Las pasturas constituyen el pilar esencial de la actividad ganadera, pero también sustentan a la fauna silvestre. Además, juegan un rol destacado en la preservación y rehabilitación de los suelos, ya que los ciclos de rotación entre cultivos y pasturas son indispensables para garantizar la sustentabilidad de los agroecosistemas. De igual manera, las pasturas revisten un carácter estratégico para las economías nacionales, ya que pueden ser establecidas en suelos que no son aptos para los cultivos de cereales y oleaginosas.
En Argentina, las pasturas cultivadas son un elemento fundamental en la alimentación del ganado. Sin embargo, en los últimos años, la expansión de la agricultura ha llevado a reubicar la ganadería en áreas con menor potencial productivo. Esta expansión de la actividad agrícola por todo el territorio argentino ha definido nuevos escenarios productivos para la ganadería, que exigen una intensificación en el uso de los recursos forrajeros y la disponibilidad de tecnologías específicas para la producción de pasturas en condiciones limitantes.
Valioso aporte genético
Para dar respuestas a las distintas exigencias que requiere hoy estos nuevos ambientes ganaderos, en las últimas décadas la Estación Experimental del INTA Pergaminoha llevado a cabo el mejoramiento en diversas especies forrajeras, para lo cual "la genética constituye una herramienta fundamental para aumentar la productividad y capacidad de adaptación de las pasturas a los escenarios ambientales fluctuantes", sostiene Mariela Acuña, quien junto a Agostina Affinito y un destacado equipo de profesionales llevan adelante estos trabajos de investigación y desarrollo.
En términos generales, los objetivos primarios de los programas de mejoramiento de especies forrajeras han permitido el incremento de la productividad total y/o estacional del forraje en relación con los requerimientos animales y las condiciones del ambiente.
Para escenarios altamente productivos, Acuña subraya que "se han logrado especies de excelente performance como Pasto ovillo (Dactilysglomerata), Raigrás anual tetraploide (Loliummultiflorum), Cebadilla criolla (Bromusunioloides), Trébol rojo (Trifoliumrepens), Trébol blanco (Trifolium pratense) y Moha de Hungría (Setariaitalica), capacesde mejorar la eficiencia en el aprovechamiento de nutrientes a través de una alta producción de forraje y semilla, una calidad forrajera sobresaliente y un adecuado comportamiento fitosanitario "
En tanto, para ambientes restrictivos o marginales "el propósito principal es evaluar la capacidad de adaptación, persistencia, producción de forraje y semilla, así como el desempeño ante estreses abióticos como salinidad, halomorfismo, sequía, anegamiento y la combinación de estos factores". En este caso, "las especies son Festuca alta (Festucaarundinacea), Raigrás diploide (Loliummultiflorum), Agropiro alargado (Agropyronelongatum), Trébol pata de pájaro (Lotus tenuis) y Trébol de color amarillo (Melilotusalbus)".
Por último, la profesional apunta que "el mejoramiento de las especies citadas ha sido principalmente a través del mejoramiento genético tradicional y, en algunas de las especies también fue abordado mediante el uso de herramientas biotecnológicas, como los marcadores moleculares, la selección asistida, y se están poniendo a punto protocolos para la transgénesis y edición génica, lo que permite aumentar la variabilidad genética y la eficiencia de selección en algunos caracteres específicos".