Editorial

¿Asilo o bunker?


Días pasados, Evo Morales, habló de organizar milicias armadas del pueblo como las que existen en Venezuela en caso de que él volviera a su país: “Si volvería (a Bolivia), o alguien vuelva, hay que organizar como Venezuela, milicias armadas del pueblo”, es lo que se le escucha decir a Morales en una entrevista para la radio Kawsachun Coca del Chapare publicada por el diario El Deber.

En la entrevista, el expresidente hace referencia a la Milicia Bolivariana, compuesta por civiles, exmilitares y oficiales que funcionan como un brazo operativo que ha mostrado su apoyo al gobierno de Nicolás Maduro.

Evo Morales dijo también que “fue un error garrafal” el no haber tenido “un plan B” que le hubiera dejado a él y al Movimiento Al Socialismo (MAS) en una mejor posición al salir del gobierno, tal y como informa Clarín.

Morales hizo estas declaraciones desde Argentina, dos meses después de haber salido de Bolivia tras su forzada renuncia a la presidencia y presionado por las manifestaciones ciudadanas que denunciaban el fraude electoral que le permitió a su partido ganar en primera vuelta el 20 de octubre. Tres días después se retractaba.

Aunque es delgada la línea que distingue entre renuncia y golpe de Estado a lo sucedido en Bolivia, en Argentina Morales recibió asilo político. Luego solicitó estatus de refugiado, trámite que sigue su curso y que presumiblemente tenga resultado positivo dado que el presidente Alberto Fernández lo considera “un perseguido por su país” y no obstante la Fiscalía boliviana haya ordenado su detención por presuntos delitos de sedición y terrorismo, lo que en la práctica le impide retornar a Bolivia. Esta acusación se basa en un audio en el que supuestamente el expresidente da órdenes desde México para cercar las ciudades en el país para dejarlas sin alimentos, algo que  ha calificado como “un montaje”.

Cuando Morales y su comitiva llegaron en diciembre al país (su familia había llegado semanas antes), fue recibido con los brazos abiertos, casi con honores de Estado, por todo el elenco del gobierno recién asumido. El entonces flamante canciller, Felipe Solá, pidió a Evo Morales que en su condición de asilado se abstuviera de hacer declaraciones políticas, tanto sobre la realidad argentina como en relación a la crisis en Bolivia.

Y aquí llegamos al meollo de este artículo de opinión. Como se estila decir por estos días: ¿Qué parte del pedido de no hacer declaraciones políticas no entendió Evo Morales?
Además de conceder una entrevista tras otra, el exmandatario pasa sus días en Buenos Aires reu-niéndose con correligionarios que llegan desde Bolivia y configurando la campaña electoral de su partido, el Movimiento al Socialismo (MAS), para las elecciones que el gobierno interino de Jeanine Añez convocó para el 3 de mayo. Es más, hoy en la capital de nuestro país hay un cónclave muy importante del cual saldrían anunciados los candidatos a presidente y vicepresidente, de una terna en la que suenan nombres como los de los excancilleres Diego Pary y David Choquehuanca, el exministro de Economía Luis Arce y el joven político Andrónico Rodríguez.

Además, el expresidente invitó a través de sus redes sociales al “acto de solidaridad” que realizará el próximo miércoles 22 por el Día del Estado Plurinacional -fecha instituida en las efemérides bolivianas por el mismo Morales hace 14 años-, en el estadio de Deportivo Español (iba a ser en San Lorenzo pero optó por un espacio más chico). Se presume que ese evento servirá para lanzar oficialmente la campaña. “Con seguridad vamos a vencer”, subrayó este viernes Morales respecto de los próximos comicios, a la par que alertó de que puede haber ‘fraude’ por parte de las actuales autoridades provisionales.

De vuelta: ¿Qué parte no entendió este señor expresidente, a quien este país acogió sin más requisito que un pedido del canciller de no hablar de política? Y aclaramos que sus intervenciones son permanentes, diarias, no solo las que vemos en medios nacionales, porque  son sus recurrentes posteos en Twitter más la difusión permanente de sus actividades en toda la prensa mundial. Puede decirse que Morales tiene ahora una proyección de Argentina al mundo que no tenía desde Bolivia cuando era presidente. Claro que Morales, cuando se le recrimina esta actitud, se excusa diciendo que Solá se refería a política argentina. Pues no y no. No era solo política argentina y, si así lo hubiese entendido, tampoco corresponde que haga de este país un bunker para su operativo retorno. Entre otras cosas, porque cualquier cosa que diga o haga en Argentina, aunque refiera a Bolivia, repercute en las relaciones internacionales de Argentina. Y vaya como ejemplo lo dicho respecto de las milicias civiles, una práctica denostada por cualquier país democrático que se precie y más en el nuestro, donde acciones de ese tipo nos dejaron el peor de los saldos y la juramentación colectiva de “nunca más”.

A todo esto: no se escucharon voces de repudio por este plan de Morales, del que después se retractó. Ni de periodistas, ni de organizaciones de derechos humanos, ni del propio Gobierno. No se oyeron esas mismas voces que siempre -y con justas razones- tienen algo que decir ante actitudes antidemocráticas. Solo se supo que Alberto Fernández  (o alguien de su equipo) le pidió que baje el tono beligerante de sus declaraciones. Es decir que, como lo hizo Morales, en el propio gobierno dejan pasar por alto o minimizan, degradan, el pedido que hiciera Felipe Solá, con total acierto, coherencia y justicia. Primero porque así lo requiere la condición de asilado; segundo, porque dar asilo es un acto humanitario, no debe ser político y por tanto no puede Argentina convertirse en un bunker de campaña ni en un palco para discursos de un asilado. Y tercero, porque los intereses del país deben ser cuidados y no pueden verse afectados por un gesto que, al menos en el mundo diplomático, es de humanidad, aunque aquí  inevitablemente todo se mire con el prisma de la política. Así como se construyen cuidadosamente las relaciones comerciales con países para el mejor estar de nuestra economía o bien para negociar préstamos y deudas, las expresiones de Morales pueden socavarlas en un santiamén. Y no estamos como para que la campaña política de un asilado en el país nos complique más de lo que ya estamos. Ideologías al margen de esta lectura, por favor.


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