La denominada zona núcleo de Argentina es una de las regiones agrícolas más fértiles del mundo. Sin embargo, hay quienes apuestan fuerte a la producción de carne y atesoran en sus cabañas los más buscados reproductores bovinos de la región, que nada tienen que envidiarle a los del resto del mundo.
Hace varios años, cuatro cabañas de la región decidieron confluir en un grupo para compartir experiencias y buscar, en conjunto, la superación permanente. Alejandro Calderón (El Desafío), Pedro Jacquelín (La Puna), Juan Biscayart (La Marca) y Pablo Sorasio (La Esperanza) todos ellos pergaminenses- explicaron a LA OPINION los orígenes de sus cabañas, el presente y los objetivos planteados. Lo más cercano para todos ellos es la inminente Expo Rural de Pergamino, del 12 al 15 de este mes, donde todo el mundo podrá apreciar la excelencia genética de los productos de estos establecimientos.
El Desafío
"La ganadería fue parte de mi pasión desde que nací, porque mi padre tenía un rodeo de hacienda general y siempre fue una de las bases de la producción del campo, pese a ser ciento por ciento de aptitud agrícola", nos dice con sano orgullo Alejandro Calderón, dueño de la Cabaña El Desafio, ubicada a la vera de la ruta 178 camino a Bigand, a unos 35 kilometros de Pergamino.
Ese apego a la actividad lo llevó hace 34 años a comenzar con la cría de reproductores, con el propósito de darle mayor competitividad a la ganadería frente a la agricultura y, a la vez, le dé la posibilidad de una rotación que le permita sostener y mejorar la materia orgánica de sus tierras y poder así evitar la degradación que genera una agricultura permanente.
"Cuando vino el boom agrícola de los `90, me resistí a sacar las vacas del campo y empecé, casi jugando, comprando cinco vacas, y a partir de ahí el proyecto fue creciendo poco a poco, hasta llegar hoy a tener una cabaña de reproductores y la satisfacción de lograr el tipo de animal que requiere el productor ganadero de nuestra zona", cuenta con inocultable entusiasmo.
Fuerte apuesta al mejoramiento
El Desafío nació con la venta de reproductores Angus colorados y hoy Alejandro mantiene esa tendencia. "En aquel momento el Angus Negro respondía más a los sistemas americanos de confinamiento que al pastoril nuestro, fenotipo que con el tiempo fue cambiando, pero aun así decidí mantenerme con el Angus Colorado y hoy me considero satisfecho de haber tomado esa decisión porque tengo una gran demanda".
Potenciar las ventajas que ya tiene el Angus, como el nivel de fertilidad, la conversión de alimento y la calidad de su carne, fueron siempre sus principales objetivos. "Todo es mejorable y de hecho nosotros constantemente estamos renovando padres para inseminar buscando un reproductor que no solo dé un ternero en el rodeo en el cual va a ir a `trabajar`, sino que ese ternero tenga un mayor peso al destete, una mejor velocidad de engorde, entre otros factores que hacen a la producción de un reproductor y que, en definitiva, se traduzca en un resultado económico favorable".
Esta dedicación, que en menor o mayor medida es el denominador común en todas las cabañas argentinas, las ubica en los primeros escalones a nivel mundial. "Hoy estamos exportando nuestros embriones a muchos países, entre ellos EE.UU., país que le dio origen a esta raza, hacemos mucho por mejorar la calidad y esto está siendo reconocido en todo el mundo", concluye con satisfacción Alejandro Calderón.
La Puna
Otro gran ejemplo de dedicación y esfuerzo lo da la Cabaña La Puna, de La Punala S.A., ubicada al costado de la Ruta 8 llegando a Colón, con más de 60 años de trayectoria, aunque sus tierras atesoran una tradición ganadera que empezó mucho más atrás con un rodeo Shorthorn, la cría de novillos Holando y hasta haciendo quesos en el campo.
"Allá por la década del 60, mi papá compró unas vaquillonas Hereford, que fue mejorando con toros muy buenos de pedigree y ahí nació la cabaña, que fue creciendo con la generación de hembras propias, y más recientemente decidimos sumar al Angus ,atraídos por el gran crecimiento que fue teniendo la raza", recuerda Pedro Jacquelín.
Hoy La Puna sigue apostando fuertemente a las dos razas, con puros controlados y puros registrados, en todos los casos con inseminación artificial incorporando sangre nueva que sea élite y a la vez comprando toros de repaso, estrategia que le está dando excelentes resultados. "En Hereford estamos buscando un tamaño moderado, con lo cual se puede cruzar con Angus sin ningún problema, apuntando siempre al mercado de la zona, donde la gente quiere mejorar sus rodeos, y en Angus tenemos también un tamaño moderado que se adapta a las cañadas de Pergamino, pero que también responde cuando se le da una mejor alimentación", describe Pedro.
Genética de alto nivel
Hace más de 60 años que La Puna participa ininterrumpidamente llevando toros a La Rural de Pergamino, al tiempo que tiene una creciente demanda local. "En Hereford este año nos está yendo muy bien con la venta, solo nos quedamos con los reproductores que vamos a traer a nuestra exposición, y en Angus, si bien somos nuevos (este va a ser el tercer año que participaremos de la exposición local), también nos está yendo bien; evidentemente los productores ven los terneros que vamos logrando y reconocen los beneficios que trae aparejados la compra de un reproductor de cabaña", afirma satisfecho.
