Perfiles pergaminenses

Nicasio Abraham: un apasionado de las tradiciones que encuentra en ellas el motor para el arte


Nicasio Abraham- un hombre comprometido con la cultura y las tradiciones

Crédito: LA OPINION

Nicasio Abraham: un hombre comprometido con la cultura y las tradiciones.

Es letrista y fue trabajador gráfico. Ama la historia, pinta cuadros. Rinde culto a las costumbres que pasan de generación en generación sin vivir atado al pasado. Ama viajar y cada recorrido es una posibilidad de hallar tesoros que conserva. Artesano de las cosas, y lector incansable, su historia es testimonio del valor de la identidad.

Nicasio Abraham creció en el seno de una familia de la que tomó un fuerte apego a las raíces que constituyen identidad. Sus padres eran oriundos de Manuel Ocampo, él creció en la ciudad y vive en la misma calle de su infancia. En una cálida charla en la que delinea su Perfil Pergaminense recrea costumbres y filosofías que están inscriptas en su ADN.

La conversación ocurre en un espacio acogedor, que es parte de su casa y que al mismo tiempo es el espacio que resguarda una de sus pasiones: la colección de antigüedades y objetos que tienen que ver con las culturas originarias. Hay mucho de tradición en ese lugar, y mucho de historia, conocimiento y legado.

Mate de por medio, el diálogo se inicia con referencias a su núcleo familiar primario. Habla de sus padres Antonio y Carmen y cuenta: "El era el cartero de Manuel Ocampo y ella, ama de casa. Tengo dos hermanos: Alejandra y Ezequiel".

"Siempre me tiró el campo. Adopté ese amor de mi abuela materna, Carmen María, que me llevaba desde muy chico a Cosquín y a los espectáculos ecuestres", menciona y recuerda conversaciones tan nutritivas. "Hubo entre nosotros una simbiosis, porque si no hay una reciprocidad, esa transmisión de valores no sucede", agrega y menciona algunas de las canciones de folklore que escuchaban juntos.

Tiene 62 años. Fue al Colegio Normal y terminó el secundario en el Comercial nocturno. En el plano laboral, hizo muchas cosas. "Fui letrista, trabajador gráfico en medios de comunicación y actualmente me dedico a la actividad agropecuaria", describe. De la mano de un querido amigo "Laucha" Méndez se dedicaban a hacer revistas de humor y dibujos. "El era un aventurero y necesitaba de otro aventurero como yo para distintos proyectos, trabajamos mucho juntos".

"Cuando Douglas estaba en el Nacional B fue una época importante, se hacían muchas revistas, me llamaban, trabajé mucho en el humor gráfico, y en publicaciones internacionales", agrega. De su etapa como diagramador en medios gráficos, menciona su paso por El Expreso, su experiencia en otros medios de comunicación, y su tarea durante varios años en el Semanario El Tiempo. "Guardo imborrables recuerdos y una gratitud infinita hacia Pedro Rivero, un hombre del periodismo del que aprendí muchas cosas", resalta y comenta que en aquella época el trabajo de diagramación se hacía en forma manual, lo que en sí mismo representaba casi "una artesanía".

Reconoce que no supo adaptarse a los cambios tecnológicos y la vida lo fue llevando por distintos caminos. "Siempre sentí que la gráfica era como una gran familia, hice muchos amigos", destaca y rescata que fue un trabajo que le gustó hacer: "Era algo muy creativo y nada rutinario. Después irrumpió la tecnología y los procesos de armado de las publicaciones fueron cambiando".

Un letrista de esos 

En paralelo a su trabajo como gráfico, fue letrista de carteles. "Mi trabajo en el Semanario me permitía hacer a la par ambas tareas". Se define como un autodidacta, pero reconoce que tuvo referentes. Menciona a Juan Carlos Grivarello "Griva": "Nunca vi algo tan maravilloso, era un bohemio y tenía un talento extraordinario".

"En esa época los letristas formábamos parte de una movida importante. Nuestra tarea era muy requerida y creo que fuimos de la última camada de pintores con pincel", acota. "Los pintores de letras teníamos el orgullo de ser artistas. No todos eran pintores de letras, no cualquiera conocía de combinación de colores ni tenía el pulso para hacer arte en una vidriera o en un estadio. Estábamos en la calle pintando, y la gente se detenía a mirarnos y en un momento nos vimos desplazados y eso lo vivimos como una traición, como que el progreso nos traicionó", prosigue, con una profunda gratitud hacia ese oficio amado.

