El campo argentino está en una encrucijada. Mientras la demanda por prácticas más sustentables aumenta, la falta de relevo generacional amenaza la continuidad del sector. La transición hacia las Buenas Prácticas Agrícolas (BPA) no es solo una oportunidad para modernizar la producción y proteger el ambiente, sino también una estrategia clave para atraer a los jóvenes al agro. La nueva generación de productores muestra un creciente interés por la sustentabilidad, pero para que puedan comprometerse con esta transformación, es necesario ofrecerles herramientas, educación y oportunidades de desarrollo.
La visión de los jóvenes: producir de manera diferente
El desinterés de las nuevas generaciones por continuar con la actividad agrícola es una realidad preocupante en muchas zonas rurales. Sin embargo, aquellos jóvenes que deciden quedarse o iniciarse en el campo demandan un cambio en la forma de producir. Quieren gestionar recursos de forma más responsable, integrar tecnologías modernas y generar impacto positivo tanto en la comunidad como en el medioambiente. Su visión está alineada con las Buenas Prácticas Agrícolas, que buscan equilibrar la rentabilidad con la sostenibilidad.
En este contexto, es fundamental acompañar a los jóvenes con políticas públicas y programas de capacitación, brindándoles acceso a tecnologías de monitoreo, sistemas de riego eficiente y herramientas digitales que faciliten la producción sostenible. Instituciones como INTA Pergamino juegan un rol decisivo al promover espacios de formación e innovación, conectando a los jóvenes con los avances más recientes en agricultura de precisión y gestión sustentable.
El riesgo de un campo sin relevo generacional
El envejecimiento de la población rural plantea un riesgo real para el futuro del agro. Sin jóvenes comprometidos, las explotaciones familiares corren el peligro de desaparecer o quedar en manos de grandes corporaciones, lo que podría cambiar drásticamente la dinámica de la producción agrícola. Por eso, resulta imprescindible crear incentivos para que los jóvenes elijan el campo como un proyecto de vida, ofreciendo condiciones atractivas para que puedan crecer y desarrollarse en un entorno rural.
BPA y jóvenes: una combinación necesaria para el futuro del agro
La adopción de Buenas Prácticas Agrícolas no solo mejora la rentabilidad del campo, sino que también responde a las inquietudes de la nueva generación. Estas prácticas representan una forma más consciente de producir, reduciendo el uso de agroquímicos, cuidando los recursos naturales y generando un impacto positivo en la comunidad. De esta forma, el campo se convierte en un espacio atractivo para los jóvenes que buscan alinear su trabajo con sus valores, contribuyendo a la sustentabilidad y al bienestar colectivo.
Transformar Pergamino con el protagonismo de los jóvenes
En Pergamino, un territorio con fuerte tradición agroindustrial, los jóvenes tienen un papel crucial en esta transformación. A través de su participación activa en la implementación de BPA, no solo garantizan la continuidad de la producción, sino que también aseguran que el agro evolucione hacia un modelo más sostenible. Es vital que las políticas locales fomenten el desarrollo de emprendimientos rurales liderados por jóvenes, facilitando el acceso a financiamiento y formación técnica.
La posibilidad de conectar a las nuevas generaciones con la tierra no es un simple deseo, sino una estrategia esencial para el futuro del campo argentino. Los jóvenes aportan una nueva mirada, más comprometida con la innovación y el medioambiente, y su involucramiento es indispensable para que el agro mantenga su relevancia en un mundo cada vez más exigente con la sustentabilidad.
La oportunidad económica en un mercado global demandante
La adopción de Buenas Prácticas Agrícolas (BPA) también representa una gran oportunidad económica en un mercado global cada vez más exigente en términos de sostenibilidad. La demanda por productos agropecuarios certificados como responsables con el ambiente está en constante crecimiento, especialmente en mercados internacionales de alto valor como la Unión Europea y Estados Unidos. Las exportaciones basadas en prácticas sostenibles permiten acceder a premios de precio, acuerdos comerciales más favorables y una diferenciación frente a la competencia. En este sentido, los jóvenes productores pueden aprovechar este contexto para innovar y diversificar su oferta, posicionando productos locales de Pergamino en nichos de alto valor como la agricultura orgánica, el comercio justo y las certificaciones de carbono neutro. La alianza entre sostenibilidad y mercado no solo garantiza rentabilidad, sino que también asegura una producción alineada con los desafíos ambientales del siglo XXI.
Conclusión: Un agro con futuro, de la mano de los jóvenes y las BPA
El futuro del agro argentino depende de dos pilares fundamentales: la adopción de Buenas Prácticas Agrícolas y el protagonismo de las nuevas generaciones. Sin los jóvenes, la actividad rural no tiene continuidad; sin sustentabilidad, no tiene viabilidad. La integración de ambos elementos es la clave para un campo más moderno, eficiente y consciente.
El desafío está en manos de todos: productores, instituciones, gobiernos y comunidades deben trabajar juntos para crear un entorno rural atractivo para los jóvenes, donde la sustentabilidad no sea solo una opción, sino el camino a seguir. Con ellos, el agro argentino tiene la oportunidad de convertirse en un modelo de producción responsable y rentable, que garantice el bienestar de las futuras generaciones y la salud del planeta.