Perfiles pergaminenses

Gerardo Maldonado: la voz puesta al servicio de la radiofonía local para desplegar su pasión


Gerardo Pablo Maldonado trazó su “Perfil Pergaminense” en dilogo con LA OPINION

Crédito: LA OPINION

Gerardo Pablo Maldonado trazó su “Perfil Pergaminense” en diálogo con LA OPINION.

Desde hace muchos años desempeña tareas técnicas en la industria metalúrgica. En paralelo, su amor por la radio lo llevó a abrirse camino como comentarista deportivo en el periodismo pergaminense. Creció en Manuel Ocampo, y se estableció en la ciudad en su adolescencia. Aquí echó raíces. Responsable y metódico, encuentra en el trabajo y su familia sus pilares.

Gerardo Pablo Maldonado nació en San Vicente, provincia de Santa Fe. Tiene 63 años. Su papá era puestero en establecimientos rurales y por esa razón a los 4 años se mudaron a la zona rural de Manuel Ocampo donde creció. Hizo la primaria en la Escuela N° 3 del pueblo y recuerda que su papá lo llevaba a caballo o en sulky. "Solo algunas veces íbamos en bicicleta", menciona y señala que fue de la mano de una de sus maestras, Anita Seta, que venció la timidez que le entorpecía el contacto con sus pares. "Yo era muy introvertido y me costaba desenvolverme con mis compañeros y ella me ayudó mucho. Cuando terminé la primaria la quise como a una mamá".

Describe con precisión las rutinas de aquella niñez. En el campo la vida era simple, como los juegos. Se reconoce parte de una generación que ha visto y experimentado todos los cambios que se dieron hasta llegar a la modernidad de hoy. "Cuando recuerdo mi infancia en el campo tomo cabal conciencia de ello; por ejemplo, nosotros desayunábamos la leche caliente recién ordeñada al pie de la vaca".

Al volver de la escuela la principal tarea era hacer los deberes y luego jugar con sus hermanos Jorge, José y Daniel. Sus padres fueron Eleido y Rosa. "El falleció cuando yo tenía 13 años. Ella quedó viuda y como no nos sobraba el 'mango' hizo muchos sacrificios para que nosotros estudiáramos. Trabajaba en Pergamino, salía de Ocampo a las 6:00 de la mañana y regresaba a las 22:00. De ella aprendí el valor del esfuerzo y del mérito".

Relata que debieron abandonar la chacra en la que vivían cuando falleció su papá. Se mudaron a una casa en el pueblo y más tarde se establecieron en Pergamino. "En 1983 mi mamá por intermedio de Fonavi logró hacerse de un departamento en la zona del Cruce de Caminos".

Confiesa que le costó afrontar ese cambio porque estaba acostumbrado a la vida del pueblo: "Ya no era un niño y no me quería venir. Pero a la distancia me doy cuenta que tomamos la decisión correcta porque la ciudad abre otras posibilidades".

En Colón

Sus estudios secundarios los hizo en Colón, en la escuela técnica de esa localidad. "Otra madre postiza que fue la directora de la Escuela N° 3 de Manuel Ocampo, Haydeé Camarasa, me consiguió una beca. La escuela tenía internado, así que durante siete años viví allí".

"Venía a Pergamino una vez al mes. Fue una experiencia de mucho desapego porque era muy unido con mi mamá", comenta. "Durante los primeros meses no me iban bien las cosas porque en el fondo yo quería volverme, me propuse llevarme todas las materias. Hasta que un día me saqué un 10 en Geografía, una materia que me gustaba. Ese fue un 'clic', me empecé a entusiasmar y pude terminar el secundario sin dificultad", relata.

El mundo del trabajo

Reconoce que en su educación secundaria recibió allí una formación técnica muy rigurosa que le abrió las puertas del mercado laboral: "Con el título te podías insertar como dibujante técnico".

Al egresar ingresó a trabajar en Metalúrgica Pergamino. "Además de desempeñarme como dibujante también hice algo de mecanizado", detalla.

El secundario no fue su único desarraigo. A poco de estar trabajando fue convocado para realizar el Servicio Militar en Bahía Blanca. "Se desató el conflicto del Beagle, me mandaron a Río Gallegos, así que estuve seis meses viendo qué pasaba con la guerra y seis meses más sin poder venir. Fue un año sin ver a mi vieja".

Con una mirada retrospectiva observa que todo lo vivido le sirvió para "endurecerse y enfrentar lo que la vida te propone".

Al regresar de la "Colimba" volvió a su empleo. "Cuando la empresa cerró inicié un nuevo camino en el rubro metalúrgico con los ingenieros Carlos Cascardo y José Eslava, con ellos me inicié en un nuevo proyecto que se llama Icemec en el que trabajo desde 1986".

La radio

Gerardo es dueño de una voz que resulta familiar producto de su larga trayectoria en la radiofonía local. Desde hace muchos años es parte de LT 35 Radio Mon y su labor como comentarista deportivo es reconocida por su honestidad.

Cuenta que creció escuchando a Héctor Larrea con su papá y que en su casa siempre estaba sintonizada la radio en las frecuencias de los grandes conductores. Así tempranamente le resultaron familiares las voces de José María Muñoz, Roberto Ayala y tantos otros. Eso marcó una pasión y una vocación. "Quizás no tuve la oportunidad que tuvieron otros de estudiar la carrera de periodismo, pero aprendí de la mano de personas que me enseñaron mucho y a partir de esa escucha permanente".

