Perfiles pergaminenses

Carlos Fanucchi, con su don de buena gente, marcó su impronta en el deporte y en la vida


Carlos Fanucchi en la intimidad de su hogar recibió la visita de LA OPINION

Crédito: LA OPINION

Carlos Fanucchi, en la intimidad de su hogar, recibió la visita de LA OPINION.

Jugó al fútbol hasta los 39 años y en su trayectoria deportiva siempre se distinguió por su rendimiento y disciplina. También presidió el Club Provincial. En lo laboral se dedicó al transporte de hacienda, actividad que sigue desarrollando y que le ha permitido forjar un buen destino para él y su familia.

Carlos Rodolfo Fanucchi nació el 16 de febrero de 1953 en Pergamino. Hace unos días celebró sus 71 años y vivió ese día como una ocasión para recoger frutos de una siembra afectiva que valora sustantivamente. El presente lo encuentra rodeado de familia y buenos amigos y eso lo hace dichoso. Laboralmente, y desde hace muchos años, se dedica al transporte de hacienda. Sus clientes, más que clientes son amigos. Fue jugador de fútbol y dirigente deportivo y en cada ámbito en el que se desempeñó marcó su impronta de responsabilidad y respeto hacia los demás, atributos que están en su personalidad. Asegura que es "autoexigente" y reconoce que en todos los ámbitos le gusta que las cosas "se hagan bien". 

La entrevista en la que traza su Perfil se desarrolla en su casa, está acompañado por su esposa, Stella Maris Michetti. La conversación transcurre en un tono amable y cordial. "Crecí entre el barrio General San Martín y el barrio Acevedo. De chico viví al lado del Tiro Federal, allí estaba la quinta en la que trabajaban mis padres que eran gente de campo", dice en el comienzo. Y menciona a sus progenitores: Ismael Fanucchi y Nélida Barbarito. También a su hermano mayor, Ismael. "Mi papá era arriero y mi mamá, ama de casa", cuenta y refiere que de ellos tomó los valores que abrazó para la vida. 

Fue a la Escuela N°41, y guarda hermosos recuerdos de su infancia. "Fue un tiempo muy lindo, desde muy chico trabajé. Teniendo 8 ó 10 años andaba a caballo con mi padre. Hacíamos trabajo de feria y arriando íbamos al matadero de Pergamino", describe.

El fútbol, su pasión

A los 12 años comenzó a jugar al fútbol en el Club Provincial. "Me inicié con Don Ismael Venini que me llevó a jugar, José Castañares era el técnico. Cuando me presenté, enseguida me ficharon. Debuté en la primera división de Provincial a los 15 años, y en el año 1976 pasé a jugar en Lucini, un club semi profesional; ahí estuve dos años. Mientras estaba en Provincial también integré la Selección de Pergamino, una experiencia muy linda. Después me fui a Unión de Carabelas. Más tarde jugué para la Selección de Rojas, estuve en Independiente de Rafael Obligado, en el Club Newbery de Rojas, y después regresé a Pergamino, me incorporé al Club Provincial y jugué un año en Compañía. Finalmente me retiré en Tráfico's, donde salimos campeones. Dejé de jugar al fútbol en 1987, a mis 39 años".

 Asegura que el fútbol siempre fue su pasión. Se reconoce hincha de Boca Juniors y de Provincial, aunque afirma que muchos de sus amigos son del Club Tráfico's, una institución que le permitió transitar con mucho acogimiento su último paso por el fútbol.

En una carpeta conserva cada uno de los recortes periodísticos que hacen referencia a su desempeño deportivo en su posición de 2 o de 6. También entrevistas que le realizaron y semblanzas que trazaron grandes periodistas deportivos sobre su comportamiento en la cancha y en el ámbito dirigencial. "Mi esposa armó esta carpeta que me ha acompañado mucho", resalta y también guarda la placa de reconocimiento que recibió por parte del Diario LA OPINION cuando lo premiaron por su labor futbolística. "En 1983 obtuve este premio que me entregó el Diario, Don Julio Venini me dio la placa", menciona, agradecido e insiste: "Siempre fue locura que sentí por el fútbol".

