Perfiles pergaminenses

Adriana Habbaby: la fonoaudiología y la pasión de buscar conocimiento y ponerlo al servicio de otros


Adriana Habbaby en la intimidad de su consultorio recibió al Diario

Crédito: LA OPINION

Adriana Habbaby, en la intimidad de su consultorio recibió al Diario.

Es una estudiosa incansable y cuenta con una nutrida trayectoria. Creó el Centro de Audiología y Audífonos. Desde hace ocho años forma parte del equipo que realiza en Pergamino implantes cocleares y su función es calibrarlos y encenderlos. En lo personal tiene una historia de resiliencia y valentía.

Adriana Nora Habbaby es conocida por su trayectoria profesional en el campo de la Fonoaudiología. Abrazó su profesión siendo muy joven y la ejerció con compromiso, entendiéndola como un brazo vital del equipo de salud. Sabe mirar a sus pacientes, tiene una capacidad de observación innata que le ha permitido desarrollar su tarea con habilidad y sensibilidad. Acaba de cumplir 60 años y tiene más de 30 en la profesión. Trabaja en su consultorio particular y además es docente universitaria. En su tiempo libre va a nadar, anda en bicicleta o en rollers, y tira al aro con su pelota de básquet. Además, pinta y guarda tiempo para viajar y estar en contacto con sus afectos. 

El diálogo en el que traza su Perfil sucede en el consultorio, ese espacio que define como su mundo. Nació en Arrecifes, donde sus padres trabajaban en la conducción de una conocida empresa del rubro textil. Su papá, Miguel fue un reconocido referente de la época de oro de la industria de la indumentaria. Su mamá, Marta Lagodiuk, tiene 83 años, trabajó a la par de él y lo acompañó siempre. "Ellos habían trabajado juntos en Annan, se casaron, y la empresa los trasladó a Arrecifes. Después, nos mudamos a Tucumán", cuenta Adriana que tiene tres hermanos: Fernando, Cristian y Ariel.

Refiere que regresaron a Pergamino cuando ella tenía 9 años. Desde chica aceptó con naturalidad las mudanzas y a los cambios de colegio. Lejos de ser eso algo negativo, representó para ella la posibilidad de establecer lazos afectivos en distintos lugares y desarrollar una capacidad de adaptación que le sirvió para la vida: "Hice el jardín de infantes en Arrecifes. Con 5 años ingresé a la primaria en el colegio Sagrado Corazón de Jesús en Tucumán; luego me pasé al Colegio María Auxiliadora; y más tarde, ya en Pergamino, continué en el Colegio Nuestra Señora del Huerto. El secundario lo hice en el Comercial".

Aunque le gustaba la contabilidad, al momento de elegir una carrera se inclinó por el campo de la salud. Le hubiera gustado ser médica, pero estudió Fonoaudiología. Cantaba en varios coros y con frecuencia sufría disfonía. "Reconozco que elegí la carrera tratando de entender lo que me pasaba, y descubrí una vocación".

"Antes de ingresar a la Universidad hice la carrera docente en el Instituto de Formación Docente y Técnica N° 5 y también estudié inglés", comenta y reconoce que esa formación le dio herramientas valiosas y además le permitió conocer profesores y compañeros de los que aprendió mucho. "Allí conocí a Susana Sharry, ella vio en mí una condición para la escritura y me dejó un legado: 'Vas a ser muy buena escritora si te dedicás', me dijo. Yo guardé sus palabras y me las llevé conmigo".

Comenzó sus estudios universitarios en la Universidad del Salvador y luego hizo la licenciatura. "Fui la primera de mi grupo en recibirme", refiere. Estudiando hacían prácticas y observaciones en hospitales. Así fue que llegó al "Cosme Argerich", un lugar que la acogió y en el que trabajó durante varios años, hasta que regresó a Pergamino.

