La camelina se posiciona como una excelente alternativa para el invierno.
El cultivo se cosecha en la primera quincena de noviembre.
El cultivo de camelina llegó para quedarse en la Argentina. Conoció los suelos de nuestra zona núcleo hace muy pocos años y no para de crecer en hectáreas gracias a la gran aceptación de los productores.
"Comenzamos a difundirla en Pergamino y la zona hace apenas tres años con la siembra de 400 hectáreas y desde entonces venimos ampliando aceleradamente la cobertura, al punto que en esta campaña vamos a cubrir unas 30.000 hectáreas con camelina" nos señala con entusiasmo Martín Beaudeant, gerente de producción de Chacra Servicios.
Las razones de esta expansión son muchas, "ocupa el lugar de un barbecho, no desplaza a otro cultivo de invierno, con lo cual tiene todo por ganar en aquellas rotaciones que durante parte del invierno quedan sin producir; se siembra en junio, se cosecha en la primera quincena de noviembre y deja buena materia orgánica para el cultivo siguiente, que puede ser soja o maíz en esta zona", sintetiza Martín.
Además, agrega que "su manejo es muy simple, dado que lleva una fertilización fosforada y nitrogenada al arranque, después un pre emergente y finalmente un desecante para cosecharlo; no tiene plagas ni enfermedades, y requiere un muy bajo consumo de agua"
El origen de la camelina es el norte de Europa y Asia, pero donde se "domestica" a la camelina para semilla es en Montana, EE.UU. y de ahí vienen las variedades que se están utilizando, por su excelente adaptación al clima y suelo de Argentina"
Propiedades de alto vuelo
Su elevado contenido en aceite convierte a la camelina en un insumo muy requerido por la industria aeronáutica a partir de las nuevas exigencias que rigen en los países desarrollados. "Tanto en Europa como en EE.UU. las petroleras están obligadas a cambiar su matriz energética dejando de usar combustibles fósiles e incluso aquellos biocombustibles derivados de cultivos utilizados para el consumo humano y animal, como el biodiesel que se elabora en base a aceites de soja, o el bioetanol de maíz, y comenzar a utilizar aceites de aquellos granos que no se usan como alimentos; entramos en una nueva era de empezar a certificar y demostrar todo lo que hacemos en la producción, para validar huella de carbono y emisiones, modalidad que le da a la camelina una oportunidad exponencial", remata el gerente de producción de Chacra Servicios.
"Son indiscutibles los beneficios de la camelina, un cultivo sumamente interesante y con mucho futuro en la Argentina", reafirma Cristian Tanoni, productor, ingeniero agrónomo y consultor de Acertagro Agropecuaria de Arrecifes. En la última campaña sembró por primera vez camelina y quedó muy conforme con la experiencia. "Hice 40 hectáreas y me fue muy bien dado que es un cultivo de reducida inversión, bajo riesgo económico y consume poca agua, además de los beneficios que otorga incluir otro cultivo a la rotación", reafirma.
En cuanto al planteo productivo, Cristian detalló que lo sembró en diciembre "como una alternativa a un barbecho largo" y lo cosechó en diciembre para hacer después un maíz de segunda, aunque aclara que "tranquilamente en vez de maíz uno puede sembrar una soja de segunda". Y yendo a los números, le cerraron muy bien. "Me rindió 16,5 q/ha y como no requiere altos dosis de fertilizante ni herbicidas, tampoco controles de plagas ni enfermedades, me dejó un muy buen margen bruto, comparable con el de un trigo de alto rendimiento".
Millones de hectáreas por ocupar
La proyección de siembra que tiene la camelina parece no tener límites. "Contamos por delante entre 10 y 15 millones de hectáreas para sembrar sin desplazar ningún cultivo, sino ocupando el lugar de un barbecho químico, o bien sembrándola en aquellas zonas que tal vez por pluviometría no deja hacer un cultivo de invierno", nos señala con sano orgullo Juan Ignacio Lavagnino, líder de desarrollo de producto de Dreyfus, otra compañía que la comercializa en la Argentina.
Esta compañía comenzó el año pasado a difundir el cultivo de camelina en la región junto a Camelina Company , empresa que la acompaña a nivel genético, con una paleta inicial de cuatro variedades adaptadas para distintos ambientes, como Entre Ríos, costa del Paraná, costa de Santa Fe, parte de Buenos Aires y especialmente para zona núcleo. El puntapié inicial lo dio con 5.000 hectáreas y este año está llegando a las 30.000, de las cuales un 30 por ciento están ubicadas en Pergamino y alrededores.
Negocio redondo
En lo que hace al negocio, las compañías que la comercializan en Argentina procuran que al productor no le quede nada librado al azar. Para formar el precio a cosecha se utilizan normalmente el valor de la soja en ese momento, de tal manera que el productor pueda tener referencia de un mercado totalmente independiente y transparente y no sea un precio arbitrado. Y, a la vez, se le suman bonificaciones por calidad y volumen.
"Sembré camelina por primera vez el año pasado sobre un rastrojo de soja; invertí la mitad de plata que para hacer trigo, porque la semilla me salió gratis y me rindió 17 q/ha con bajo costo porque le puse sólo 100 kg/ha de urea, mientras que para hacer un trigo hubiera necesitado 200 kg/ha", describe Juan Elustondo, ingeniero agrónomo, asesor y productor de Mariano H. Alfonzo. Y como conclusión destaca que "fue una linda experiencia haber sembrado camelina; sin dudas, es una buena alternativa de invierno".
En resumen, está demostrado que, desde el punto de vista agronómico como económico, la camelina se constituye para todos en un cultivo tentador, más aun teniendo en cuenta que el productor recibe la semilla peleteada y curada con fungicida totalmente gratis, sin ningún tipo de costo ni devolución; cuenta con el asesoramiento técnico de un equipo especializado durante el desarrollo del cultivo y tiene asegurada la venta por contrato del ciento por ciento de la producción.
