Perfiles pergaminenses

Luis Ramírez: un hombre de Mariano H. Alfonzo fuertemente arraigado a su pueblo


Luis Ramírez una de sus tareas cotidianas es mantener la cancha del Club Argentino de Alfonzo

Crédito: LA OPINION

Luis Ramírez, una de sus tareas cotidianas es mantener la cancha del Club Argentino de Alfonzo.

Tiene 63 años y desde hace 30 trabaja en la Cooperativa Agrícola "La Unión de Alfonso". Además, es utilero en el Club Argentino de la localidad. Encontró en el atletismo y el ciclismo pasiones que lo llevaron a transformarse en un referente. Vive con gratitud cada logro y siente que le debe a su comunidad mucho de lo que ha conseguido.

José Luis Ramírez tiene 63 años. Toda su vida vivió en Mariano H. Alfonzo, el pueblo que habita con un fuerte sentido de pertenencia. Las dinámicas de ese lugar forman parte de su propia identidad. Lo siente y lo vive a diario. No se imagina estar en otro sitio y todos sus viajes han sido recorridos de ida y vuelta, para regresar siempre a su tierra. 

Desde hace treinta años trabaja en el sector Ferretería de la Cooperativa Agrícola "La Unión de Alfonso" y es el utilero en el Club Argentino de Alfonzo. Es deportista y muy familiero. Así se describe en el inicio de una charla en la que hace un recorrido por su historia de vida.

Cuenta que nació en el viejo Hospital San José y creció en el pueblo, donde sus padres se habían afincado al llegar de Entre Ríos. "De hecho, vivíamos en la zona del pueblo por entonces conocida como 'Villa Entre Ríos', porque allí se establecían los que llegaban de la provincia de donde eran mis padres", relata.

Su papá fue Santiago Ramírez y su madre es Elsa Gómez (87). "Somos seis hermanos, uno vive en el pueblo y los demás, en Pergamino", agrega.

Al hablar de su infancia, señala que fue a la Escuela N° 7. "Allí hice la primaria y hasta segundo año del secundario, después no seguí estudiando. Tuve que salir a trabajar al campo y dejé el colegio. Algunas veces me arrepiento, porque el estudio es algo importante, pero después entiendo que la vida, muchas veces, enseña tantas cosas como la escuela". Sus primeras experiencias laborales fueron en el campo haciendo "changas" y "en la cosecha como puestero". 

"Después trabajé en la Municipalidad, también fui sereno y hace treinta años que trabajo en la Cooperativa Agrícola 'La Unión' de Alfonso", añade en una enumeración que muestra que el trabajo ha sido fundamental para la organización de su vida. Sus rutinas son ordenadas. Es respetuoso de los horarios y honra sus compromisos. "Entro a trabajar a las 7:30, salgo a las 12:30, vuelvo a ingresar a las 14:00 y me voy a las 17:00", describe, sin que nada de ese ritmo le pese, al contrario, desliza que, aunque ya está cerca de poder jubilarse, aspira a poder seguir "si la salud lo acompaña".

La cancha, su otra tarea

Desde hace varios años, tiene otra actividad de la que disfruta a pleno. Es "utilero y canchero" en el Club Argentino de Alfonzo. Antes había sido jugador en esa institución y un seguidor incansable de los torneos.

"Yo jugué desde los 13 años hasta los 25 en el club, era marcador de punta derecho. Siempre me gustó el fútbol. Incluso hice una prueba en River Plate y también en Independiente, pero mis viejos no podían solventar ese gasto, así que me quedé en el pueblo", refiere.

Cuando dejó de jugar siguió vinculado al club, la actividad deportiva de los hijos y su vocación de colaborar en la vida de su comunidad, siempre lo mantuvieron cerca. "Yo veía que a pesar de todos los esfuerzos que se hacían desde la comisión, cuando se terminaba el torneo, la cancha dejaba de mantenerse y se transformaba en un baldío. Mi hijo juagaba en Racing, yo viajaba a ver los partidos, y veía como se mantenía el estadio. En otros clubes pasaba lo mismo y me preguntaba por qué en el pueblo no podía ser igual. Le plantee mi inquietud a la comisión directiva y, desde ese momento, soy encargado del mantenimiento de la cancha y las instalaciones".

El atletismo, una pasión

Cuando dejó de jugar al fútbol y siempre en paralelo a su actividad laboral, incursionó en el atletismo. Cuenta que fue "casi por casualidad" y reconoce que encontró en esa actividad y en el ciclismo, pasiones que abrazó con dedicación y compromiso.

"Preparábamos chicos para los Torneos Bonaerenses con el profesor Roberto Vitale. En una ocasión estábamos en San Antonio de Areco y se corría una maratón. Me preguntó si no me animaba a participar. No había llevado ropa, ni había corrido antes más que jugando al fútbol. Pero me animé, me prestaron zapatillas y la indumentaria, y ahí empecé. Sin darme cuenta, salí primero en mi categoría y regresé con mi primer trofeo", relata. Y prosigue: "Desde ese momento comencé a entrenar con disciplina. Empecé corriendo 5, 10 y 21 kilómetros. El profesor Foster me pasó algunas rutinas para prepararme para correr 42 kilómetros, las seguía al pie de la letra. Me iba corriendo hasta Pergamino, llegaba hasta el terraplén y regresaba al pueblo. Tengo cinco maratones de 42 y una satisfactoriamente ganada en mi categoría en Mar del Plata".

