Economía y Agro

La labor del Inta Pergamino frente a la amenaza de la chicharrita


Federico Peralba Viviana Decker y Lucrecia Couretot lograron la puesta a punto de PCR para detectar Spiroplasma y Fitoplasma

Crédito: INTA PERGAMINO

Federico Peralba, Viviana Decker y Lucrecia Couretot lograron la puesta a punto de PCR para detectar Spiroplasma y Fitoplasma.

Cómo el trabajo científico de los profesionales de la Estación Experimental local y su monitoreo ininterrumpido permiten detectar y combatir a la chicharrita del maíz, una plaga emergente que amenaza los cultivos, mientras desarrollan innovadoras herramientas de diagnóstico y fortalecen la resiliencia del agro argentino.

La reciente irrupción de Dalbulus maidis, más conocida como la chicharrita del maíz, ha encendido las alarmas en los campos del país, especialmente tras los estragos registrados en la última campaña agrícola. En este contexto, la Estación Experimental Agropecuaria (EEA) Pergamino del INTA ha desplegado una estrategia integral y meticulosa para monitorear y combatir esta plaga emergente, marcando un hito en la articulación entre la ciencia aplicada y las necesidades del agro.

Monitoreo ininterrumpido

Desde noviembre de 2023, el equipo de profesionales de INTA Pergamino ha realizado un monitoreo sistemático, ajustando métodos y frecuencias según los objetivos de cada etapa. En un principio, se centraron en recorridas semanales de lotes de maíz temprano, en respuesta a las primeras alertas sobre la llegada del vector a zonas cercanas. La metodología incluyó estaciones de muestreo y observación visual en 50 plantas por lote. A medida que avanzaba la campaña y emergían los cultivos de maíz tardío, el monitoreo se intensificó a dos veces por semana, detectándose poblaciones representativas hacia febrero.

Con la llegada del otoño y el invierno, el foco del monitoreo cambió drásticamente: la pregunta clave era si la chicharrita sobreviviría al frío, lo que determinaría su potencial impacto en la próxima temporada. Para responder a esta inquietud, se implementaron monitoreos con red de arrastre en cultivos como cereales de invierno y pasturas, que podrían servir de refugio para el insecto. Este esfuerzo no solo se limitó a Pergamino, sino que se replicó en experimentales y agencias de diversas localidades, incluyendo Lincoln, Chivilcoy, San Nicolás y Junín, confirmando que el vector no había resistido las bajas temperaturas del invierno.

Innovación y redes colaborativas

En primavera, el monitoreo retomó su curso, esta vez cada 15 días, con observación directa en el cogollo de las plantas. Esta práctica se extendió a varias unidades del INTA en la región, consolidando una red coordinada desde Pergamino que incluyó tanto instituciones públicas como privadas. Además, el aporte de INTA Pergamino a la red de trampas amarillas fue clave para identificar posibles focos y patrones de distribución.

Mientras estas acciones preventivas se llevaban a cabo, los investigadores Federico Peralba, Viviana Decker y Lucrecia Couretot lograron un avance fundamental: la puesta a punto de la metodología de PCR para detectar las bacterias Spiroplasma y Fitoplasma, responsables del achaparramiento del maíz, enfermedad transmitida por la chicharrita. Este desarrollo no solo refuerza la capacidad de diagnóstico, sino que también permite una respuesta más rápida y eficiente frente a futuros brotes.

Ensayos en campo y capacitaciones

Otra vertiente del trabajo de INTA Pergamino se enfocó en ensayos con híbridos de maíz sembrados en diferentes fechas, con el objetivo de estudiar el comportamiento de la plaga en condiciones controladas. Aunque la presencia de la chicharrita fue mínima, estos ensayos sientan las bases para estrategias de manejo futuras. Además, se han impulsado capacitaciones en identificación de especies de chicharritas, un aspecto crucial dado que no todas actúan como vectores de enfermedades.

Hacia una agricultura resiliente

El trabajo del INTA Pergamino demuestra la importancia de la investigación científica aplicada en la resolución de problemas concretos del sector agropecuario. Su enfoque proactivo, basado en monitoreos rigurosos, innovación tecnológica y colaboración interinstitucional, no solo ha permitido contener el impacto de Dalbulus maidis en la región, sino que también ha fortalecido la capacidad del sistema agrícola para enfrentar desafíos futuros.

Este compromiso incansable resalta el valor estratégico de las instituciones como INTA, cuyo aporte va más allá de los resultados inmediatos, construyendo conocimiento y herramientas que benefician a toda la comunidad agropecuaria. Frente a un panorama agrícola cada vez más complejo, la labor de equipos como el de Pergamino es una brújula indispensable para garantizar la sostenibilidad y la productividad del campo argentino.


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