Perfiles pergaminenses

Juan José "El laucha" Abdala: un hombre que en el deporte y en la vida ha cosechado buenas cosas


Juan José “El laucha” Abdala un hombre del deporte que es parte misma de la ciudad

Crédito: LA OPINION

Juan José “El laucha” Abdala, un hombre del deporte, que es parte misma de la ciudad.

Jugó al fútbol desde los 18 hasta los 50 años. Se retiró en Argentino, donde tiene su corazón. Es hincha fanático de Boca e integrante de la peña más antigua del país. Fue canillita y hoy se dedica a hacer mandados en una pollería. Juega al fútbol tenis y nada en el Parque Municipal. Sociable, es un personaje entrañable de la ciudad.

Juan José "Laucha" Abdala. Tiene 72 años y lleva su apodo desde niño. Lo dice en el comienzo de la entrevista en la que traza su Perfil: "De chico empezaron a llamarme así y casi nadie me conoce por mi nombre". Se siente cómodo en el modo en que la gente lo llama, porque el sobrenombre es en ocasiones una muestra de afecto y de cercanía. "El laucha" es uno de esos personajes entrañables de la ciudad, conocido en el mundo del fútbol y de la vida. Durante mucho tiempo fue jugador, es hincha fanático de Boca Juniors, además de integrante de la peña de ese club. Y un trabajador versátil y siempre predispuesto a "ganarse el pan" con honestidad haciendo distintas actividades. 

Dueño de un carácter amable, habla con todos con educación y con una sonrisa. No tiene grandilocuencias. Es común verlo andar en su bicicleta haciendo los mandados de la pollería donde trabaja. También es habitual encontrarlo en el natatorio del Parque Municipal o en los entrenamientos del fútbol tenis, deporte que practica desde hace algunos años.

Cuenta que nació en Pergamino y creció en una casa de calle Lagos, entre Monteagudo y Colón. Guarda hermosos recuerdos de su infancia. Su papá fue José Abdala y su mamá Ana Sacoski de Abdala. Tiene un hermano menor, Juan Carlos. "Mi mamá trabajaba en la fábrica de Annan y mi papá era constructor, descendiente de árabes, que era buscado por sus habilidades de albañil", refiere. Y menciona que su padre tuvo el privilegio de haber intervenido en la construcción de importantes edificios de la ciudad. 

Menciona que fue a la Escuela N° 22, cuando funcionaba en calle Libertad. "Después se construyó el edificio actual y los últimos años ya los cursé donde hoy funciona la escuela", señala y destaca que tuvo muy buenas maestras y excelentes compañeros.

"Tengo hermosos recuerdos de la infancia, era una época linda, se festejaban los cumpleaños y esa era la excusa para reunirnos en cualquier casa", relata. 

 Una larga carrera deportiva

Desde chico jugó al fútbol y aunque en alguna ocasión practicó básquet, su amor por el mundo futbolero lo acompañó desde siempre. Su cuna fue el Club Argentino, ese que guarda en su corazón. Comenzó a jugar en las divisiones inferiores, pasó por casi todos los clubes y tuvo una larga carrera. "Tuve la suerte de ser parte del plantel de muchos clubes de Pergamino y de la zona ", destaca y menciona que se retiró teniendo 50 años.

"Jugué en primera división desde los 18 años hasta los 50, prácticamente de manera ininterrumpida", cuenta y señala con orgullo que su último partido fue en el Club Argentino, al que define como "ese club donde siempre tuve el corazón".

Habla con humildad de su trayectoria. Pero reconoce que tenía buen desempeño en la cancha. Su posición inicial fue de 4, después de 3 y en sus últimos años jugaba más cerca del arquero. "Jugué siempre en la liga local y regionales para Douglas y para Manuel Ocampo", comenta y también refiere que tuvo la fortuna de salir subcampeón con la Selección de Pergamino. Recuerda como si fuera hoy las instancias de esa final en 1980. "Perdimos la final provincial con Olavarría", recuerda.