Vaya esto como ejemplo del nivel alcanzado por los cabañeros de Pergamino que se resistieron a decir "chau, alambrado" y apuestan fuerte a la ganadería. Una actitud que hoy capitalizan los productores locales, porque no tienen que hacerse 200, 300 o más kilómetros para comprar un reproductor de calidad.
También cabe considerar que el 30 por ciento de las tierras de Pergamino tiene como destino la ganadería, aunque de todos modos, como bien coincide en afirmar Pedro, "no es agricultura o ganadería, sino las dos cosas; demanda más trabajo, obviamente, pero a la larga vale la pena", concluye.
La Marca
Obviamente, no todos los campos de Pergamino son de excelencia y aptos para hacer una agricultura de punta y ante esta realidad la ganadería constituye una interesante propuesta integradora en pos de obtener sustentabilidad en los sistemas productivos. Esto lo tiene muy claro Juan Biscayart, hoy al frente de la Cabaña La Marca de Suc. Martín Biscayart, ubicada en Mariano H. Alfonzo, a unos 20 kilómetros de Pergamino, creada hace 25 años por su abuelo y su padre.
"Cuando sucede lo del viejo (por Martín), ya hace un par de años, nos replanteamos en familia cómo seguir y, la verdad, era una lástima no darle continuidad a esto que le había puesto tanto amor, tanta pasión y, por sobre todo, muchos años de trabajo", sostiene con emoción Juan. "Yo soy agrónomo y la ganadería me enamora cada día más a diferencia de la agricultura, y aquí estamos timoneando este barco tratando de respetar las tradiciones familiares".
La cabaña en sus inicios arranca con Hereford, pocos años después empieza a incorporar el Angus y hoy continua con las dos razas, dándole mayor importancia quizás al Angus, pero más que nada por una cuestión de mercado. "La verdad que el Angus ha avanzado muchísimo en nuestra zona de producción, hoy nos demandan más reproductores Angus que Hereford; de todos modos, conservamos un Hereford fuerte, muy difícil de lograr, que tiene muchísimos años de trabajo y si bien la demanda ha caído bastante, hay muchos aun en nuestra zona que, incluso teniendo Angus, nos compra reproductores Hereford para la producción de Caretas".
Dar a conocer al cliente la evolución genética de los reproductores es un valor agregado que las cabañas de nuestra zona han adoptado y La Marca no es la excepción, tal nos comenta Juan. "Consideramos sumamente importante darle al cliente la mayor información genética posible como peso al destete, habilidad materna, calidad de carne, entre otros datos que le permitan al productor saber que el reproductor que se lleva, le asegurará, en definitiva, la obtención de más kilos de carne por hectárea".
La Esperanza
Así trabaja el cabañero, poniendo todo para mejorar el nivel genético de sus reproductores, auto exigiéndose para lograr la máxima eficiencia. Y los resultados están a la vista. Lo podemos ver en Palermo o en cualquier exposición ganadera del interior, tal el caso de Pergamino que en pocos días tendrá su nueva edición, muy esperada por los productores de la zona y la región. Esto no es casual, la genética alcanzada en la Argentina nada tiene que envidiarle a la del resto del mundo. Por el contrario, fue y es impulsora del desarrollo ganadero de otros países, tal nos cuenta el pergaminense Pablo Sorasio, titular de la Cabaña La Esperanza, ubicada en Laborde, Córdoba.
Arrancó hace más de 30 años, básicamente con Brangus y Hereford y después fue mudando al Angus y hace más de dos décadas que esta raza tiene prácticamente la exclusividad, llevado por su creciente demanda, que comprende básicamente toda la zona de Córdoba y se extiende hacia las localidades de Alcorta, Wheelwright y Pergamino.
Hay mucho para comentar acerca de la eficiencia de esta cabaña, pero quizás lo más significativo para transmitir en este caso es que hace 15 años que se aboca a hacer reproductores de bajo peso al nacer. "Hoy es nuestra especialidad y para ello estamos seleccionando permanentemente, buscando esa necesidad del productor agropecuario que ha diversificado mucho su actividad y no puede dedicarle todo el tiempo a las pariciones, razón por la cual perdían muchas vacas y terneros por problemas de parto; un problema no menor que nosotros logramos disminuir sustancialmente generando estos terneros livianitos al nacer pero con un buen desarrollo final, con muy buena terminación", explica Pablo.
Argentina siempre fue un país que se caracterizó por la calidad de su carne y en La Esperanza también se pueden encontrar las causas, que bien sintetiza Pablo. "Una particularidad que está dada en parte por la alimentación, pero mucho por la genética; además, nosotros producimos animales que son adoptados en diferentes zonas y todos con buenos resultados".
Así es como Argentina es uno de los países de mayor genética de Sudamérica, un logro que nos lo fue comprado durante años por países limítrofes, como Uruguay, Paraguay y Brasil, y a muy bajo precio. "No pudimos retenerla porque, obviamente, venían a los remates y se llevaban lo mejor que había en la Argentina favorecidos por el tipo de cambio", explica Pablo dejándonos dos sensaciones encontradas: una de impotencia de no haber podido retener nuestro capital genético y otra de gran orgullo de contribuir al desarrollo y crecimiento de la producción ganadera, aun mas allá de nuestras fronteras.