Economía y Agro

Nuevo enfoque en el manejo de malezas


El ingeniero Gabriel Picapietra del Inta Pergamino

Crédito: LA OPINION

El ingeniero Gabriel Picapietra, del Inta Pergamino.

A causa del uso indiscriminado de fitosanitarios surge la idea de un manejo integrado. En INTA Pergamino se trabaja en diferentes líneas de investigación que aproximen al manejo integral de malezas.

Las malezas representan la mayor amenaza biótica para los cultivos extensivos y desde el origen de la agricultura se han documentado diferentes estrategias utilizadas para su control sin lograr, hasta ahora, quebrar totalmente su resistencia.

En la actualidad, la producción bajo siembra directa y el uso del control químico como único método han configurado un escenario en el cual predominan malezas de difícil control, incluidas las malezas resistentes a herbicidas. Cabe señalar que una maleza resistente es aquella planta que, luego de aplicar un herbicida a la dosis indicada en el marbete, tiene la capacidad de sobrevivir y dejar descendencia, mientras que para el resto de los individuos, los susceptibles, este tratamiento resulta letal.

"El impacto de las malezas resistentes va mucho más allá de la dificultad en el control. Inciden en el financiamiento de los programas de investigación y desarrollo tanto públicos como privados, además de amenazar la sostenibilidad de los sistemas productivos, incrementar los riesgos ambientales y condicionar fuertemente la rentabilidad del sistema, aumentando los costos de control", puntualiza Luis Picapietra, integrante del Grupo Malezas del INTA Pergamino.

Cómo afrontar el problema

A causa del uso indiscriminado de fitosanitarios surge la idea de un manejo integrado. "El manejo integrado de malezas pretende reenfocar el problema y utilizar todas las técnicas posibles y los conocimientos existentes, en forma compatible con la calidad ambiental, para reducir una población de malezas a niveles tales que el perjuicio económico que produzca se halle por debajo de un umbral económicamente aceptable".

Para Gabriel, "este enfoque significa más que una simple rotación o alternancia de herbicidas; es necesario abordar en esta discusión los conocimientos interdisciplinarios, que incluyen saberes de la biología de la maleza, la relación con otras malezas, incluso el cultivo, su relación con plagas, enfermedades y depredadores, como así también la respuesta a todos los métodos de control disponibles y es por esto que el enfoque puede tornarse un tanto utópico".

Dada la complejidad de este concepto, desde el sector de malezas de INTA Pergamino se trabaja en diferentes líneas de investigación que aproximen al manejo integral de malezas y es ahí, precisamente, donde surge el estudio de la biología de malezas, que permite generar información para conocer la naturaleza de la especie, su capacidad adaptativa al ambiente productivo, la competitividad con los cultivos, la susceptibilidad a herbicidas y consideraciones para el manejo.

Capin, un caso de estudio

Con el objetivo general de generar información para contribuir a un manejo proactivo de capín y mitigar la resistencia a glifosato, se realizaron diversos experimentos en INTA Pergamino para evaluar germinación, emergencia, crecimiento y morfología, resistencia a glifosato, relación competitiva entre individuos resistentes) y susceptibles a glifosato y el control químico con herbicidas, con resultados más que elocuentes que Gabriel describe con inocultable entusiasmo.

"Los resultados experimentales mostraron que, una vez que las semillas de capín son liberadas, naturalmente alrededor de marzo, la dormición de estas persiste hasta cinco meses. Esto coincide con los cambios en la temperatura media del aire a finales de agosto, lo que significa un estímulo para germinar y emerger. A partir de ese momento, el nitrato que es una de las formas predominantes de nitrógeno en el suelo, es un promotor del aumento del número de semillas germinadas".

También se estudió que la temperatura media del aire mostraba un patrón reiterado a través de los años, con lo cual fue posible ajustar una predicción del inicio y la evolución de la emergencia en condiciones de campo. En ese sentido "se desarrolló un modelo matemático que estima cuándo empiezan a emerger las plántulas y cuándo finaliza este proceso, donde se observó que se completa una vez alcanzados los 1240 grados días, con un potencial máximo de 5500 plantas por metro cuadrado".

Las plantas pueden presentar diferentes hábitos de crecimiento modificando sus estructuras aéreas. En ese aspecto, detalla el profesional del INTA que "entre las variables medidas, se observaron individuos completamente aislados con un hábito de crecimiento postrado, con un diámetro máximo de hasta 220 cm y una producción de más de 32 mil semillas por planta, al tiempo que cuando crecen a una densidad de 300 pl m-2 los individuos presentan un hábito de crecimiento completamente erecto, con un diámetro promedio de 14 cm y una producción que ronda las 670 semillas por planta".

Finalmente, a partir de otros estudios que se fueron sumando Gabriel Pecapietra afirma que "se llegó a la conclusión que si bien es importante eliminar la presión de selección con glifosato durante el período de emergencia de capín, la elevada producción de semillas podría dificultar el manejo de esta maleza, al mismo tiempo que el cultivo de soja no interfiere de manera diferencial en la productividad de los individuos" y que "el desafío de reducir el estand de plantas es crucial para evitar que la población maximice su productividad y, principalmente, esto debería lograrse antes de la implantación del cultivo".


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