Perfiles pergaminenses

Hilda Antonetti: el compromiso con la educación y la vida de su comunidad


Hilda Antonetti de Rodríguez una vida dedicada a su familia y a la docencia

Crédito: LA OPINION

Hilda Antonetti de Rodríguez, una vida dedicada a su familia y a la docencia.

Ejerció la docencia durante cuatro décadas y hoy, ya jubilada, sigue manteniendo viva esa vocación que la llevó no solo a enseñar a leer y a escribir sino a impulsar proyectos transformadores. En lo personal, es una mujer inquieta y sensible siempre dispuesta a brindarse a los suyos.

Hilda Celina Antonetti de Rodríguez es conocida por su trayectoria docente y su don de hallar siempre el modo de hacer por los demás. Tiene 74 años y posee la elegancia de las maestras inolvidables. También, la sensibilidad de quienes jamás abandonan la mirada atenta hacia los otros. Recibe la visita de LA OPINION en la intimidad de su hogar. 

Nació un 15 de enero en Pergamino, y creció en el seno de una familia numerosa: "Mi mamá fue Ana Antonia Bruno y mi papá Juan Leandro Antonetti. Yo fui la décima de once hermanos", cuenta en el comienzo.

"Tuve una infancia muy feliz, andaba de brazo en brazo porque mis hermanos eran mayores que yo", menciona y agrega: "Cuando yo nací mi hermana mayor se recibía de maestra".

Se crio con ellos y con los vecinos del barrio Centenario, en Alvear y Balboa. Recuerda que sus hermanas que eran docentes daban clases particulares. Por esa razón la misma mesa en la que almorzaban, al rato se convertía en el espacio que acogía para el aprendizaje a los chicos que llegaban para hacer los deberes. Esa vivencia resultó inspiración y ejemplo. "Aprendí a leer y a escribir antes de ir a la escuela", destaca.

Con aquellas herramientas que le había dado su primera infancia, fue a la Escuela N° 77, hoy N° 53, y más tarde al Colegio Normal.

Su mamá fue ama de casa y tenía una máquina de coser a pedal que en algún tiempo había utilizado para trabajar. "Yo ya no la vi pedalear, pero su máquina estaba allí, porque se había dedicado a coser para talleres de costura. Mi padre siempre trabajó en tareas rurales y se jubiló en Agricultores Federados Argentinos".

Rescata el hecho de haber crecido en una familia muy humilde que se esforzó para que tanto sus hermanos como ella pudieran forjar un porvenir: "Fue gente de mucho trabajo, todos pudimos estudiar y armar nuestro propio camino. Mi padre, incluso, llegó a comprar un lote para cada uno y de ese modo todos accedimos a la posibilidad de tener la casa propia", agrega, en una consideración que marca la impronta de un tiempo en el que el esfuerzo y la dedicación marcaban las claves del buen destino.

"Siempre hicimos muchos sacrificios. Recuerdo cuando estudiaba, al Normal íba y venía caminando y regresaba a la tarde del mismo modo para asistir a las clases de educación física, o para ir a la Biblioteca a copiar de los libros porque en ese tiempo no había fotocopias", relata.

Una vocación temprana

Asegura que siempre quiso ser maestra. La actividad de sus hermanas había sido un espejo en el que ella misma se veía reflejada. Lo confiesa cuando menciona que "las veía que se preparaban para ir a dar clases, y yo anhelaba hacer lo mismo. A mi mamá siempre le gustó que fuéramos maestras y a mí, me apasionaba la docencia".

Fue integrante de la última promoción que egresó con el título de maestra normal nacional. "No comencé a trabajar de inmediato porque había muchas maestras. Yo me recibí en 1969 y comencé a ejercer en 1972", acota.

