Perfiles pergaminenses

Roberto Dalby: un servidor público y un hombre del deporte que supo ganarse el respeto de todos


Roberto Dalby al finalizar su jornada laboral mantuvo una clida charla con LA OPINION

Crédito: LA OPINION

Roberto Dalby, al finalizar su jornada laboral mantuvo una cálida charla con LA OPINION.

Vive en Acevedo, donde es entrenador de fútbol infantil. Antes, fue arquero. Desde el año 2000 es empleado municipal. Ingresó como inspector de tránsito y actualmente está abocado al control de las cargas de combustible de la Patrulla Urbana. Ejerce cada tarea con responsabilidad, sabiendo que el trabajo es la llave que abre todas las puertas.

Roberto Dalby tiene 71 años. Desde hace más de dos décadas trabaja en el Municipio. Durante muchos años, en el área de Tránsito como inspector, y hoy en la Patrulla Urbana. Ama su tarea y aunque está jubilado, sigue en actividad. Además, es entrenador de fútbol infantil en su pueblo, Acevedo. Padre de cinco hijos y esposo de una mujer con la que compartió prácticamente toda su vida, ya que se conocieron siendo muy jóvenes, se casaron y conformaron una familia de la que se siente orgulloso.

Cuenta que creció en el Paraje Manantiales, donde vivió hasta los 12 años. "Allí hice la escuela primaria, en un establecimiento rural del que guardo hermosos recuerdos. Era la Escuela Nacional N° 153 que funcionaba en una estancia del señor Grunale. Llegaba en bicicleta o a caballo. Asistíamos alrededor de 20 chicos que teníamos una única maestra, que daba clases para todos los grados: Elsa Braga, se llamaba", relata.

Al hablar de su núcleo familiar primario, menciona a sus padres René "Pocho" Dalby y Nilda Draghi y también a su hermana María Haydée, catorce años menor. "A mis 12 años nos mudamos a Acevedo y ahí nos quedamos", refiere y rescata anécdotas de su adolescencia.

"A diario viajaba en el Tirsa hasta Pergamino para asistir al Colegio Nacional, donde hice el secundario", precisa. Y prosigue: "Después me fui a estudiar Agronomía a La Plata, pero al poco tiempo regresé porque comenzó la época de la subversión y se vivían momentos muy complicados sobre todo en las universidades. Hasta el día de hoy recuerdo las ráfagas de las ametralladoras que se escuchaban por las noches".

El trabajo en el campo

Tras decidir que no iba a seguir estudiando, comenzó a trabajar como contratista rural con su padre. "La naturaleza fue muy dura con nosotros, la piedra nos arruinó muchas cosechas, el tornado del año 90 nos terminó de desarmar todo y tomamos la decisión de cambiar de actividad, y pusimos en marcha un emprendimiento familiar dedicándonos a la fabricación de chacinados", cuenta y señala que trabajaban en ese proyecto, sus padres, sus suegros y su esposa. "Estuvimos abocados a esa tarea hasta 1996, después comencé a trabajar en el peladero de pollos de Guerrico, donde estuve hasta 1999", agrega.

El Municipio

Ingresó a trabajar en el Municipio en el año 2000. "Ingresé como inspector de tránsito y ya se van a cumplir 25 años que soy empleado municipal. Mi primer jefe fue Domingo Lauzzo y le sucedieron varios más. Con cada uno de ellos tuve siempre buena relación y siempre me tuvieron confianza".

"Mis jefes me valoraron mucho, entre ellos tuve a Horacio Gianni, Daniel Godachevich, Pablo Mazzei", enumera. Fruto del desempeño de su labor, obtuvo una categoría como coordinador de tareas con personal a cargo en el área de Inspección General y Tránsito y con el paso de los años fue ganando una estabilidad que valora muchísimo. "Estuve a cargo del sector de Alcoholemia y también trabajé en Nocturnidad, tareas sumamente complejas que exigen de mucha responsabilidad y dedicación".