Hace casi tres décadas que abrazó esa actividad deportiva que aún realiza. Su último trofeo lo recibió hace apenas un par de semanas en San Andrés de Giles, donde participó de un duatlón. "Me encanta lo que hago, me dedico mucho".

Su familia, el sostén

Luis resalta que su familia es el pilar que lo sostiene. Desde hace cuarenta años está casado con Angélica Aristimuño, una mujer que conoció en el pueblo y de la que se enamoró. "Ella se dedica al cuidado de personas mayores y participa del grupo coral de la Casa de la Cultura de Alfonzo", menciona y con orgullo señala que "cada uno desde su lugar participa de la vida social del pueblo".

Tienen cuatro hijos: "Sebastián, que está casado con Marlen y vive en Pergamino. Andrés, casado con Micaela, que vive en Alfonzo; Joaquín, que es soltero; y Romina que está separada y también vive en el pueblo".

Es abuelo de tres nietos y de una que "viene en camino". Al hablar de ellos se emociona y necesita respirar hondo como para hacerse lugar en el pecho para contener eso que le producen. Hace una pausa y expresa: "Son lo más hermoso de la vida. La vida no siempre es fácil, muchas veces es dura. Pero llegan y se transforman en la mejor recompensa", expresa con el sentir de aquellos que saben disfrutar de esos amores a pleno. Sus nietos son: Martina, Máximo, Gina y Lupe que nacerá en poco tiempo.

"Mi familia representa todo para mí. Los nietos son un terremoto, y nos hacen más lindos nuestros días. Siempre están. Me gustan los domingos en familia y los cumpleaños en casa", refiere. Y reconoce que no es un hombre ambicioso en lo material. "No tengo auto, ni me interesa tenerlo, pero sí me gusta invertir en mi casa, tengo un patio, una galería y un parrillero, me dedico a generar esos espacios para poder disfrutarlos en familia"

Tiene la fortuna de tener muy buenos amigos y mucha gente querida. "El deporte y el trabajo me han dado eso. La amistad es una palabra especial y me siento afortunado", destaca. "Los fines de semana mis salidas son a alguna carrera. Mi señora me acompaña mucho, mis hermanos y mis hijos también van. Y allí están también los amigos. Esas carreras se transforman en la oportunidad para reunirnos y compartir buenos momentos", agrega, destacando que el atletismo es un deporte "muy especial" en el que la actividad de los deportistas se ve sostenida por "mucha gente que acompaña". 

Un camino provechoso

Al mirar hacia atrás, la vida le muestra un largo camino recorrido. Supo construir una senda provechosa en afectos y se construyó a sí mismo siguiendo sus ideales, sin perder nunca de vista las necesidades de su lugar y de su gente. Todo el mundo lo conoce, y lo aprecia. Eso no resulta un dato menor en estos tiempos. Seguramente, lo que recibe de su entorno, no es casual, sino más bien la cosecha de su siembra. Es un hombre siempre predispuesto a tender una mano. "Me pasa mucho con los jugadores que vienen de otros lugares, trato de que en el pueblo se sientan como en su casa".

"Si tuviera la fortuna de tener más dinero, lo usaría para ayudar más", reconoce. "Pero no tengo dinero, tengo otras riquezas", señala y se muestra gratificado. "Siempre agradezco el acompañamiento de las empresas que me ayudan en el deporte- Ciexa, Cooperativa La Unión de Alfonso y Club Argentino de Alfonzo- y la incondicionalidad de las personas que me alientan. Eso le da sentido al esfuerzo. Hay gente que me pregunta '¿Para qué competís si no ganás plata?', yo respondo, que no gano dinero, pero sí, otras cosas valiosas, como el reconocimiento, los amigos, y la confianza que depositan en mí quienes me acompañan"

Son tesoros intangibles que Luis honra con su comportamiento. "Trato de obrar bien, hay que honrar la confianza, cuidarla, porque si uno la traiciona, cae a un precipicio", expresa. Y al hacer un balance sin dudarlo afirma: "Tuve la vida que soñé, siempre quise tener una familia y la tengo, una casita, hijos y nietos. No puedo pedir nada más", expresa y agradece, dueño de una fe profunda que a diario pone en acto.

"Soy un hombre de fe. No voy demasiado a la Iglesia, pero rezo mucho. Cuando salgo a correr, rezo un padre nuestro, el credo y un ave maría y cada hora repito esas oraciones. La oración me acompaña en esos momentos de soledad. Y en ese rezo, pido por la salud de los míos y por mi salud, por el trabajo de todos, y por el bienestar. También pido perdón por los pecados del mundo y por mis propios pecados. Y fundamentalmente, agradezco a Dios por todo lo que me ha dado. Soy muy creyente. Desde que fui a catequesis en la Iglesia del pueblo, me quedó ese apego a la oración que me acompaña y reconforta", dice sobre el final este hombre que asegura que "Mariano H. Alfonzo" es "su lugar en el mundo", esa geografía en la que echó "raíces gruesas", esas que no solo hablan de un lugar de nacimiento, sino de la vida vivida allí y del futuro, que imagina feliz, haciendo siempre cosas por su pueblo.


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