Recuerda que su primera suplencia fue en la Escuela N° 4. Luego estuve en la Escuela N° 17 y, así, fue recorriendo casi todas las escuelas. "La primera suplencia fue en tercer grado y después, durante muchos años, fui maestra de primer grado", refiere. Y describe que, con el regreso de la democracia, tuvo la posibilidad de titularizar sus horas. "Ese año hubo jubilaciones masivas y ahí titularizaron a todas las que teníamos cargos provisorios. Yo titularicé en la Escuela N° 42, donde trabajé durante tres años hasta que pedí el pase a la Escuela N° 53, donde estaba mi corazón, porque había sido como mi casa".

"Logré el traslado para cuarto grado, pero el viernes anterior al inicio de clases me avisaron que me iban a poner en primer grado. Así que once generaciones del barrio Centenario aprendieron a leer y escribir conmigo", menciona con orgullo.

Su preparación constante y su dedicación le permitieron ocupar distintos cargos: "Fui maestra, preceptora, secretaria, vicedirectora, directora y terminé como representante docente en el Tribunal de Clasificación N° 13. Tuve una carrera hermosa".

En una descripción de los lugares por los que pasó, señala que su primera suplencia en un cargo directivo fue en la Escuela N° 8, en reemplazo de María Catalano. "Después pasé como vicedirectora en la Escuela N° 53, donde mi hermana Elvira era directora. Ahí estuve cinco años y me fui a Guerrico como directora".

La experiencia en el pueblo

Afirma que al llegar a la dirección de la escuela primaria N° 20 de Guerrico, se encontró con una comunidad hermosa que le valió de sostén para impulsar distintos proyectos. "Todo lo que me proponía podía llevarlo a cabo, porque existía un pueblo muy comprometido con su escuela", destaca.

"Lo que más rescato es haber podido llevar adelante las gestiones para que pudiéramos tener el secundario en el pueblo. La gente firmó la adhesión al proyecto que formulé y pudimos concretar esa iniciativa".

"Me inspiró el hecho de que los chicos tenían que viajar a diario hasta Conesa para poder estudiar", agrega recreando con lujo de detalle cada una de las instancias de esa gestión. "Cuando pudo abrirse la secundaria, sentí una felicidad inmensa. Me ocupé de preparar cada detalle para recibir al director de secundaria y que no faltara nada".

Trabajó en Guerrico desde el 20 de marzo de 2000 hasta agosto de 2008 y guarda de cada día un recuerdo grato. Vuelve al pueblo de vez en cuando y se reencuentra allí con parte de su historia.

Un nuevo desafío, y un honor

Cuando se concretaron las elecciones para ocupar el cargo de representante docente en el Tribunal de Clasificación N° 13 tuvo el honor de ser elegida por sus pares para llevar adelante esa tarea. Fue una gratificación y un desafío. "Son los propios docentes los que eligen a ese representante, es una tarea que conlleva mucha responsabilidad", sostiene y recuerda que se votó en la Provincia y se impuso la lista de la Federación de Educadores Bonaerenses (FEB) con Claudia Prados. "Ganamos Pergamino, Colón, Rojas, Salto, Carmen de Areco y San Antonio de Areco con la lista de la FEB y tomamos la supervisión de las escuelas de la Región 13 que comprenden esos distritos. Fueron años de mucho trabajo".

Desempeñando esa función, se jubiló en 2018. Admite que fue una decisión que le costó tomar y reconoce que hasta el día de hoy extraña la tarea: "En el Tribunal hay gente maravillosa y el trabajo era armónico".

Un completo registro

Dueña de una memoria prodigiosa, posee anécdotas infinitas que fluyen en la conversación que transcurre distendida. Cuidadosamente, conserva un minucioso registro de fotografías de su paso por la docencia. Lo muestra y ese material, con un orden admirable, le ayuda a rescatar muchos recuerdos y preservarlos. "No sé qué pasará con cada álbum de fotos el día que yo no esté", se pregunta, como quien guarda un tesoro que hace tangible, cuestiones de inmenso valor.

