Argentina: Esplendor y modernidad del siglo XX

Una ciudad en expansión: el apogeo de la Belle Époque

A comienzos del siglo XX, Buenos Aires se encontraba en pleno auge económico. Argentina, impulsada por la exportación de carne, granos y lana, había logrado convertirse en una de las economías más pujantes del mundo, al punto de ser comparada con los grandes países europeos. Este crecimiento se reflejó en la capital, donde la arquitectura, el arte y la cultura tomaron un fuerte impulso bajo la influencia de la Belle Époque, un período de esplendor que también vivían París y otras capitales europeas.

El paisaje de la ciudad se transformó con la construcción de imponentes edificios y grandes avenidas. El estilo arquitectónico dominante era el academicismo francés, visible en obras icónicas como el Palacio Barolo, el Teatro Colón (inaugurado en 1908) y las residencias señoriales en barrios como Recoleta y Retiro. Estas construcciones buscaban imitar el estilo de las capitales europeas, otorgándole a Buenos Aires un aire sofisticado y cosmopolita.

La modernización de la infraestructura fue otro de los grandes hitos de la época. En 1913, Buenos Aires se convirtió en la primera ciudad de América Latina en contar con un sistema de subterráneos, inaugurando la Línea A, que aún hoy funciona. Los tranvías eléctricos conectaban los barrios, facilitando la movilidad de una población en rápido crecimiento.

Una país de inmigrantes

La llegada masiva de inmigrantes europeos fue uno de los factores clave en la transformación de Argentina. Desde fines del siglo XIX y durante las primeras décadas del XX, cientos de miles de inmigrantes, principalmente italianos y españoles, llegaban en busca de nuevas oportunidades. La ciudad se convirtió en una verdadera torre de Babel, donde se hablaban distintos idiomas y se mezclaban culturas de todo el mundo.

Los inmigrantes no solo aportaron mano de obra para la industria y el comercio en crecimiento, sino que también trajeron consigo sus costumbres, tradiciones y gastronomía. Esta confluencia cultural dio lugar a nuevos hábitos y formas de vida en la ciudad. Los conventillos, viviendas colectivas donde las familias de inmigrantes se amontonaban en condiciones muchas veces precarias, se convirtieron en el símbolo de esta convivencia multicultural.

El quiebre de la historia

A principios del siglo XX, Argentina era tan rica per cápita como Estados Unidos, el PIB crecía un 6% anual y sus centros turísticos de playa tenían este aspecto. 4 millones de europeos acudieron allí soñando con ser "tan rico como un argentino". Entonces llegó la Gran Depresión. Una nueva facción de líderes aprovechó la oportunidad y Argentina cayó en un régimen colectivista. Un golpe militar provocó la Década Infame: la corrupción y el fraude electoral de a poco pasa a ser parte de la cultura política argentina. 

Perón estaba destinado a arreglar las cosas en 1946. Quería reducir la influencia extranjera en la economía y nacionalizar industrias, como ferrocarriles, telecomunicaciones, servicios públicos. Sin embargo, dió inicio a un proceso de Estado de Bienestar (como ocurría en Europa) que llevó al país a la quiebra. Incluso, se imprimió dinero apra pagar las deudas; el resultado fué que el peso perdió el 70% de su valor y la inflación era del 50% en 1951. 

Las dificultades económicas alimentaron una mayor inestabilidad política: un ciclo de golpes de estado, gobiernos asociados a la corrupción y una pobreza aplastante que estalló en masacres políticas y guerras de guerrillas; perduró y Argentina siguió siendo una de las naciones más reguladas del mundo.

¿Estaremos ante un cambio definitivo de rumbo y volveremos a ser una de las naciones más importantes del mundo desde un punto de vista económico?. Eso lo dirá la historia