Perfiles pergaminenses

Fernando Escobar: testimonio de una trayectoria comprometida con los buenos valores de la política


Fernando Escobar con su nieto Simón disfrutando del valioso tiempo de la vida

Crédito: LA OPINION

Fernando Escobar, con su nieto Simón, disfrutando del valioso tiempo de la vida.

Es un conocido dirigente que abrazó el ideario del radicalismo desde siempre y ejerció cada responsabilidad pública con fidelidad a esos principios. Es contador público, papá de tres hijos, hermano, abuelo y cultor de la amistad. Su Perfil está asociado a un profundo amor por sus raíces, esas de las cuales tomó la sustancia que sirvió para forjar su identidad.

Fernando Agustín Escobar es conocido por su trayectoria como dirigente político. En la esfera profesional es contador. Nació el 14 de marzo de 1963. Su papá fue Horacio Escobar y su mamá es Carmen Godoy. Tiene tres hermanas: María del Carmen "Camucha", María de las Mercedes "Marita" y María del Huerto "Pelusa". "Fui el único varón, pero no fui mimado por eso", aclara en el comienzo de la entrevista que lo convoca a hablar de su vida, de las anécdotas de la política y de aquellas cosas que habitualmente quedan reservadas al universo de lo privado y forjan la biografía de cada persona.

"Mi padre fue contador, mi abuelo, tenedor de libros en la empresa 'La Martona', mi tío también estudió Ciencias Económicas, así que hay una tradición con la profesión que seguí", refiere. Y prosigue: "Mi mamá ejerció la docencia, daba Historia, Geografía, Inglés y Cocina en la Enet N° 1, institución de la que fue directora".

"Mi casa era un ambiente de mucho trabajo y disciplina. Eso se tradujo en que fuéramos dedicados y responsables. También se leía mucho, quizás por esta razón amo la lectura", describe valorando esas enseñanzas como un capital que le sirvió para la vida.

Desde jardín de infantes fue al Colegio San José de los Hermanos Maristas y pertenece a la última promoción que hizo la totalidad del trayecto pedagógico en el viejo edificio de calle 11 de Septiembre. 

"Vivíamos en Pinto, entre Doctor Alem y San Nicolás, en una calle empedrada. Los vecinos tenían la costumbre de sacar las sillas a la vereda a la tardecita y pasar largos ratos conversando. Eran una familia grande", señala.

"Había muchos chicos de mi edad en el barrio, así que jugábamos al fútbol o al básquet en la calle e íbamos a la Plaza 25 a jugar contra barras de chicos de otras cuadras", agrega.

Jugó al básquetbol en el Club Gimnasia y Esgrima. Allí, además de formación deportiva, aprendió valores que atesoró para siempre: "Tuve un gran profesor que fue un ejemplo, Atilio Saint Julien; él nos marcó una actitud frente a la vida y a las cosas justas. A través del deporte hice grandes amigos, de hecho, tengo una peña con integrantes de aquel grupo".

También iba a Cultura Inglesa y participaba del "Club Leo", la rama juvenil del Club de Leones al que pertenecían sus padres.

Sus pasiones

Aunque ama profundamente su profesión, desde siempre su pasión fue la historia. "De hecho hice una diplomatura y varios cursos. También me gusta mucho el arte", cuenta.

"Y mi otra pasión, que también heredé de mi familia, es la política", resalta. Y cuando lo menciona el diálogo se introduce en los aspectos más conocidos de su recorrido por la actividad pública, pero también en ricas anécdotas de momentos históricos. 

"En mi familia la política ocupó un lugar importante. El padre de mi abuelo materno había sido senador por el radicalismo. Y mis abuelos paternos habían militado y asumido algunas responsabilidades. Mi papá fue secretario de Hacienda del Municipio y concejal. Ese marco familiar seguramente forjó mi vocación", refiere. Y añade: "Fui un privilegiado porque incluso en épocas muy difíciles de la historia, en que la política estaba silenciada, en mi casa ese diálogo seguía existiendo".