Participar de las cosas

Le gusta participar de la vida de la comunidad. Su personalidad y la disposición a trabajar por los demás la llevaron a ser parte de distintos espacios. Durante treinta años fue parte de la Federación de Educadores Bonaerenses. "Aprendí de una maestra, Irma Piccinelli, y fui parte de una generación de docentes muy comprometidos", afirma. En el presente, solo participa de las actividades festivas que lleva adelante la FEB y siempre está atenta a cualquier necesidad que surja en ese espacio.

Participa activamente del grupo de la Capilla San Ramón Nonato: "La construimos con todos los vecinos, en la idea de tener una capilla en el barrio y lo logramos. Durante mucho tiempo dirigí la misa, hoy solo acompaño, dando paso a las nuevas generaciones".

En el presente además asiste al Centro de Jubilados del barrio Centenario, desde donde impulsa distintos proyectos.

Su principal construcción

Cada cosa que hizo fue posible gracias al acompañamiento incondicional de su familia. Desde hace cincuenta años está casada con Carlos Alberto Rodríguez. Tienen dos hijas y dos nietas: "Leticia (48) es secretaria de la Escuela Técnica N° 1 y trabaja en el Instituto Superior de Formación Docente y Técnica N° 5. Es mamá de Lucía (15) y Juliana (12). Milena (46) es soltera, profesora de Educación Física, y coordinadora del Programa Escuelas de Verano".

"Mi esposo fue joyero, en una época en que se usaba mucho el oro. Después trabajó en Somiza durante veinte años. Y más tarde tuvo imprenta. Luego de jubilarse, nos dedicamos a viajar y es lo que hacemos. Nos gusta mucho pasear, solos o con las chicas", expresa y asegura que el tiempo en familia es su mayor disfrute.

Inquieta y comprometida, siempre está dispuesta a aprender cosas nuevas. "Me gustan mucho las manualidades y me dedico a ellas. Me gusta bordar, tejer, hacer mandalas o atrapa sueños. También me gusta mantener mi jardín", añade.

La mejor cosecha

Sensible, aguerrida, constante. En cada lugar deja su huella, y también recoge frutos. Los afectos ocupan un lugar imprescindible en su vida y sabe construir relaciones perdurables. "La docencia me dejó muchos amigos. Hasta el día de hoy me veo con mis compañeros de primaria. Con los de la secundaria, nos reunimos todos los jueves y tenemos el grupo Sumate, que nació en la pandemia. Todos los meses destinamos parte de nuestro sueldo a comprar mercadería que donamos a Cáritas. Es una iniciativa solidaria que está abierta a cualquier persona que quiera participar. También con la gente del Tribunal sigo en contacto, y lo mismo con el grupo de la capilla".

Sin pendientes

Cuando la pregunta la convoca a hacer un balance, afirma con convicción que es de las personas que no se queda con nada pendiente. "Cada objetivo que me propongo, intento cumplirlo".

"Me llevo bien con el paso del tiempo y no le tengo miedo a la muerte", confiesa.

En el plano de los anhelos, desea que Dios le conceda la gracia de poder seguir disfrutando de la vida como en el presente. "Quiero seguir como estamos, compartiendo, rodeada de seres queridos, y viendo a mis nietas crecer felices".

"Ellas los lunes, miércoles y viernes almuerzan con nosotros y verlas estudiar, y pasar momentos con nosotros es lo más lindo de la vida. Que ellas disfruten de la casa como lo hacen, le da sentido a todo", expresa esta mujer a la que simplemente le gusta vivir y lo hace fiel a su esencia y a valores a los que jamás renuncia.


Otros de esta sección...
Tapa del día
00:00
15:42
Errores:  0
Pistas:  38

Tu mejor tiempo:
12:07
Registrate o Ingresá para poder guardar tus mejores tiempos.

Nueva Partida
1 2 3 4 5 6 7 8 9
Editorial
Funebres
Perfiles Pergaminenses
Pergamino
Farmacias de turno

LO MÁS LEÍDO