Al recordar sus comienzos en el deporte, expresa que tuvo dos grandes maestros, Alberto Almada y Abel Carnevale. "Esos fueron mis maestros de chico, y los que me llevaron de su mano a primera división. Todo lo demás lo fui aprendiendo en la cancha".

Reconoce que siempre tuvo un estado físico privilegiado y se confiesa "un fanático de los entrenamientos". Esa disciplina fue garantía de buen hacer en el campo de juego. "Siempre me cuidé mucho y salvo una lesión de ligamento de tobillo a los 41 años, que me tuvo un año fuera de la cancha, no tuve grandes lesiones".

"Creo que la dedicación en los entrenamientos y la condición física fueron los atributos principales que me permitieron permanecer en el fútbol durante tantos años", resalta. Confiesa que el retiro llegó como "algo natural" como consecuencia de la edad. "Yo jugué muchos años de regalo. Con compañeros mucho más chicos que yo".

Asegura que la satisfacción más grande que le dio el fútbol fue el campeonato que ganó con el Club Argentino en 1976. "El torneo terminó el 15 de enero de 1977, y salimos campeones después de 25 años en que el club no lograba un campeonato", agrega. Y abunda: "Fue una final que jugamos contra Juventud en cancha de Compañía".

A la par de los resultados, en el deporte cosechó vínculos que atesoró para siempre. Y la mayor retribución fue esa. "Realmente durante muchos años jugué prácticamente sin cobrar, solo en algunos clubes te pagaban. Pero mi mayor satisfacción no pasaba por ahí, sino por lo que significaba jugar al fútbol para mí", confiesa.

Su vida laboral

En paralelo con la actividad deportiva, desde chico Juan José se abrió camino en el mundo del trabajo. "Durante 45 años vendiendo diarios. Era canillita. Con mi tío teníamos una parada en San Martín y San Nicolás. En la década del 70 vendíamos más de trescientos ejemplares de La Razón por noche", describe.

"Yo siempre estaba en la parada y también hacía algún reparto con mi tío", añade en un relato que acerca anécdotas de otro tiempo y de otra dinámica de la vida en Pergamino. "Mi trabajo de canillita era de noche, y durante el día, estaba con mi tío que era lustrador de zapatos en la esquina de San Nicolás y avenida. El lustraba botas y yo lo ayudaba a vender billetes de lotería", relata. Y menciona: "Me crié en esa esquina, cuando aún no había peatonal".

Más tarde la vida lo fue llevando por distintas actividades. "Me dediqué a hacer algunas cobranzas y hasta hace un par de años estuve en el Club de Viajantes, donde vivía, como encargado de las fiestas que se hacían allí", cuenta. Y describe el trabajo que hacía: "Quien manejaba el servicio me asignaba la tarea de coordinar las distintas actividades de las fiestas. Era el responsable de todo. Me gustaba ese trabajo, estaba con los mozos, les alcanzaba los delantales, los manteles. Yo vivía en el Club y me dedicaba a eso".

En la actualidad se dedica a hacer mandados para una pollería, en la zona cercana al Club Illia. "Hago mandados y cuido de noche", refiere.

El tiempo libre

Desde hace algunos años en su tiempo libre practica fútbol tenis en el Parque Municipal. "Hace cinco años que competimos representando a Pergamino en los Torneos Bonaerenses en Mar del Plata. Es una actividad que me gusta mucho".

"Es una disciplina nueva, llegamos a Mar del Plata y este si clasificamos, podría ser nuestro sexto año", acota. También va a natación al natatorio del Parque Municipal. "Tuve un problema de columna y el médico me recomendó ir a la pileta y encontré además de una actividad que me hace muy bien, un grupo humano maravilloso con el que establecimos una hermosa amistad. Nos reunimos y compartimos buenos momentos".

"Somos gente de mi edad, de vez en cuando hacemos una comida, yo suelo hacer de mozo, porque soy servicial", agrega, agradecido por esos vínculos.

Juan José está separado y vive solo. No tiene hijos. Confiesa que le hubiera gustado tenerlos. "No se dio. La vida lo habrá querido así", reflexiona. Su entorno afectivo está conformado por sus amigos, sus sobrinas Milena y Candelaria- una de ellas su ahijada- y esos vínculos que fue cosechando a lo largo de la vida.

