En la región pampeana, la fertilización en cultivos agrícolas como trigo, maíz y soja es una práctica común. Sin embargo, la idea de aplicar esta técnica en pasturas ganaderas es relativamente novedosa y podría transformar la productividad del sector. María Alejandra Marino, ingeniera agrónoma y docente de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Mar del Plata, lidera investigaciones en este ámbito en colaboración con Fertilizar y la Unidad Integrada Balcarce.
Históricamente, los campos ganaderos en Argentina no han recibido fertilización sistemática. Según Marino, existe una percepción generalizada de que estos suelos tienen alta fertilidad natural, lo que ha generado una falta de análisis y reposición de nutrientes. "En muchos campos ganaderos, nunca ingresó una fertilizadora. No hay costumbre ni suficiente conocimiento sobre el tema", señaló la profesional en una entrevista concedida a "Bichos de Campo".
Medir para decidir
Marino subraya que un manejo eficiente comienza con el diagnóstico: analizar el suelo para determinar su oferta de nutrientes y las necesidades específicas de las pasturas. Esta estrategia permite desarrollar planes de fertilización que no solo aumentan la productividad, sino que también son económicamente viables y ambientalmente responsables. "La fertilización al voleo no es recomendable; se deben tomar decisiones basadas en datos concretos", afirmó.
Los estudios muestran que las pasturas de la región pampeana producen, en promedio, entre la mitad y un tercio de su potencial debido a la falta de nutrición adecuada. Los nutrientes clave como el nitrógeno y el fósforo son esenciales para incrementar el rendimiento. Marino destacó que, con un manejo adecuado, es posible más que duplicar la producción de forraje por hectárea, lo que se traduce en mayores cargas animales y un uso más eficiente de los recursos.
Sustentabilidad
Además de los beneficios económicos, la fertilización de pasturas tiene un impacto ambiental positivo. Las pasturas bien nutridas fijan más carbono, contribuyendo a mitigar el cambio climático y mejorando la salud del suelo. Sin esta práctica, los suelos pueden sufrir degradación y erosión, comprometiendo la sostenibilidad del sistema ganadero.
Marino reconoce que la adopción de estas prácticas enfrenta barreras culturales y tecnológicas. A diferencia de los cultivos agrícolas, donde el impacto de la fertilización es fácilmente visible en la cosecha, en ganadería es más difícil medir el beneficio directo, ya que el pasto es "cosechado" por los animales. Sin embargo, el desarrollo de nuevas herramientas para medir la biomasa forrajera podría facilitar la implementación de estas estrategias en el futuro.
Un camino necesario
La especialista concluyó que la fertilización en pasturas es un paso crucial para aumentar la eficiencia y la sustentabilidad de la ganadería argentina. "Es un camino que ya se está empezando a recorrer. Mejorar la nutrición del pasto y manejar mejor el sistema ganadero será clave para enfrentar los desafíos del sector en los próximos años", aseguró.
Esta propuesta no solo busca incrementar la productividad, sino también garantizar un uso responsable y sostenible de los recursos naturales, posicionando a la ganadería argentina como un modelo de eficiencia y sustentabilidad en el mundo.