"Viví 11 años en Capital Federal, pero sabía que quería regresar a la ciudad para ejercer. Eso hice. Aunque seguí viajando porque varios profesores me impulsaron a hacer el doctorado. Me doctoré en la Universidad del Museo Social Argentino teniendo 30 años, ya ejerciendo la profesión y siendo mamá", resalta.

Un largo recorrido

Ya establecida en Pergamino, se abocó a la práctica privada en el consultorio, el mismo en el que aún trabaja: "Este lugar ya estaba preparado antes de que comenzara a estudiar. Mi papá me preguntó un día si quería que hiciéramos una casa para mí, y yo le dije que quería el consultorio. Sabía a lo que iba a dedicarme", comenta.

Aunque se fue especializando, jamás perdió de vista la integralidad de la profesión. "Atiendo en el consultorio hace 34 años. Hago audiología, voz y habla en niños y adultos", cuenta y menciona que hace más de tres décadas creó en Pergamino el Centro de Audiología y Audífonos que funciona en San Martín 930.

En paralelo, trabajó en institutos, clínicas y recorrió varios pueblos como El Socorro, Acevedo y Conesa. "Trabajé en equipo con pediatras y otros profesionales. También estuve en los consultorios del Sindicato Unico de Trabajadores del Vestido".

Asimismo, se entrenó en audiología pericial y fue perito. Durante mucho tiempo trabajó en equipos de medicina laboral, junto al doctor Hugo Tamer. "Todo lo que se puede hacer en esta profesión, lo he hecho", recalca. Y abunda: "Siempre me gustó mucho estudiar y fui curiosa. Hice el posgrado en Auditoría Médica por el Colegio de Médicos de Junín y una diplomatura en Terapia Cognitiva Conductual. También hice auriculoterapia".

En el campo dirigencial, fue vicepresidenta del Colegio de Fonoaudiólogos de Pergamino. "Hicimos una buena dupla con Jorge Abal como presidente. Llevamos adelante una linda gestión. También integré el Consejo Superior del Colegio, en La Plata. Actualmente ya no tengo participación institucional, fueron veinte años de una tarea sostenida y muy voluntariosa".

En el presente trabaja en el consultorio y hace docencia en la Universidad Católica de La Plata y en la Universidad Católica de Salta. Desde hace ocho años integra el equipo de implantes cocleares. "Formamos ese equipo de trabajo con Federico Ramella, junto a otros profesionales como Ricardo Marengo. Empezamos a hacer implantes en Pergamino. Los médicos lo colocan y yo en el consultorio los enciendo y los calibro. Les devolvemos la audición a los pacientes. Empezamos con adultos y ahora estamos trabajando en niños. Es algo apasionante", describe esta mujer que asegura que su profesión le ha dado enormes satisfacciones.

La escritura

De la mano de su profesión y de su vocación no solo por adquirir sino por compartir el conocimiento, se reencontró con la escritura. En el año 2000 con la Editorial Médica Panamericana publicó su primer libro. Eso le abrió las puertas de Europa y Latinoamérica y tuvo la posibilidad de viajar a varios países para brindar conferencias y charlas. "De algún modo le hice caso a Susana Sharry y escribí. Libros de mi autoría tengo dos o tres, entre primeras y segundas ediciones. Y tuve el privilegio de que la doctora que fue mi tutora en una de mis experiencias en el exterior me convocara entre los 67 especialistas del mundo para escribir un tomo en su obra. También escribí en revistas científicas", resalta e intuye que el haber crecido en un hogar donde siempre hubo libros, marcó su vocación por la palabra. "Mi papá era un gran lector, yo le traía libros de la Biblioteca Menéndez y se los leía en una noche".

Una pérdida irreparable

Adriana se casó siendo muy joven con Cesar Prince, un hombre apasionado por la actividad agropecuaria, oriundo de Arrecifes. Enviudó a los 38 años, cuando su esposo falleció a los 34 en un accidente de tránsito. "Chocó con un camión de frente. En el lugar donde hoy funciona el Hotel Howard Johnson está asentado el peor recuerdo de mi vida", señala relatando su vivencia de ese instante trágico que modificó el rumbo del destino y la obligó a reinventarse junto a sus hijas. Es mamá de Marianela (32), que estudió Comercialización de Empresas y vive en Australia; Agustina (22) que estudia Agronomía en La Plata; y Victoria (21) que estudió Gastronomía y vive en La Plata.

