Perfiles pergaminenses

Rubén Avilez, un hombre que de la mano de su espíritu emprendedor forjó su destino


Rubén Avilez trazó su Perfil Pergaminense en dilogo con LA OPINION

Crédito: LA OPINION

Rubén Avilez trazó su Perfil Pergaminense en diálogo con LA OPINION.

Trabajó en el rubro de la construcción desde muy joven. Tiene una historia que es testimonio de superación y aprendizaje. Durante varios años vivió en Estados Unidos y vio con sus propios ojos el atentado a las Torres Gemelas. Dueño de un espíritu libre, ama la soledad, aunque es dueño de una rica vida social.

Rubén Avilez es un vecino de la ciudad que nació en San Nicolás el 25 de febrero de 1956. Tiene 68 años y durante algún tiempo vivió en el exterior, donde cosechó experiencias valiosas. Desde siempre es pintor de obra y actualmente trabaja de manera independiente en el rubro de la construcción. Su Perfil tiene la riqueza de los testimonios sencillos. Habla sin ruedos. Cuenta que nació en el seno de un núcleo familiar conformado por su mamá Delia y su papá Humberto, y cuenta que es el mayor de sus hermanos: Oscar, Carlos y Elsa.

Su primera infancia transcurrió en su ciudad natal. Llegó a Pergamino a los 6 años, cuando su familia se estableció en el barrio 9 de Julio, donde vivieron hasta el año 1963. Relata que su papá había trabajado en Somisa y aquí fue empleado municipal, también comenta que "en una oportunidad por una mala acción que cometió cayó preso". Cuando lo dice, señala que fue para su familia una experiencia difícil de transitar. "Yo era chico y vi a mi madre trabajar mucho y luchar por nosotros", expresa.

"Cuando mi padre tuvo que cumplir su condena nosotros nos mudamos a casa de una tía en el barrio 27 de Noviembre. Allí estuvimos hasta el año 1968", precisa.  "Tengo buenos recuerdos del barrio, recuerdo a los chicos de Borges, a los Rodríguez. También de mi primera infancia en San Nicolás conservo recuerdos lindos. Allí estaba siempre con mis primos. En mi época se jugaba al fútbol en los potreros".

"Reconozco que lo que ocurrió con mi padre fue bravo, yo tenía 6 años y me acuerdo. No tener al padre ni un juguete para el Día de Reyes era triste", señala y reconoce que en su vida fueron fundamentales sus abuelos paternos: Obdulio Avilez y Dominga Pinto. "Ellos nos cuidaron mucho", recuerda. Pero años después su padre regresó y su familia se instaló en el barrio Vicente López. "Yo tenía 12 años para entonces", agrega.

Trabajar desde chico

Rubén hizo parte de su escolaridad primaria en la Escuela N° 41 y terminó en la Escuela N° 1. "Comencé a trabajar desde chico. Mi primer empleo fue pintando obras de la mano de Alfredo Luccarelli, un señor que no tenía hijos y que para mí fue como un padre", menciona.

Durante un tiempo trabajó en Linotex y más tarde regresó a la construcción. "Siempre preferí trabajar por mi cuenta y salvo algunas experiencias, como las de haberme mudado a San Nicolás nuevamente en el año 1979 para hacer una experiencia en Ford Motors Argentina, siempre pude trabajar de manera independiente".

Irse al exterior

En el año 2000 tomó la decisión de irse a vivir a Estados Unidos. Reconoce que siempre fue un sueño para él viajar, poder volar, y experimentar un recorrido que le dejara aprendizajes significativos. Viajó solo, allí se encontró con su prima y el esposo que le tendieron una mano para establecerse. Vivió en Nueva Jersey, pero trabajó en Nueva York. Regresó a la Argentina en 2006. "Me fui solo, y después viajó una pareja que yo tenía, pero las cosas no funcionaron y seguí solo el recorrido", refiere.

No le resultó difícil insertarse laboralmente. "Estaba en el país de las oportunidades". "Siempre me había querido ir, lo había soñado desde chico. Fui peón cuando arranqué y luego me incorporé a compañías más grandes, siempre del rubro de la construcción. Para una compañía americana hice pintura de altura. Descubrí que los argentinos no tenemos nada que envidiarle a nadie, nos aceptan en todos lados y saben de nuestra capacidad de trabajo. Siempre me sentí bien recibido".