Sus primeras experiencias de militancia las recuerda siendo un niño. "En la campaña en la que "Cholo" Ferreyra fue candidato a intendente y mi papá resultó electo concejal, salíamos con Pablo y Gabriel Mosca a pegar afiches", menciona.

La primera vez que asistió a un acto político fue con su abuelo Fernando Godoy: "Venía Ricardo Balbín a Pergamino, al Club Unión. También Arturo Illia, que era muy amigo de mi abuelo. Estábamos ahí e irrumpió la Policía, porque la actividad política estaba proscripta, y a Balbín no lo dejaron hablar".

"Otro momento importante fue el día que conocí a Raúl Alfonsín. Fue en un acto que se hizo en el viejo galpón de Evaristo Alonso, un domingo al mediodía. Mi abuelo me dijo que podía invitar a quien quisiera, así que fui con José Luis Espert y su padre, y con Claudio 'Choco' Díaz. El liderazgo de Alfonsín era indescriptible", refiere.

Cuenta que en esa ocasión también conoció a "Cachi" Gutiérrez, con quien más tarde iba a recorrer un largo camino. "Al poco tiempo de esto, y luego de una conversación que mi padre tuvo con Jorge Young, en la que le planteó mi inquietud de participar, 'Cachi' Gutiérrez me llamó por teléfono, tomamos un café y empecé a militar. Conformamos lo que fue la Juventud Radical de los años 80 que tuve el honor de presidir y recuerdo como una muy linda experiencia".

"Las reuniones se hacían los domingos a las 15:00 de la tarde y el comité se llenaba de jóvenes. La figura de Alfonsín tenía mucho que ver con esa movilización y también lo que representaba la primavera de la democracia en Argentina", señala. 

Su paso por el Concejo Deliberante

Teniendo 25 años fue electo concejal. "Ya era contador y trabajaba en la Dirección General Impositiva. Ambas funciones eran incompatibles, así que renuncié al cargo que tenía y me quedé en el Concejo. Elegí la política y no me arrepiento", expresa.

"Mi mandato coincidió con el momento en que se empezó a gestar el Centro Regional Universitario, el cimiento para poder acercar propuestas de educación superior a la ciudad y sentar las bases de lo que muchos años después fue la Unnoba".

Volvió a jurar como concejal en 2005. Presidió el bloque radical y fue presidente del Concejo Deliberante, una tarea que desarrolló honrando su vocación de construir consensos. Un ejemplo de ello fue la tarea desplegada durante el conflicto con el campo. "En ese momento de mucha tensión logramos tender un puente entre sectores con posturas antagónicas y ello posibilitó que el conflicto transcurriera en Pergamino sin los problemas que hubo en otras ciudades", comenta destacando la contribución que hicieron distintos actores para que "se pudiera convivir en un marco de tolerancia democrática".

En lo político, tuvo participación en el Comité de Distrito de la UCR y en la actualidad sigue siendo parte de la vida partidaria. "Nunca me fui del radicalismo", recalca y afirma que siempre convivieron en armonía las cuestiones de la política y la profesión. 

El recorrido profesional 

Con base siempre en el estudio contable que habían fundado su papá y su tío, y que él continúo, tuvo la posibilidad de desplegarse en diversos ámbitos y compartir experiencias de formación e intercambio en el exterior, como en Italia, donde vivió durante algunos meses; y en la Universidad de Harvard, Boston, en 2006. 

"Cuando me recibí trabajé en Buenos Aires en dos estudios muy grandes. También en la Legislatura de la Provincia, en la comisión de Presupuesto y Hacienda, cuando Carlos Mosca presidía el bloque de senadores. Además, estuve en el Ministerio de Educación, cuando 'Cachi' Gutiérrez fue subsecretario de Educación de la Nación. Fueron experiencias de las que aprendí mucho", relata.

"Durante 12 años fui gerente de la Asociación Médica de Pergamino. Tuve a mi cargo la gerencia de esa entidad y de Osam. También fui subsecretario de Extensión de la Unnoba y siempre trabajé el estudio, un espacio que hoy comparto con una de mis hijas", agrega.

