Editorial

Macri busca la reelección apelando al corazón y espera que no le respondan con el bolsillo


Independientemente de los datos, comentarios y enojos que generaron un sinfín de críticas, Mauricio Macri, cuando el 1º de este mes habló ante la Asamblea Legislativa y por ende al resto del pueblo, dejó entre líneas un mensaje: se lanzó con todo por la reelección polarizando con el kirchnerismo, casi como empujando al atomizado arco opositor a forzar decisiones de unidad en el vertiginoso e impredecible escenario electoral.

Desde entonces le llueven críticas al presidente desde el variopinto abanico opositor, donde todos coinciden en que Macri relata una irrealidad como estrategia de supervivencia porque, dicen, su gobierno es un fracaso para las mayorías. 

A los opositores los enoja el optimismo sin respaldo de resultados. Pero los termina de irritar el ninguneo a todo lo que no es kirchnerismo, sacándolo del estatus de oponente.

Con todos los indicadores económicos en rojo, Macri salió a recorrer el país con el discurso de las que para él son las virtudes de su programa y admite que no todo salió como prometía en 2015, destacando siempre que los anteriores son peores. El mensaje tiene un objetivo de máxima: es él o Cristina Kirchner. 

En general el presidente no aparece con anuncios deslumbrantes. En este tiempo de campaña encubierta, solo anunció que la Asignación Universal por Hijo iba a aumentar 46 por ciento. Fue una decisión que tiene como finalidad tironear para abajo el dato de pobreza del primer semestre que el Indec revelará el 25 de septiembre, un mes antes de las elecciones. 

Al presidente se lo nota eufórico por momentos, cuando no enojado o emocionado y hasta con gestos de cierto ruego para que los argentinos no le suelten las manos en las urnas. “Yo estoy acá por el voto de la gente, señores”, vociferó Macri ante los cuestionamientos opositores aquel día en la Legislatura.

“Yo soy el primero en saber lo que han sido estos meses, cuánto dolor, cuánta angustia y me he hecho cargo de ella”, repitió y golpeando reiteradamente el atril, pidió a los electores que no dejen que los “predicadores de la resignación y el miedo le ganen a la esperanza”.

En un discurso proselitista que lo deposite en la recta final con chances concretas  de ser reelecto, Macri le apunta a la gente: apela al entusiasmo, al esfuerzo, a la capacidad y el talento como si en parte prescindiera del rol decisivo del ejercicio del poder en el Estado para conducir la economía, y promover la generación y distribución de la riqueza.

Así deja entrever el presidente, una y mil veces, cuál es su concepción de la política. Esto es, quizás, lo que más cortocircuitos le generó en los tres años con sus socios de la UCR, la Coalición Cívica y su “pata peronista”.

Envueltos en la necesidad de no debilitar el frente, los radicales -que a pesar de las desavenencias siguen apostando al entramado de Cambiemos- se muestran cercanos al presidente, aunque sin grandilocuencias.

Según repite Macri en sus apariciones públicas, que esta semana fueron desde nuestra vecina San Nicolás hasta la lejana provincia de Jujuy, los argentinos están “mejor que hace tres años”. Pero, “lo más importante” es que “maduraron”, porque hoy los electores tienen una “mejor calidad democrática y una mejor relación con el mundo que en 2015”.

El presidente -y más los radicales que ya no pueden evitar quedar pegados al destino de Macri- entienden que las elecciones de este año serán un plebiscito a partir del cual habrá cuatro años más de gestión o la más que probable disgregación de la coalición.

Ante los ojos dudosos de dirigentes que plantean disidencias en el seno de Cambiemos, como algunos radicales y el peronista Emilio Monzó, Macri pide “paciencia” porque -como repite desde hace tres años- “lo mejor está por venir”. 

“Que sea difícil y que lleve más tiempo no significa que no lo estemos haciendo, significa que esta vez es de verdad, es a conciencia y para siempre. Y les digo a los argentinos: a no aflojar, a no tirar la toalla”, arenga el presidente.

Con un mea culpa de claro mensaje electoral, el líder del PRO está lanzado a la reelección. Como en 2015 y 2017, su prosa apunta en dos direcciones: una a la que ya le dio resultados positivos y es la polarización con el kirchnerismo; la otra es con la histórica máxima del recordado Juan Carlos Pugliese, exministro de economía radical, que eternizó la máxima de hablar con el corazón y que respondan con el bolsillo. En este caso Macri apela al corazón de los argentinos y habrá que esperar ahora estos meses que faltan hasta octubre para ver si la respuesta podría o no venir desde el bolsillo.


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