"Cuando falleció mi marido, no la pasé bien. Las chicas eran muy pequeñas. Mis padres fueron un sostén. Y el Colegio Maristas me dio una mano muy importante que siempre agradezco", añade. Vivió su duelo con la entereza que tienen las personas que saben sortear la adversidad y rearmarse. "Mi carrera me empujó a seguir. Me dediqué a mi profesión y a criar a mis hijas", destaca.

Cuatro meses antes del accidente estaba invitada para ir a trabajar a Nueva York. "Me habían reclutado por mi formación. Tenía todo listo para hacer esa experiencia, pero sucedió lo peor y se frustró esa posibilidad, yo no tenía fuerzas ni ganas. Dos años después me llamaron para trabajar en Suiza, pero tenía que sacarles las nenas a mis padres y no pude hacerlo, así que me quedé trabajando, y aprendiendo porque la Fonoaudiología es una materia de estudio compleja, que requiere de mucha habilidad porque compromete muchas áreas".

Ricos aprendizajes y sueños cumplidos

En 2012 fue seleccionada como becaria por la Asociación Argentina de la Voz para viajar a Michigan a especializarse. "Fue una estadía de mucho aprendizaje en el campo de la voz y de la audiología", cuenta. Y agrega que "como broche de oro" para coronar su carrera en poco tiempo partirá al Hospital de Harvard a hacer una rotación en el servicio de Otorrinolaringología, Cabeza y Cuello de esa institución. "Es mi sueño más preciado", remarca y confiesa que fiel a su espíritu de búsqueda siempre fue construyendo el camino que la acercara a cumplir sueños y a indagar en aquello que quería conocer a fondo. "Mis sueños se fueron cumpliendo. Uno de ellos era conocer la primera fábrica de implantes que funciona en Australia y pude hacerlo. Antes me había ido al norte de Florida en Estados Unidos a ver el proceso de armado de audífonos".

Animarse a todo

En lo personal, cuando mira en retrospectiva se ve a sí misma como una mujer emprendedora que ha sido valiente. No es fácil ir tras los sueños, y alcanzarlos, habiendo sorteado pérdidas dolorosas y duras pruebas. "Siento que hice todo. No me quejo. El camino se me fue marcando, fui buscando, sin quejarme. Con tres hijas, trabajando mucho, pude salir adelante y me siento orgullosa de eso", reflexiona.

Por fuera de la fonoaudiología, le gusta pintar cuadros y lo hace con frecuencia. "Estuve en el grupo con Ricardo Juárez. Expuse mis trabajos en el Hotel Alvear, en el Centro Cultural General San Martín, en la Casa de la Provincia y tengo una exposición permanente en la Casa de la Cultura de La Pampa y en Uruguay".

 Es multifacética y autodidacta. "Tengo una capacidad de absorción del conocimiento y soy observadora desde chica", señala y cuenta que su tiempo libre está asociado al disfrute de pequeños placeres como nadar en la pileta del Parque Municipal, reunirse con amigas y pasar tiempo con su familia. Ama viajar, le gusta salir a conocer el mundo y traer aquí aquello que se pueda aplicar. "Los profesionales que ejercemos en el interior queremos que aquí las personas tengan todas las posibilidades de tratar su problema", refiere.  

Sobre el final, cuando observa el camino recorrido, se asombra de "haberse animado a tanto". Al señalarlo vuelve a ser un poco aquella niña que creció en la casa ubicada al lado de la fábrica. "Crecí sin miedos, como mi papá. Copié su vida, como un espejo", afirma y su memoria lo acerca: "El fue un hombre que triunfó por sí mismo. Es la herencia que llevo con orgullo", concluye, agradecida.


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