El contratista rural cubre el 70 % de las labores de siembra y aplicación de agroquímicos y el 90 por ciento de la cosecha; se ocupa de procesar el 90% de los forrajes conservados y el 100% de las tierras sistematizadas para riego y forestación, y cubre el 60% de la compra de maquinaria agrícola en nuestro país.
"La población mundial crece exponencialmente y con ella la demanda de alimentos, con lo cual es fundamental e imprescindible el papel que cada uno de nosotros hacemos para lograr una producción que esté a la altura de las circunstancias", nos comenta con entusiasmo Marcelo Churín, quien hace 40 años abrazó la profesión de contratista rural
Y su mirada no está para nada equivocada. Como detalla un informe del Ministerio de Agroindustria, la actividad del contratista, nacida con la mecanización del agro nacional, ha ayudado al logro y consolidación del desarrollo económico y social de las principales provincias agrícolas argentinas. Y es así como la profesión de estos agentes está presente en el cotidiano andar por las rutas y los caminos rurales de nuestro país.
"Somos contratistas puros, nuestro fuerte es la fumigación, aunque también disponemos de una sembradora neumática, y nos movemos por lo general en Alfonzo, pero vamos donde nos lleve el trabajo: Fortín Tiburcio, Junín, Arenales, Ferré, e incluso, estuvimos también trabajando en San Luis; andamos por todos lados…", comenta Churín.
Un modelo de alta eficiencia
Como sostiene la Federación Argentina de Contratistas de Maquinaria Agrícola, la gran profesionalidad les ha permitido desarrollar un modelo de alta eficiencia en la utilización de herramientas y equipos para la prestación de servicios rurales.
Es un sector que demanda máquinas de gran flexibilidad y adaptación a las diferentes situaciones que requiere la actividad granaria, aunque no siempre pueden renovar sus herramientas de trabajo. "Los precios se fueron por las nubes y se nos hace muy difícil la compra de nuevos equipos y, a la vez, tenemos que cuidar bien los que tenemos porque hoy los repuestos y cualquier rotura cuesta un montón...", advierte Sebastián Farroni cuya actividad se centra principalmente en localidades cercanas a Pergamino, como Acevedo, Guerrico, Mariano Benítez, entre otras.
Aun así, no se resigna en incorporar nuevas tecnologías para evitar que los altos costos que requiere el sólo mantenimiento del parque de maquinarias no recaiga en una pérdida de eficiencia. "La calidad y precisión en nuestras labores es un punto fundamental para un contratista y es ahí donde siempre apuntamos, echando mano a herramientas como la dosis variable de semillas y fertilizante o tener un mapa de rendimientos a cosecha, que nos permite bajar bastante los costos de producción", aclara Farroni.
Un paso adelante
Además de brindar servicios, muchos contratistas dieron un paso más y se animaron a producir sus propios granos mediante el arrendamiento de campos, lo cual también tiene sus riesgos.
"Si bien no requerimos de terceros para llevar adelante las labores de siembra y protección de cultivos e, incluso, la cosecha, es un costo que no podemos obviar a la hora de sacar los márgenes brutos", bien aclara Farroni y en este contexto, destaca que "en esa instancia juegan otros factores como el costo de los alquileres, los insumos y el precio del cereal, entre otros…", concluye.
Desde el primer día, el contratista viene experimentando procesos de cambio, al ritmo del crecimiento productivo y la evolución tecnológica, obligándolo a asumir desafíos constantes. Como bien sintetiza Marcelo Churín, "la adaptación es permanente y debemos considerar todo hasta la inteligencia artificial para no quedarnos en el camino".
