Editorial

Y si agarramos la bici…


En una imaginaria pirámide de la movilidad urbana sostenible, la parte más importante estaría conformada por peatones, luego seguirían los ciclistas, a continuación, el transporte público, la logística y el transporte de carga y, por último, los vehículos particulares. Pero en la mayoría de las ciudades éstos últimos figuran entre los más utilizados, pese a que son más costosos para moverse en trayectos cortos.

El Banco Interamericano de Desarrollo entiende que brindar la oportunidad de andar en bicicleta de manera segura y conveniente debe considerarse un elemento clave de las estrategias y planes de movilidad y transporte de ciudades en todo el mundo. Así lo advierte en su Guía para la Estructuración de Sistemas de Bicicletas Compartidas, publicada recientemente. En ese documento, la organización financiera internacional plantea que los sistemas de bicicletas compartidas son "una forma poderosa de consolidar el acceso a la bicicleta en las ciudades, e integrar el ciclismo en la red de movilidad más amplia".

Son cada vez más las ciudades del mundo que analizan las distintas alternativas para reducir la contaminación y facilitar el desplazamiento de las personas en las áreas más críticas, a través de medios sostenibles y de bajo costo. En algunas metrópolis, como París por ejemplo, las autoridades comunales decidieron apostar por las bicicletas e iniciaron la construcción de nuevos carriles exclusivos para ciclistas. En este caso, en dos años aumentó en más de un 60% el número de personas que optó por realizar trayectos cortos utilizando bicicletas dentro de la zona más transitada de la ciudad. La jefa del gobierno de Paris, Anne Hidalgo (una política francesa de origen español, miembro del Partido Socialista y desde 2014 alcaldesa de esa ciudad) propuso llegar al año 2026 con la totalidad de la ciudad adaptada con carriles especiales para circular en bicicleta. Algunos de nuestros lectores podrían observar que, por un sinfín de factores, ninguna de nuestras ciudades se puede comparar con la metrópolis francesa. Es cierto. Pero también es cierto que la bicicleta es un medio de transporte más accesible que un auto para uso particular y su costo de mantenimiento es muchísimo menor. En rigor, las autoridades de París promueven el uso de la bicicleta mediante el sistema de bicicletas públicas. Ya en 2007 pusieron en marcha una iniciativa, en distintos puntos estratégicos de la ciudad, con 10.000 bicicletas y 750 estaciones. Desde entonces y hasta hoy el sistema aumentó hasta llegar a las 20.600 unidades y 1.450 paradas. Lo bueno del sistema es que logró reducir el uso del automóvil particular (que muchas veces transportaba a una sola persona) y promover el transporte sostenible, con un promedio de ocho usos diarios por bicicleta y casi 10.000 kilómetros recorridos al año. 

La ciudad también cuenta con 370 kilómetros de carriles para bicicletas y se implementaron varias medidas para mejorar la eficiencia y sostenibilidad del sistema, como el ajuste de tarifas y el fomento del uso de tarjetas de transporte integradas. El éxito del sistema ha servido de modelo para otras ciudades de todo el mundo, demostrando el potencial de los sistemas de bicicletas públicas para reducir el uso del auto particular y promover, como se dijo, el transporte sostenible.

Volviendo a la Guía para la Estructuración de Sistemas de Bicicletas Compartidas, publicada por el BID, cabe destacar que esta publicación señala que los avances tecnológicos más importantes, y la bicicleta eléctrica, tienen la capacidad de aportar una gama de beneficios a la ciudadanía; sin embargo, para que esto se materialice, las ciudades deben estar preparadas para desarrollar distintas estrategias regulatorias mixtas requeridas para manejar desafíos tales como el uso del espacio público, el intercambio de datos y la seguridad vial.

Hablar del futuro de la movilidad urbana implica hablar del uso de la bicicleta como medio de transporte urbano, que ha experimentado cambios significativos en los últimos años, impulsados por una creciente conciencia sobre la necesidad de contar con opciones de transporte sostenibles y saludables. Si bien todavía en nuestras ciudades persisten algunas limitaciones que dificultan el mayor uso de bicicletas, es de esperar que se siga promoviendo el uso de estos rodados y se mejore la seguridad de los ciclistas.

A medida que las ciudades sigan creciendo, la necesidad de opciones de transporte sostenibles y accesibles será cada vez más importante, y es probable que la bicicleta desempeñe un papel clave para satisfacer esta necesidad.


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