"También tuve una experiencia en Atlanta, estuve un tiempo en la pensión del Club. Pero si comíamos al mediodía no cenábamos a la noche. No podíamos entrenar y trabajar y aquí en Pergamino yo sí podía hacerlo, así que no dudé en volverme y seguir mi carrera acá".

El trabajo

En paralelo a la actividad deportiva trabajó desde siempre. "Cuando iba a la escuela trabajaba medio día en una carpintería. En mi casa no precisaban que yo aportara nada, pero a mí me gustaba tener mi propio dinero", refiere. En esta línea comenta que cuando salía de la carpintería que funcionaba en calle Lorenzo Moreno se iba en bicicleta hasta el complejo Lucini donde entrenaba. 

"Ahí conocí a José Picone, que era secretario rentado de Lucini, y jamás tuvo que descontarme nada por llegar tarde a la práctica. A pesar de que trabajaba, siempre me las ingeniaba para llegar a tiempo", señala y comenta que en ese tiempo su en su empleo ganaba 900 pesos por mes, para jugar en Lucini le pagaban un millón y medio. "Era un fútbol semi profesional de excelente nivel y descontaban 50 pesos a quienes no cumplían los horarios porque, así como te recompensaban, también te exigían".

Cuando dejó la carpintería comenzó a trabajar con su padre en el traslado de hacienda. En ese tiempo se había construido el barrio Obrero- hoy General San Martín- y ya no se podía llegar hasta el matadero arriando los animales. Su padre y su hermano habían comprado un camión y Carlos, con el dinero que obtuvo de la venta de un Torino que tenía, compró otro y comenzó de firme a desempeñarse en la actividad laboral que desarrolló desde ese momento y hasta el presente.

"Me dediqué a esa actividad toda mi vida, 50 años, nunca transporté cereal, solo hacienda", expresa. En la actualidad sigue trabajando, aunque ya no viaja al mercado sino que traslada animales en la zona.

Una prueba superada

En el año 2021, en plena pandemia de Covid-19 tuvo que someterse a una cirugía cardiovascular a corazón abierto. Reconoce que fue una prueba difícil y una situación que lo tomó por sorpresa, pero sobrellevó sin inconvenientes los preparativos para la intervención y un procedimiento del que se recuperó sin mayor dificultad. "Estaba realizando un pre quirúrgico por una hernia y el estudio cardiológico salió mal, me derivaron a La Pequeña Familia (Junín) y ahí estaba operándome del corazón, sin haber tenido nunca ningún síntoma que me hiciera sospechar que algo malo podía ocurrir", relata.

"Era un problema hereditario, mi hermano había sido operado del corazón y mi papá había tenido un marcapasos y falleció del corazón. Pero yo nunca había tenido nada, había jugado al fútbol toda la vida y anualmente realizaba el psicofísico para manejar el transporte", agrega.

Superó esa instancia acompañado por su familia y hoy, aunque se sigue cuidando, tiene una vida absolutamente normal. "Ya casi ni se nota la cicatriz", agrega.

Su familia, siempre presente

Está casado desde hace 45 años con Stella Maris, nacida en Mariano H. Alfonzo, y a quien conoció en un baile en el Club Martín Illia. "En nuestra juventud se iba mucho a los bailes de los clubes y también había lugares muy lindos como Bohemia o La vieja barraca. Pero nosotros nos conocimos en el Club Illia. Ella vivía en Alfonzo, así que en nuestro noviazgo, como se estilaba antes, yo viajaba los martes, jueves y sábados para verla", cuenta Carlos. Y se miran con esa expresión de complicidad que da la vida compartida. Ella es jubilada docente y siempre trabajaron a la par en pos de brindarles a sus hijos las herramientas para que "supieran desempeñarse en la vida".

"Siempre trabajamos a la par y nos hemos llevado muy bien. Tuvimos la fortuna de que nuestros hijos pudieran estudiar", destaca.

