Perfiles pergaminenses

Sergio Vergini: un referente de la canaricultura que ha sabido transmitir esa pasión


Sergio Vergini en el criadero donde est su pasión y parte de su vida

Crédito: LA OPINION

Sergio Vergini, en el criadero, donde está su pasión y parte de su vida.

Es criador de canarios desde su infancia. Tomó la posta de su padre y la pasó a su hija. Varias veces campeón nacional y mundial, es un claro exponente de lo que representa abrazar una actividad con dedicación y compromiso, y transformarla en parte imprescindible de su vida.

Sergio Luis Vergini es oriundo de Santa Teresa, provincia de Santa Fe. Vivió allí hasta que en el año 1986 en que se mudó a la localidad de El Socorro. Hijo de "Chichita" y Néstor, tiene un hermano menor, Fabián. Guarda hermosos recuerdos de su infancia y adolescencia. "Allá fui a la escuela y establecí mis primeros amigos, la vida luego me llevó a El Socorro y más tarde a Pergamino", menciona. Y cuenta que, ya separado de su primer matrimonio, en 1990 se estableció en la ciudad y comenzó a trabajar como colectivero en la línea de 'los rojos'.

Fue colectivero durante 10 años y luego de la segunda intervención quirúrgica a la que debió someterse los médicos ya no lo dejaron dedicarse a esa actividad. Eso le abrió otro camino que desde chico había comenzado a transitar: la canaricultura. "En verdad mi relación con los canarios se había iniciado muy tempranamente, mi papá criaba canarios en Santa Teresa y el 2 de abril de 1970, para mi cumpleaños, él me regaló las dos primeras yuntas", relata. Y prosigue: "Ya mi abuelo Juan también era criador, así que esta pasión viene de familia y pasa de generación en generación".

Actualmente, el criadero funciona en su casa. Con satisfacción, Sergio describe minuciosamente el proceso de la cría y el desarrollo de una actividad que compromete el cuidado, la dedicación y representa una disciplina reconocida en el mundo. "Es una actividad maravillosa la canaricultura, podría estar una vida hablando de ella porque la conozco como la palma de la mano y porque es algo que me ha enseñado mucho", resalta.

"En Pergamino no es tan difundida, hace poco me entregaron un reconocimiento en el Concejo Deliberante por la trayectoria en la actividad. Fue un orgullo, y una gratificación que recibí honrado, casi por sorpresa", comenta. "Yo tenía 7 años cuando comencé a criar canarios y jamás dejé de hacerlo. Podés tener una yunta o dos, pero si no lo sentís y no lo llevas en el corazón, es imposible criar canarios", menciona y reconoce que desde que se bajó del colectivo, intentó hacer de esta actividad su medio de vida. "Nunca aspiré a ser rico, pero sí me propuse que esta actividad me sirviera para vivir. Lo logré, pero supuso mucho tiempo, un enorme acompañamiento familiar, dedicación y también haber resignado otras cuestiones porque la cría es algo que demanda dedicación exclusiva", agrega. Reconoce que se subestima la actividad, pero explica que es un proceso riguroso y sostenido. "Sin el amor por lo que haces, es imposible".

Una tarea dedicada y apasionante

Sentado en la cocina de su casa, en la pausa natural de la conversación, se escucha el canto de esos pájaros. "Este año tenemos 200 parejas. Desde el 1° de septiembre y hasta diciembre están con sus crías. Son meses en los que no podemos ir a ningún lado, porque hay que atenderlos todo el día. "A los 7 días del pichón, hay que anillarlo, que es algo así como ponerle el documento de identidad. Nosotros anillamos para dos de las tres federaciones que hay en el país- para la Federación Ornitológica Argentina (FOA), y la Federación Ornitológica Criadores del Interior (FOCI)-", comenta. Y prosigue: "De enero a marzo, el canario cambia las plumas y de marzo en adelante se empieza a preparar para la competencia. Ese es un proceso importante, que requiere también de un cuidado exhaustivo. En abril y mayo se seleccionan los canarios, se determina cuáles competirán, se los separa y ahí comienza la preparación de ellos".

Resalta que nada de lo que realiza sería posible sin el acompañamiento incondicional de su familia y de algunas personas "esenciales". "Durante diez años en el criadero tuve la ayuda de un amigo, Roberto Molina. Y algo primordial es la alimentación de los canarios, y en nuestro caso, trabajamos con la empresa de semillas de Gustavo Patango".

También menciona que hasta hace unos meses contaba con el apoyo incondicional de su papá: "Pero ya se puso grande y dejó de ir al criadero. Se lo extraña por lo que sabe de canarios y porque esta actividad es parte de su vida", señala, conmovido.

El mundo de las competencias

En el plano de la competencia, explica que comienzan en junio y refiere que las hay locales, nacionales e internacionales. "La canaricultura es un deporte con jueces y roles establecidos", menciona y cuenta que varias veces tuvo la fortuna de ser campeón mundial y campeón argentino.

"En el último campeonato argentino compitieron alrededor de quince mil canarios. Había 200 blancos de toda la argentina. Nuestro canario resultó ganador, con la jaula 47, había sido anillado por mi hija Eugenia Vergini", destaca. "También fui campeón argentino de canarios amarillos, reservado, tercero, cuarto, quinto y sexto, algo que nunca más en la vida se va a dar", abunda.

 "Cuando ganas, no te pagan con dinero, se obtienen medallas y trofeos, incentivos que sirven para poder seguir", refiere y aclara que genera interés en muchas personas tener canarios campeones y los quieren comprar. "Me han ofrecido mucho dinero por alguno de mis canarios, pero uno se encariña, y en ocasiones, a pesar de cualquier buena oferta, es el corazón el que dice que no".