Aún recuerda el día de 1973 en que LT 35 inauguró su salida al aire. "Yo vivía en Ocampo todavía y recuerdo la primera transmisión, al 'Gallego' García, un maestro para todos", menciona y confiesa que, desde ese día, comenzó a admirar a la gente que más tarde fueron sus compañeros de trabajo: "Cuando iba a la cancha a ver a Juventud Obrera lo veía a Carlos Bonet, Carlos Luján del Valle; los miraba y escuchaba y me parecía mentira que los tenía tan cerca". 

Fue esa emisora la que le abrió las puertas para que él pudiera incursionar en el mundo de la comunicación. Y asumió esa oportunidad con enorme responsabilidad y compromiso. "Empecé con el boxeo; Carlos Bonet fue el que me introdujo para hacer mis primeras crónicas también en el Diario LA OPINION y fue él quien me llevó a la cancha y me incentivó para que comenzara a hacer mis intervenciones en la radio".

"Después lo conocí a 'Coqui' Hannun que me dio una gran mano. Y así fui transitando este camino", agrega.

Periodismo y la operación técnica

"Con el tiempo comencé a hacer incursiones periodísticas y me hice sólido como operador técnico. Allá por 1983, el mejor operador técnico que ha tenido la radiofonía local (Carlos Enrique Bruno), fue quien me enseñó y entre los dos, con Eduardo Costamagna, inauguramos FM Mágica, la radio que puso en el aire la mejor música de todos los tiempos", refiere, orgulloso de haber tenido el privilegio de haber integrado ese equipo inicial. Por entonces, la operación técnica requería de mucha concentración, mucha precisión y una buena cuota de talento. "Se usaban cassettes para pasar las tandas, se pasaban al aire y se retrocedía esa cinta", relata de la operatorio que hoy parece tan lejana pero no han pasado tantos años.

En su relato destaca el haber trabajado de la mano de grandes profesionales que con su exigencia le enseñaron la tarea que abrazó con pasión.

"Después me hice operador de AM y me aboqué a la parte periodística que era lo que más me gustaba", resalta y refiere que así como viviendo en el campo tuvo la posibilidad de ser testigo y protagonista de enormes cambios, también en el ámbito de la comunicación observó grandes transformaciones.

Desde hace tiempo es comentarista deportivo. "Empecé en la campaña de Juventud de la mano del 'Gallego' Pérez. Hacía falta un comentarista, yo hacía 'vestuario de Douglas', 'Leo' Beyrne me recomendó y acepté. Soy el comentarista con él de Juventud. Y cuando Marcelo Spiatta y Carlos Bonet no podían estar, tuve el agrado de ser comentarista también de Douglas Haig", describe.

Se siente reconfortado y lo gratifica compartir el oficio con personas de las que aprendió. "Tanto 'Leo' Beyrne como José Luis Picarelli me han enseñado mucho, cada uno con su personalidad y su modo diferente de trabajar. También de Marcelo Spiatta y tantos otros aprendí mucho de lo que sé. Hay gente que uno siempre quiere tener cerca", resalta.

Un agradecido

Le agradece a la vida porque gracias a la radio y al periodismo tuvo la posibilidad de estar con grandes referentes, uno de ellos Víctor Hugo Morales, al que define como "maestro de los maestros". 

"Sin la radio y el periodismo jamás hubiera tenido esa oportunidad y tantas otras", destaca y reconoce que muchas veces piensa en "aquel negrito que vivía en el campo" y celebra el haber sabido aprovechar cada oportunidad para crecer en un oficio que honra con responsabilidad.

"El periodismo y la radio me sacaron en parte la timidez. Con un micrófono y un grabador pregunto lo que sea; sin ellos quizás ni me acerco. Sé que la timidez sigue estando, pero la responsabilidad con la que asumo mi tarea hace que la deje a un lado cuando tengo la posibilidad de entrevistar a alguien".

Su familia

Fruto de su primer matrimonio, es papá de Evelyn (32) y está casado en segundas nupcias con Teresa del Carmen Olate Burgos. "Hace siete años que estamos casados y somos muy felices. Hemos conformado una familia ensamblada con mi hija y sus hijos Sofía y Ezequiel".

Habla con orgullo de los suyos. Cuenta que Evelyn está de novia con Sergio; Ezequiel está en pareja con Tatiana y tienen a Gio de un año; y Sofía está en pareja con Lautaro. La familia es el refugio en lo cotidiano. Le gustan los perros y la vida vivida sin sobresaltos. Cuando no está trabajando sale a caminar o a correr y le gusta ver fútbol. Desde hace algunos años el atletismo se convirtió en un hobby que lo acercó a rutinas que le agradan. "Empecé como un modo de pasar el tiempo y comencé a competir, fue muy gratificante. El atletismo me enseñó que uno no compite con otros sino con uno mismo, y que la disciplina y la preparación son herramientas para superarse".

Aunque actualmente no compite, sigue encontrando en esa actividad la buena camaradería y hábitos de vida saludables.

Un enamorado de Pergamino

Sobre el final de la entrevista, cuando el diálogo recorre las anécdotas, las vivencias entrañables y vuelve sobre lo esencial Gerardo Pablo Maldonado se define como un enamorado de Pergamino, esta ciudad en la que le costó establecerse por su amor incondicional al pueblo en el que creció y que, a poco de andar, hizo propia. "Por mi trabajo he tenido la posibilidad de vivir en otras ciudades y conocerlas; pero a Pergamino no lo cambio por nada. Tiene algo que me atrapa, no sé, otra vida", dice.

"Quizás esto me sucede porque estoy arraigado aquí, me enamoré de Pergamino y de su gente, no cambio este lugar por ningún otro", afirma, en una apreciación que cobra tanto valor en la palabra de alguien que le puso nada más y nada menos que su voz a buena parte de la radiofonía deportiva local, un universo que tanto tiene que ver con la identidad.


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