Tienen dos hijos: Analía (43), que es contadora pública y está en pareja con Luciano Curini, productor de seguros. Y Leonardo (40) que es profesor de Educación Física y actualmente trabaja como preceptor en la Escuela Agrotécnica, está en pareja con Mercedes Bernazza, psicopedagoga.

Son abuelos de Alfonso (9), un niño que les ilumina la vida. "Juega al fútbol en Douglas Haig, mi hijo también jugó varios años, incluso en Boca y en Banfield, así que todos compartimos nuestro amor por el deporte", sostiene y refiere que "Stella Maris no se pierde un partido del nieto", agrega.

La dirigencia

Su paso por el deporte lo tuvo también teniendo protagonismo en el campo de la dirigencia. Su hijo jugaba en Provincial y él había sido parte de esa institución durante mucho tiempo, cuando lo eligieron para ocupar la presencia del Club. "Fue en el año 1998, cuando salimos campeones con un plantel integrado por enormes jugadores y un gran equipo de gente", resalta.

"Yo al principio no quería ser el presidente porque mi trabajo me obligaba muchas veces a viajar y a los compromisos que uno asume hay que dedicarles tiempo. Pero finalmente acepté y fue una buena experiencia".

Un buen balance

Tanto en lo dirigencial como en lo deportivo, rescata de su paso por el deporte el mejor balance. "Tuve la fortuna de salir campeón y de conocer a muchos amigos que me quedaron del fútbol", afirma y comenta que tiene varias peñas de las que participa. "Hasta hace un tiempo tenía una peña con gente mucho mayor que yo que era de San Nicolás y habían jugado acá. Ahora participo de dos peñas, la Peña 'Los Distintos', integrada por gente de Argentino que me ha sumado; y la Peña 'Del Humo' a la que me incorporé a través de Luciano Venini. Nos reunimos, compartimos lindos momentos celebramos los cumpleaños. Me siento muy agradecido. Ahora nos vamos a juntar el 8 de marzo y festejaremos el mío", abunda.

Respetuoso de la amistad, valora la cercanía de la gente querida. Menciona que el día de su cumpleaños recibió una innumerable cantidad de llamados. "Eso te reconforta, me saludó gente que hace tiempo no veo. Me llamó Gustavo Solimandi que está en México y había sido preparador físico cuando yo estaba".

Se siente parte de una generación que vivió el deporte de manera muy sana y eso le ha dejado como recompensa la posibilidad de haber forjado relaciones de amistad que perduran.

"Es un muy buen balance", afirma y expresa que su familia y los afectos son su principal pilar.

Considera que ha tenido una buena vida, sin asignaturas pendientes. Y con una cosecha provechosa en lo afectivo. "Me conoce todo el mundo, sin ser nadie. Tengo clientes que son verdaderos amigos. Tengo una familia incondicional", destaca.

Y cuando el recorrido por su historia de vida lo invita a mirar en retrospectiva, lo que observa es que el buen obrar tiene recompensa. "Yo hice solo la escuela primaria, pero una escuela que te daba las mejores herramientas".

"Todavía conservo la carta afectuosa que me envió mi maestra Nora Taylor cuando salí campeón con el fútbol. Son vivencias inolvidables", rescata, agradeciendo en su nombre la educación recibida de ella y de otras maestras entre las cuales menciona a Mabel Lázzari.

Un luchador

Trabajador incansable, reconoce que en la actualidad "ya voy a otro ritmo". 

"Llevo cerdos de un criadero ubicado entre Acevedo y J.A. de la Peña a Arenales; los días de feria trabajo con Giácoma; y después de tantos años, tengo clientes que me llaman y trato de cumplir con todos. Soy el más viejo de los jauleros", expresa y asegura que piensa seguir en actividad "hasta que el cuerpo aguante".

Cuando no está trabajando le gusta compartir tiempo en familia y viajar. "Es la mejor inversión que podemos hacer en esta etapa de la vida", concluye este hombre que se define como "un luchador" que ha logrado cumplir sus propósitos y con el paso del tiempo ha aprendido que la vida es esfuerzo, pero también, sano disfrute.


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