"El 2 de agosto de 2001 salí campeón del mundo. Repetí en 2011 con un cuarteto de amarillos intensos. En 2019 Eugenia salió campeona del mundo con un blanco dominante", enumera. Y reconoce que la canaricultura le ha dado innumerables satisfacciones. Es respetuoso de su actividad y la ejerce con compromiso. "Para presentar un canario en una exposición, tiene que ser una modelo en una pasarela, hay cuidados que tener y un trabajo silencioso y cotidiano".

 La entidad que lo nuclea

Actualmente es presidente de Roller Club Pergaminenses Unidos (RCPU), la entidad que nuclea a 39 socios y en el seno de la cual funciona además una proveeduría que es atendida por Cristian Selmi. "La institución fue creada el 2 de abril de 2000, vamos a cumplir 25 años", agrega recordando que la sede funciona en Montevideo y Marcelino Ugarte.

"Brunella Selmi, mi nieta que en unos días cumplirá 2 años es la socia más pequeña del club y socia de una de las federaciones. A la vez, la bebé más chica del mundo que obtuvo un campeonato". Observa que en los últimos años decreció la actividad producto de que resulta una actividad costosa y difícil de sostener en determinados contextos.

Sostiene que "la canaricultura cambió mucho con los años. Cuando criaba en Santa Teresa al canario le dabas alpiste, agua y huevo duro y no hacía falta nada más. Hoy, hay cuestiones que atender, medicamentos, vitaminas y alimento de calidad. Hay muchos cuidados que tomar para prevenir enfermedades y asegurar el cuidado de los canarios".

Que otros sigan

Quienes lo conocen saben de su pasión inagotable por los canarios. Es frecuente que los ofrezca generosamente, que divulgue eso que aprendió para que otros se enamoren de esta actividad que él abrazó siendo un niño. Siente un profundo amor por lo que hace y eso se traduce en la conversación y en su modo de vivir.

Experimenta la satisfacción de ver cómo la siembra dio frutos y lo reconforta el hecho de que su hija y su yerno hayan seguido sus pasos. "Tuve la suerte de que mi hija haya tomado la posta, lo mismo que mi yerno, e incluso la chiquita que anda de acá para allá aprendiendo".

Atraviesan épocas de mucha actividad. "Actualmente tenemos casi mil pichones y para mediados de diciembre, como todos los años, serán más de 1500, es un número importante que exige mucho trabajo a diario", refiere señalando que como familia de criadores ya están preparándose para nuevos desafíos, como el mundial que en 2025 se disputará en San Francisco, Córdoba.

Su núcleo afectivo

Cuando habla de su familia, lo invade una emoción profunda. Sergio es padre de tres hijos: Verónica y Enzo, de su primer matrimonio; y Eugenia, de su matrimonio actual.  "Verónica es soltera, vive con su mamá en Colón. Enzo está casado y es papá de Vitto (3), es ingeniero y vive en Buenos Aires. Eugenia está casada con Cristian Selmi y son los papás de Brunella (2) y viven con nosotros", comenta.

Se detiene al hablar de su esposa, Adriana Utz, a quien conoció en el año 1992, y con quien comparte la vida desde entonces. Asegura que sin ella nada de lo que logró hubiera sido posible: "Siempre digo que el criador de canarios no podría serlo si no tiene al lado, una mujer que lo acompañe y Adriana ha sido y es una compañera incondicional".

"Ella siempre trabajó en casas de familia y ahora se dedica a pasar tiempo con Brunella y a ocuparse de todo lo que sostiene nuestra vida", agrega, agradecido. "La canaricultura es una actividad que compromete a toda la familia, es imposible hacerlo solo", resalta y confiesa que producto de la dedicación que exige, durante muchos años relegaron otros placeres, como el de viajar. "Durante mucho tiempo no íbamos a ninguna parte, solo a Santa Teresa a visitar a mi mamá. En 2022 Eugenia y mi yerno me regalaron para mi cumpleaños un viaje a Mar del Plata para que conociéramos. Paramos en casa de un criador, Raúl Rey y su esposa Nelly, y fue hermoso. Ese mismo año, al regresar, celebrando las Pascuas, nos enteramos que Brunella venía en camino, y nos cambió la vida".

Sensible y sociable, asegura que tiene la dicha de "no tener enemigos". "Me escribe gente de todo el mundo, intercambio mensajes con personas que ni siquiera conozco personalmente, me consultan es muy reconfortante", recalca.  Le gusta el contacto con los otros. Es buen vecino y siempre está dispuesto a tender una mano. "Antes tenía varias peñas, incluso hubo una en casa 'la peña de los 12', pero fallecieron 8, y a los que quedamos nos cuesta seguir juntándonos".

"Soy un hombre que valora los afectos, y agradezco a la vida por la familia que tengo, mi hermano y su hija Fátima de la que soy padrino. No puedo pedir mucho más", resalta. Cuando no está cuidando a los canarios, se reserva tiempo para ir a nadar a la Pileta del Parque Municipal. No anhela mucho más que eso que ya consiguió. Acompaña a su padre en la vejez e imagina la suya haciendo lo que hace, criando canarios, pájaros que le han enseñado mucho del ciclo vital de la vida y le han mostrado el valor del esfuerzo y la dedicación sostenida. "Cuando imagino mi vejez, lo único que espero es poder vivirla ahí adentro", dice, señalando el criadero, "escuchando a los canarios y haciendo lo que pueda, viendo como los chicos siguen el camino, abrazando esta pasión que pasa, de generación en generación", concluye, conmovido.


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