Trabajó en Tránsito durante 13 años y siguiendo una sugerencia que le dio en su momento el jefe de la Patrulla Urbana, pidió el pase y cambió de tarea. "Al principio lo dudaba, porque en Tránsito yo no solo tenía la experiencia, sino que había establecido muy buena relación con mis jefes y con mis pares. Pero lo tomé como un desafío y seguí el consejo de Cenacchi y pedí el pase. Estoy en la Patrulla Urbana, un área de Seguridad, desde hace varios años".

Con orgullo cuenta que estando en el 108, recibió una distinción que le entregó el entonces intendente Héctor "Cachi" Gutiérrez. "Fue una satisfacción enorme, y cuando me entregaron la condecoración, estuvo toda mi familia. Son alientos que uno necesita", destaca.

En el presente, ya jubilado desde hace un año y medio, sigue en actividad, aunque con una tarea pasiva asignada por el intendente. "Me dedico al control de las cargas de combustible de los móviles de la Patrulla Urbana y de los móviles de la Patrulla Rural. Ya no participo de operativos", explica. Agradecido por lo que representa seguir en actividad, disfruta a diario de una rutina laboral que se inicia muy temprano a la mañana y continúa hasta el mediodía. "Después regreso a Acevedo, donde está mi vida", resalta.

Su familia

El centro de su vida es su familia. Está casado con Susana Martínez, a quien conoció cuando ella tenía 15 años y con quien comparte la vida desde que se casaron en 1981. Tienen cinco hijos, varios yernos y siete nietos. "Las chicas están en pareja y el varón es soltero", comenta al referirse a sus hijos: "Nadia está con Cristian; Erica con Nicolás, Karen con Francisco, Evelyn con Martín y Matías está soltero".

"Mis nietos son: Aurelia, Josefina, Santiago, Vitto, Olivia, Valentino y Sarita", precisa. Afirma con convicción que su familia es el mejor regalo que ha podido darle la vida. También una construcción a la que dedicó tiempo. "Soy muy familiero, los domingos el lugar de encuentro es mi casa, disfruto de recibirlos, no hay recompensa mayor".

Comenta que dos de sus hijas son fonoaudiólogas y destaca que todos han logrado construir una "linda vida", cada uno en lo suyo está bien y eso "da una tranquilidad enorme.". Con su esposa disfrutan de rutinas simples, les gusta la vida del pueblo. "Llego de trabajar, me gusta dormir la siesta, hacemos quinta, nos sentamos en la vereda a la tardecita a tomar unos mates y siempre aparece un vecino a conversar. La vecindad en el pueblo es hermosa, hay costumbres que por fortuna no se han perdido".

"Mi señora es una compañera increíble, nos hemos acompañado en las buenas y en las malas, hemos hecho sacrificios para que nuestras hijas estudiaran y para que cada uno de ellos forjara su camino", añade, complacido. "Erica y Karen fueron campeonas de atletismo, un deporte con el que recorrieron en país. Matías jugó al fútbol en Douglas, se probó en Independiente y ahora juega en el Club de Acevedo. Evelyn jugó al vóley con Erica, y mi señora jugó al vóley y al paddle", añade.

El deporte, pasión y un compromiso

En la vida de Roberto el deporte también ocupó un rol desde siempre. Representó una pasión y un compromiso. Durante 23 años fue arquero y desde que dejó de jugar, se dedicó a entrenar para categorías del fútbol infantil, una tarea que realiza en la actualidad.

"Jugué al fútbol desde chico. Comencé en 1968 en la cuarta división del Club Tráficos, viajaba todos los días desde Acevedo con Albuerne", menciona y refiere que siguió los pasos de su papá que también fue un gran arquero. "Le decían Poxipol, porque pelota que agarraba se le quedaba pegada a las manos de lo bien que atajaba mi viejo".

Dueño de ese espejo y con sus propios atributos, fue recorriendo su camino. "Teniendo apenas 15 años y antes de que comenzara el torneo oficial, en un certamen de preparación se armó el equipo de primera división, yo jugaba en otra categoría, algo le pasó al arquero suplente y me convocaron. En esas circunstancias debuté en primera. Soy un agradecido de que me hubieran llevado a mí".