Se lleva bien con la soledad, pero reconoce que "hay momentos en que cuesta, sobre todo cuando termina el día y uno se encuentra solo sin poder compartir lo cotidiano con alguien", señala. "No es fácil la soledad", confiesa. Y enseguida se enfoca en aquellas cosas que le causan profunda felicidad y que nutren su vida.

Boca Juniors, una de sus pasiones

Una de sus pasiones es Boca Juniors. "Me ocupa bastante tiempo. Soy parte de la peña que es la más vieja del país, fundada el 20 de diciembre de 1962 en el famoso Hotel Roma".

"Yo tenía 10 años y me llevaban disfrazado. Después fui más grande, se armó una comisión que tuvimos mucho tiempo fútbol infantil. Integro la peña de Boca desde siempre. Me metí en el año 1978 hasta el día de hoy. Siempre fui secretario. Ahora ya no quería más, pero Martín La Fico Guzzo me convocó para que siguiera".

"Eso me hace viajar por trámites y casi siempre por los partidos. Estamos haciendo 25 o 30 viajes por temporada, y yo voy a casi todos", relata.

"Hemos viajado mucho. Tuve la suerte en 1976 cuando Boca ganó la Copa Libertadores de estar en Uruguay. Fue inolvidable. También viajé a distintos puntos del país y de países limítrofes. Eso me ha permitido estar en contacto con jugadores y dirigentes. Para mí ir a la Bombonera es como entrar a mi casa", resalta.

Asegura que tomó esta pasión de su papá. "El era de Boca, vivía en un conventillo del barrio de La Boca, y fue contratado por la empresa que hizo la primera cancha de Boca", menciona, aunque reconoce que han vivido ese amor por el Club "de manera diferente".

"Tengo un cuaderno en el que tengo anotados todos los partidos de Boca a los que fui. Pongo la fecha, el resultado y a fin de año contabilizo la cantidad de partidos que tuve la fortuna de disfrutar", cuenta. Ese registro es muestra de su fidelidad al club y del tiempo dedicado a esa pasión. Recuerda con precisión que el primer partido que presenció fue el que se disputó el 10 de junio de 1970. "Se jugó a la mañana, jugaron Boca e Independiente. Boca perdió y volví todo el camino llorando". Cuando lo dice, como quién repara en eso que expresa, el relato se detiene. Enseguida agrega: "Mirá la vida que ha pasado desde ese momento. Con Boca he andado por todos lados. Creo que solo me faltó ir a la final en Tokio".

Un largo recorrido

De la mano de Boca, jugando al fútbol, vendiendo diarios, haciendo cobranzas y repartos, asistiendo en eventos gastronómicos, "El laucha" tiene un largo camino recorrido. "Tuve una vida linda", destaca. Y piensa un momento. No ha sido ambicioso. "Diría que no tengo demasiadas asignaturas pendientes, quizás me hubiera gustado ser padre. Por lo demás, estoy hecho".

"A esta altura del partido, no tengo grandes pretensiones. El deporte y la actividad laboral me han dado muchos afectos. Tengo amigos en todos lados. Tengo un grupo de amigos de cuando jugaba en Argentino. Se llama 'Los distintos' y nos reunimos para celebrar los cumpleaños de cada uno. Hace unos días celebramos el mío que fue el 13 de junio", refiere.

Jamás ostentó el reconocimiento, pero ha sabido agradecer las muestras de cariño recibidas. Lo señala sobre el final cuando comenta que al cumplir 500 partidos en primera división le entregaron una plaqueta. También menciona que el Círculo de Periodistas Deportivos siempre "me tiene en cuenta". 

"Jugué más de mil partidos en Primera. No es poca cosa. No me puedo quejar", añade. Agradecido a la vida y a Pergamino, por tanto, sobre el final, simplemente agradece. "Este es un lugar que me ha dado mucho, en el deporte y en la vida. Imagino que terminaré mis días acá, sintiéndome tan querido por todo el mundo como me siento hoy", concluye.


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