Un observador inquieto

Al hablar de su trabajo y de las dinámicas propias de la vida, se muestra como un observador analítico de los cambios. "El cartero era vital en los pueblos. Había gente que estacionaba el zulky en un lugar a la espera de la correspondencia. Después irrumpió el fax, ya nadie esperaba cartas, más tarde los correos electrónicos, hoy el whatsapp, la inteligencia artificial y tantas otras transformaciones que nos hacen vivir en un mundo distinto al que conocimos", reflexiona este hombre que encuentra en la búsqueda del conocimiento un motor para crecer.

Las antigüedades y la pintura

Además de ser un pintor reconocido por la calidad de sus trabajos y por la significancia de sus producciones, muchas de ellas vinculadas a la vida rural y las tradiciones, es coleccionista de antigüedades y elementos tradicionalistas. Un mapa de la república argentina ocupa un lugar destacado en el espacio en el que transcurre el diálogo y mucho de lo que colecciona tiene que ver con hallazgos y pequeños tesoros encontrados en su recorrido por distintas provincias.

Lector incansable, afirma: "Todo lo que sea nuestro me atrae. Tengo un espíritu de eterno viajero y mi familia me acompaña en esa aventura. Y de cada lugar al que voy, traigo objetos que conservo. Cada uno de ellos tiene una historia".

"Amo y soy curioso de la cultura de cada lugar al que voy, me gusta conocer su historia, tradiciones, su geografía, su flora, su fauna y sus problemas actuales. Y lo que recojo en cada viaje lo vuelco en la pintura, es un sentimiento", afirma. Y continúa: "Lo que me diferencia de un artesano, de un escritor o de un músico, es el medio de expresión, porque el sentir es el mismo".

Experimenta un profundo amor por lo autóctono. Es conocedor de la historia, pero no se queda en el pasado. Por el contrario, resignifica constantemente los acontecimientos y los entrelaza en su modo de mirar la vida. Asegura que no vende sus objetos: "No soy un vendedor de antigüedades, aunque me han ofrecido dinero por comprar alguno de mis objetos. Lo que tengo no posee valor material, sino un valor espiritual imposible de valuar".

Una familia que acompaña

Detrás de Nicasio y a su lado, hay una familia que lo acompaña en la aventura. Desde hace muchos años está casado con Sandra, una mujer a la que conoció en Specktra. Es papá de dos hijas: Malen (20) y Ambar (16). "Ellas me acompañan en mi pasión por viajar. Mi esposa ama las bellezas naturales y yo amo la historia y las tradiciones. Nos complementamos".

"Nos falta conocer tres provincias Formosa, Santa Cruz y Tierra del Fuego. El último viaje que hicimos fue a La Pampa y siempre estamos planificando el próximo recorrido", relata. "Me gustaría visitar la Cueva de las Manos, en Santa Cruz, y otros destinos. Este país es tan grande que no me va a alcanzar la vida para conocerlo", asevera.

El campo

En el presente su actividad laboral es en el campo. "Tenemos hacienda, así que el trabajo es cotidiano. Además, la actividad agropecuaria supone mucha tarea administrativa de la que me ocupo personalmente", comenta. El espacio natural en el que trabaja también tiene mucho de historia: "El campo está en una zona de Manuel Ocampo muy rica en historia. Tengo los animales en una cañada que está documentado que fue un lugar clave en la antesala de una de las batallas que marcaron una bisagra en la historia de nuestro país", refiere, consciente de ese entorno. "Como decía Sábato, 'cada metro cuadrado de nuestro país es un metro de historia'", señala. Y cuando el interrogante lo interpela sobre su propio metro cuadrado de vida, ahí aparecen las referencias a lo esencial: "En mi metro cuadrado están mi familia, mis seres amados, los amigos, mis pinturas, el trabajo, mis libros, mis artesanías en cuero crudo y esas pequeñas cosas que están en la vida de una persona mayor".

No tiene más anhelos que aquellos vinculados al bienestar de los suyos y cada deseo lo convoca a seguir aprendiendo. "En mi tiempo libre me gusta pintar y tomarme cada tardecita ese tiempo para hacer algo que no me invite a pensar. Tengo la fortuna de encontrar ese cable a tierra en mi familia y en los amigos".

En el plano de lo que considera "inalcanzable" está la idea de viajar a Europa a visitar museos de pintura. Y entre los sueños posibles, otros viajes, más cercanos, para seguir nutriéndose de un conocimiento que es siempre es inabarcable. Eso lo convoca, lo entusiasma y lo constituye como un "artesano" del saber que a pesar de todo su recorrido y de la riqueza de su historia de vida, con humildad, se define a sí mismo como alguien que "solo sabe, que no sabe nada".


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