Editorial

Movilidad urbana: buscar un modelo sostenible


Los vehículos eléctricos son promocionados como una solución para la movilidad sostenible en las ciudades. Sin embargo, estos vehículos por sí solos no pueden garantizar una transición eficaz hacia un sistema de movilidad más sostenible, equitativo y económico. En lugar de ello, los gobiernos locales deberían debatir sobre el transporte público y aumentar las soluciones multimodales para promover nuevos comportamientos de los usuarios respecto a la movilidad. Así lo advierte la Unión Internacional del Transporte Público, una organización sin fines de lucro con sede en Bruselas, que acaba de publicar un informe sobre movilidad en los grandes centros urbanos.

Más de la mitad de la población mundial vive concentrada en las ciudades. El fenómeno también está presente en nuestro país, donde se puede observar que en los últimos años hubo un importante aumento en el número de habitantes en las zonas urbanas, lo que plantea el desafío de evitar situaciones caóticas en el sistema de tránsito y, al mismo tiempo, reducir los niveles de contaminación tanto sonora como ambiental.

Frente a este escenario, distintas organizaciones no gubernamentales vienen trabajando para generar conciencia sobre el daño al ambiente que provoca el uso masivo de vehículos particulares y, a la vez, promover el empleo de medios de transporte alternativos como la bicicleta que, dicho sea de paso, es una excelente aliada de la salud. En la actualidad, la bicicleta se ha convertido en una forma de transporte cada vez más popular en muchos países. A medida que las ciudades crecen y padecen los problemas del congestionamiento en el tránsito, la bicicleta ofrece una solución sostenible, eficiente y saludable para moverse en distancias cortas. En rigor, el ciclismo urbano es mucho más que una simple alternativa al auto o al transporte público. Es un estilo de vida que permite a las personas conectarse con su entorno urbano de una manera más natural y personal. Además, tiene múltiples beneficios para la salud y el medio ambiente, y sirve para fomentar la interacción con otras personas.

En muchos casos, la falta de un servicio público de transporte eficiente y de calidad hace que muchas personas opten por movilizarse en sus vehículos particulares, lo que agrava el problema de la contaminación. En algunos países desarrollados se presentó como alternativa para hacer frente a esta cuestión el uso de vehículos eléctricos. Sin embargo, la Unión Internacional del Transporte Público alertó que no necesariamente esa es la mejor salida. Luego de realizar estudios en seis ciudades (Ciudad del Cabo, Sudáfrica; Barcelona, España; Londres, Reino Unido; Budapest, Hungría; Países Bajos y Singapur), la organización internacional llegó a la conclusión que un congestionamiento en el tránsito con muchos vehículos particulares eléctricos sigue siendo un congestionamiento. Por eso propone aumentar las soluciones multimodales para promover nuevos comportamientos de los usuarios respecto a la movilidad. "Al impulsar una mayor adopción de vehículos eléctricos debemos tener cuidado de no estar alimentando involuntariamente las aspiraciones de tener un automóvil en propiedad", señala el documento publicado recientemente por la Unión Internacional del Transporte Público. "Un sistema de movilidad basado en vehículos eléctricos no aportará mejoras significativas para el grueso de la comunidad. No abordará adecuadamente el calentamiento global, la desigualdad, los obstáculos a la accesibilidad y la congestión, la seguridad vial, los costos para los usuarios y la sociedad, el ineficiente uso del espacio y la expansión urbana", agrega el informe.

Son cada vez más las ciudades que diseñan políticas públicas para garantizar un mayor bienestar a sus ciudadanos a través del desarrollo de infraestructura y el impulso de actividades más saludables como, por ejemplo, andar en bicicleta. Es que una ciudad contribuye a cuidar mejor la salud de los vecinos cuando sus calles invitan a caminar, andar en bicicleta o, simplemente, a disfrutar del tiempo al aire libre. Por el contrario, aquellas urbes donde no se promueve la actividad física, donde hay un uso exagerado de vehículos particulares que sobrecargan el tránsito y generan más ruidos y contaminación, son más altas las probabilidades de padecer alguna enfermedad. La actividad física diaria, en espacios urbanos más naturales y agradables, contribuye a una disminución en enfermedades coronarias y cardiovasculares. Además, las calles bien diseñadas, con espacios que invitan a permanecer en el lugar, ayudan a reducir el estrés. No es casual que en muchas ciudades actualmente se aliente el uso de bicicletas en lugar de los autos. Según los especialistas, pedalear regularmente todos los días, además de ayudar a quemar calorías, resulta muy beneficioso para la buena salud del corazón.


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