Tomó la decisión de regresar circunstancialmente. Vino con la idea de traer algunas cosas y volver, pero algunas restricciones que se fueron imponiendo en la economía Argentina condicionaron ese deseo. "Me fui quedando y nunca más regresé, pero no pierdo la esperanza de hacerlo algún día".

El terror ante los ojos

Estando en Nueva York vivenció el atentado a las Torres Gemelas. El relato de esa experiencia es conmovedor y muestra cómo alguien un día cualquiera en medio de su rutina de vida o de trabajo puede ser testigo de un hecho horroroso que marcó la historia del mundo para siempre. "Yo estaba a cuatro cuadras trabajando cuando cayeron las torres. No lo podía creer, y no sabía qué hacer".

"Yo trabajaba para una empresa americano-peruana, junto a otro compañero, cuya hija trabajaba en las torres. Fue tremendo. Porque además, solo por una cuestión de destino no estuvimos allí, ya que la compañía había sido contratada para trabajar en el piso 81 y por algunas cuestiones ajenas a nosotros el ingreso se había demorado. Después supe que no habíamos empezado a trabajar porque no habían conseguido terminar de organizar los papeles".

"Siempre se decía que en algún momento algo parecido a lo que ocurrió iba a suceder, pero nunca me imaginé vivenciarlo. Conocía las torres y eran hermosas, resultaba imposible pensar que podían desaparecer. Yo estaba retocando la pintura de una pared con un rodillo cuando el avión se incrustó en una de las torres. Tembló todo. Y me perdí, salí corriendo sin saber hacia dónde dirigirme. Tomé conciencia también de la soledad en esas circunstancias. Una cosa es contarlo y otra haberlo sentido en carne propia. Lo único que quedaron fueron ruinas, y al día siguiente la ciudad, a pesar de todo, volvió a la normalidad".

Su presente

Rubén vive solo. Es papá de Alejandra (49), a quien tuvo en su primer matrimonio. "Me divorcié de su mamá, estuve solo durante mucho tiempo y después tuve otra pareja, pero se desarmó y actualmente vivo solo y me llevo muy bien con mi soledad". Sigue ejerciendo su oficio, aunque está jubilado. Desde 2012 vive en el centro y está a gusto con su realidad. "Soy un hombre de muchas amistades. Tengo mucha vida social, participo de peñas y frecuento los bailes de Douglas".

Aprender de la vida

 En el plano de las asignaturas pendientes, regresar a Estados Unidos o haberse establecido en España y conocer Italia, aparece aún entre aquellas cosas que le gustaría realizar. "Tenía todo listo para viajar a España en 2010, pero sobrevino la crisis que afectó a ese país y me quedé".

"Ya no sé si será posible", reconoce. Todo lo demás que anhela tiene que ver con las cuestiones del trabajo y la posibilidad de emprender nuevos desafíos.  Confiesa y se define como un hombre de espíritu inquieto que ha sabido tomar de la vida las lecciones y los aprendizajes. Habla de esto sobre el final de la entrevista y vuelve sobre su historia. Así, menciona a su madre: "Ella fue una persona muy buena, que falleció joven. Fue quien me enseñó a respetar, a ser buena persona. Somos educados y trabajadores gracias a ella y a mis abuelos que me enseñaron que no había que tocar lo ajeno".

"Mi padre fue totalmente distinto, pero también aprendí de él. Por oposición, supe que el camino debía ser el del buen obrar. Tuve amigos que hacían cosas malas, pero ellos estaban en su vida y yo en la mía", prosigue.  "A mí, mis clientes me dejan la llave de su casa, eso no tiene precio. La confianza tiene un valor importantísimo para mí", destaca. Y agrega: "Siendo chico fue difícil tener a mi padre preso, pero eso también nos marcó un camino bueno, el de no hacer lo que él hizo", concluye, sabiendo que así se construye la vida, tomando elecciones que van forjando el destino.


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