El mundo de los afectos

Fernando es papá de tres hijos: María Ignacia, que es contadora, está en pareja con Ramiro Trinidad y va a ser mamá de Catalina en agosto; Josefina, médica oftalmóloga que está en pareja con Juan Lagrange y es mamá de Simón de seis meses; y Agustín que es abogado y está en pareja con Ludmila Oliva y va a ser papá de Beltrán en septiembre.

"Además tengo un nieto del corazón, Pedro Biscayart, hijo de Candelaria Lussich. Con ella y con su hermana Dolores compartí una parte importante de mi vida y con Pedrito tengo una relación hermosa", destaca.

Con la calidez que le imprime al diálogo el hablar de los afectos más entrañables, asegura que sus vínculos familiares con lo más importante que posee y cuenta algunas de las vivencias compartidas con sus tías María Cristina "Pucho" Elustondo de Godoy; y "Kity" Godoy de Annan.

Reconoce que no podría hablar de su familia sin mencionar a los amigos. "Son parte imprescindible de mi vida. Me gusta juntarme con ellos, celebrar la vida, estar en compañía de gente que hace bien", reflexiona. Y prosigue: "Volvería a elegir la gente con la que he transitado y transito diariamente mi vida. Soy muy feliz con la vida que tengo y que tuve".

Tiempos distintos

Sabe que en la política muchas cosas cambiaron y lamenta que las divisiones se hayan transformado en la moneda corriente. "Yo tuve la suerte de haber vivido la época de Alfonsín, algo que es difícil de entender para quienes no vivieron ese momento. Se respiraba otro aire, había otro concepto de lo que significaba generar una vida mejor para todo el mundo. Eso para mí ya no existe más. Y entiendo que, para no quedarse en el romanticismo de aquel tiempo, uno tiene que darle paso a la gente joven", señala.

Aunque varias veces le han propuesto candidaturas, siente que ese tiempo para él ya pasó. Lo dice sin falsa modestia. "Creo que puedo acompañar desde la experiencia y que eso se vuelque en valor".

En su horizonte está seguir aprendiendo, trabajar, viajar y participar de la vida de la comunidad. "Pergamino es mi lugar y no lo cambiaría por ningún otro", afirma.

El hilo intangible de la trascendencia

Sobre el final, cuando la pregunta lo interroga por los anhelos, aparecen sus nietos y el deseo de verlos crecer. "Es indescriptible la sensación de tenerlos. Son la alegría. Yo comencé a experimentar esa vivencia con Pedro. Y cuando veo a Simón todas las tardes, me conecto con el amor en su estado más puro. Pronto serán más, y la felicidad será igual de enorme. Siendo abuelo, te sentís completo", sostiene. Y cuando lo dice llegan al relato las experiencias nutritivas vividas con sus propios abuelos: "Con ambos compartí vivencias edificantes. De mi abuelo Agustín aprendí el amor por el deporte sano. El vivía escuchando los partidos de fútbol por la radio y siempre me decía que en el deporte iba a encontrar amigos de los buenos. Con mi abuelo Fernando descubrí el valor de la tierra y aprendí a amar la Naturaleza. El vivía en el campo, en Villa Cañas, y nosotros pasábamos los veranos allá. No había luz eléctrica y por las noches el único entretenimiento era salir al parque a mirar las estrellas y conversar. En esas charlas decía que al morir quería que su cuerpo fuera enterrado allí, al lado de un malacate que había. Un día le pregunté por qué y me respondió: "Porque de esa manera, cada día que te levantes y salgas a caminar por el parque, yo te voy a estar sonriendo desde el rocío del pasto".

Se conmueve al decirlo, quizás porque esas enseñanzas fueron sustancia de su identidad, y hoy se transforman en legado. "Ojalá mis nietos encuentren en mí lo que yo recibí de ellos", expresa intuyendo que la misma curiosidad que él sintió alguna vez siendo niño, será la que experimenten ellos que, seguramente, buscarán en su abuelo la palabra justa y encontrarán el testimonio del buen obrar, como ejemplo que nutre.


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