"Cuando arrancó el torneo oficial, con un partido Tráficos- Compañía, me llevaron al banco de la primera como arquero suplente de José Luis Córdoba, un grande. El se lesionó y me tocó entrar. Nunca me olvido que un tal Sayago, de Capitán Sarmiento, me dio coraje. Terminamos uno a uno y no me hicieron goles", prosigue en un devenir de anécdotas infinitas que le dejó su paso por el arco.

Reconoce que fue parte de una generación que tuvo "grandes arqueros". Los menciona con nombre propio. Jugó hasta 1991. Se retiró teniendo 37 años y aunque asegura que sentía que "tenía hilo para más", el hecho de privilegiar otras responsabilidades familiares y laborales lo llevaron a tomar la decisión de dejar de jugar.

"Alterné en distintas categorías, estuve en Tráficos. Luego con Antonio Alvarez, me fui a El Socorro, donde jugué con grandes jugadores de Pergamino, cuando él dejó el club nos vinimos todos. Me fui a Guerrico, tuve de técnico a Alfredo Bonnano, Nazareno Elicabe y Amici. Estuve tres años y me vine a Sport con 'Baby' Colángelo, donde me retiré. Conocí a jugadores, técnicos y dirigentes muy buenos en el fútbol. Me olvidaría de varios si tuviera que nombrarlos a todos", relata.

El fútbol le regaló buenas relaciones y también, reconocimientos. "En 1990 fuimos elegidos con Roberto Prieto como los mejores del torneo, aún guardo el trofeo que me dieron. Nos eligieron por unanimidad los árbitros por la trayectoria y la conducta deportiva", cuenta.

Desde el mismo momento que dejó de jugar, comenzó a entrenar en las divisiones inferiores del club de Acevedo. "Hace 33 años que dirijo. El año pasado, la sub 12. Estuve como ayudante de primera con Ariel Gaglione y Martín Telechea, y dirigí siempre en las inferiores, en reserva y también en la sub 23 y en la sub 15", menciona. "Tuvimos la fortuna de ganar cuatro torneos, con la categoría 88 con Hugo Domínguez de compañero. Con la 89 solo, con los 91 y con la 94 en 2006".

Refiere con orgullo que varios de los chicos que pasaron por las categorías que tuvo a su cargo, al crecer terminaron debutando en primera. "Uno pone lo mejor, los forma para que sean buenas personas, buenos amigos, y si además juegan bien al fútbol, mejor", afirma en una apreciación que muestra la huella que le imprime a su tarea.

Un hombre agradecido

Sobre el final de la conversación y con tono de balance, se define como un hombre trabajador y agradecido. "En la calle hay gente que me para para mencionarme que alguna vez lo paré en un operativo y que siempre me dirigí a las personas con respeto. Esa es la mejor recompensa que un inspector y un servidor público puede recibir", afirma.

"Realmente me siento una persona afortunada. Tengo un trabajo que me gusta, me he ganado el respeto de mis jefes, actualmente de Javier Russian e Ignacio Doddi. Mis compañeros y la gente aprecian mi trabajo. En lo personal, tengo una familia que amo y me siento orgulloso".

"El trabajo me ha enseñado muchas cosas, una de ellas es el respeto. El deporte me ha enseñado lo mismo. La calle me ha enseñado a trabajar y siempre les digo a los chicos jóvenes, que no se vayan a los extremos, que jamás falten el respeto ni se traicionen. La confianza y el respeto son las llaves que abren todas las puertas". 

Con estas definiciones la charla concluye y cuando eso ocurre las consideraciones de Roberto giran en torno a aquellas cosas esenciales. "Soy un tipo de trabajo y muy familiero. Mi familia es lo que me da sentido a mi vida y mientras siga teniendo salud y pueda seguir trabajando, esa será mi causa, luchar por el bienestar de los míos", finaliza.


Otros de esta sección...
Tapa del día
00:00
15:42
Errores:  0
Pistas:  38

Tu mejor tiempo:
12:07
Registrate o Ingresá para poder guardar tus mejores tiempos.

Nueva Partida
1 2 3 4 5 6 7 8 9
Editorial
Funebres
Perfiles Pergaminenses
Pergamino
Farmacias de turno

LO MÁS LEÍDO