definirse diría que es "un tipo multifacético".

"Con 'Tito' Rodríguez y Jorge Lomanto hice la representación de 'Un mundo de fantasía' en La Vieja Barraca. Fue un éxito; hacíamos tres funciones viernes, sábados y domingos", añade.

Su amor por el circo

En otro momento de la charla comenta que siempre sintió amor por la vida circense y de hecho se dio el gusto de tener un circo. En la década del 70 con su hermano Raúl sacaron una carpa a rodar, contrataron compañías y armaron el circo. "Estuvimos un tiempo, pero nos fue mal. Era puro mate cocido y tortas fritas y no veíamos mucha ganancia. En un pueblo nos iba muy bien y en tres, mal. Así que en la década del '80 volvimos, y al poco tiempo falleció mi papá, en 1981", relata. Para ayudar a su mamá salieron a vender ropa puerta a puerta con su hermano.

De la mano de la música

Menciona que su primera experiencia como vendedor fue de la mano de la música. "Tenía un amigo, Ramón Rodríguez, que tenía disquería en calle Merced. Se llamaba 'Cique', vendían libros y discos. Y en calle San Nicolás funcionó como 'Strauss'. Yo le ayudaba a atender en la sección de los discos".

"Después salí a vender discos por la calle; iba con dos cajas debajo del brazo, caminaba y caminaba. Después arranqué con los cassettes; él me daba para vender y me pagaba un porcentaje", cuenta. En un momento este amigo le comunicó su decisión de cerrar el negocio y lo impulsó para que abriera uno propio. 

La génesis de "Discobarba"

"Me acuerdo que cuando andaba vendiendo pasaba por Ameghino y Alsina. En la esquina vivía 'Tito' Naum y la hermana Adela. Le decía: 'Cuándo me vas a alquilar el local, turco' y me respondía: 'Ya te lo voy a alquilar'. Producto de ese diálogo un día salió la hermana y le dijo: 'Alquilalo así tenemos alegría en la cuadra'. Así nació 'Discobarba'", en la icónica esquina recientemente demolida.

"Abrimos en 1983", recuerda y confiesa que durante varios años la venta ambulante y el negocio convivieron hasta que la disquería creció. 

"En una época fuimos número uno en la venta de música de cumbia, moderno y chamamé", resalta. Por entonces se vendían discos y cassettes. 

Destaca la relación con los viajantes y los representantes de la industria discográfica con los que se relacionó. "En la década del '90 llegaron de Magenta y me ofrecieron la música de 'Ricky' Maravilla, 'Pocho La Pantera', 'Gladys, la bomba tucumana'. Fuimos los primeros que trajimos esa música en Pergamino, fue un furor. Otro proveedor nos trajo 'Amar Azul', cuando acá no se conocía".

Horacio tuvo la posibilidad de trabajar siempre con gente honesta que lo acompañó en el trayecto: "Cuando abrí trabajó conmigo una chica que venía de la familia del circo, Lina. En la época gloriosa estuvo Cristina La Torre y luego Sandra Velázquez".

A la par del trabajo comercial, con su sobrino Leo iban a pasar música en fiestas. "Teníamos escrito en la pared que pasábamos música en domas, fiestas, casamientos y festivales y como éramos tan conocidos, la gente nos contrataba".

Con emoción, comenta que el nombre del negocio surgió de la conjunción de su sobrenombre y los discos. Fue la combinación perfecta para dar vida a una marca que quedó impresa en la memoria de generaciones de pergaminenses que no solo iban a comprar música sino a escucharla a través de los parlantes que se instalaban en la puerta.

Siempre fue respetuoso de la competencia y entendió que el universo de la música tiene lugar para todos. "En ese momento estaba Discovery, y después Melody, pero que comercializaba más música internacional. Lo nuestro era todo para el pueblo".

Al hablar de la clientela destaca la fidelidad y señala que les servía mucho la publicidad en el programa de LT 35 Radio Mon: "El ritmo esperado". "Eramos auspiciantes y presentábamos la música en un espacio donde llevábamos todo lo nuevo".

Teniendo la disquería también incursionó en la radio. "En la década del 90 con 'Laucha' Méndez y Rubén Ghiotti, empezamos en Radio Centro el programa 'Prohibido para aburridos'. Luego, en Ilusión con 'Tito' Rodríguez y 'el Laucha' hicimos el programa 'La gallina bailantera'. Ahí también estaban Sandra Velázquez; un cómico de apellido Cuello; Chaparro y 'Lucho' Sigot. Otro programa en Ilusión fue 'Arriba los corazones'".

"También con 'Laucha' Méndez tuvimos un sello grabador que se llamaba 'Sol Industria Musical'. Me di todos los gustos, no me quedó tinta en el tintero".

Volver al origen

La disquería cerró sus puertas en 2002. Para entonces el mercado había cambiado y cualquiera grababa sus CD con una computadora en su casa. "Estábamos fundidos y no había otra alternativa, la crisis de 2001 nos terminó de matar".

"Unos años antes con mi hermano habíamos puesto una parrilla 'La posta del camionero' y realmente no nos fue bien y eso influyó sobre la disquería", menciona. Cuando cerró el negocio volvió a su primer amor: la venta ambulante. "Agarré el bolsito y seguí vendiendo".

"Primero hice un festival de folklore que se llamó 'Sol de Mayo' y después, hicimos otro en Ameghino y seguí vendiendo. Nunca me pesó el bolso porque siempre fui un vendedor ambulante", dice, orgulloso.

"Arranqué con dos o tres CD, tomaba pedidos y los entregaba. Un día me encontré con el bolso lleno. Logré comprarme una computadora que la manejaban mis sobrinos y Sandrita Velázquez grababa". Dejó de vender hace varios años y confiesa que extraña la calle. 

Rodeado de afectos

Horacio transcurre sus días en la comodidad de su hogar, rodeado por afectos verdaderos. Es soltero y no tuvo hijos. Sus sobrinos son: Patricia, Leo, Alejandra, Laura, Jimena y Juan Pablo. "Leo, a su vez tiene a Emanuel, Lucía y Rocío. Emanuel vive detrás de casa, y tiene a Agustín y Delfina somos varias generaciones".

Su núcleo afectivo se completa con los buenos amigos. Afronta las dificultades sostenido en ellos y en su familia. "Fue difícil ir perdiendo la vista, pero hay que poner fuerza de voluntad y seguir viviendo", afirma y esa convicción es el impulso para comenzar un nuevo día cada mañana. Añora la presencia física de sus padres y ese querido negocio que le dio tantas satisfacciones. Por lo demás, siente que está hecho. "Si pudiera volver atrás, me gustaría tener a mis viejos y la disquería", afirma y se contenta con recordar lo vivido, sabiendo que lo que hizo marcó una historia que sigue viva en quienes pasaron por "Discobarba", y en aquellos que alguna vez le abrieron las puertas para comprar lo que llevaba en su bolso. Casi siempre música, esa que tiñe el alma de las personas y transforma algo de la realidad para bien.


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