Editorial

Analizar la geopolítica


Así como los movimientos de las placas tectónicas pueden causar terremotos y cambios en la topografía de la Tierra, los movimientos geopolíticos tienen la capacidad de provocar cambios importantes en el equilibrio de poder global, modificando alianzas entre países, desencadenando conflictos y remodelando el escenario político y económico mundial.

Vivir, estudiar y trabajar en lugares alejados de los centros de poder global nos lleva a pensar que no tiene sentido seguir de cerca los cambios dinámicos y, por lo general, impredecibles en el escenario mundial. Sin embargo, poder mirar -aunque sea desde lejos- los cambios más significativos que se producen en otras geografías en las relaciones internacionales, especialmente en términos de poder, influencia y alineaciones políticas entre países y regiones, puede contribuir a anticiparse a lo que vendrá y, de ser posible, adoptar algunas medidas para contrarrestar posibles efectos negativos. Por ejemplo, en enero de 2020 llegaron por estas latitudes las primeras noticias que alertaban que en Europa se seguía con atención la evolución de una enfermedad que provocó el virus Sars-Cov-2 al que se atribuyó, en esa etapa inicial, la muerte de al menos 17 personas y la hospitalización de más de 400 en China. En esos días, el resto del mundo esperaba que la Organización Mundial de la Salud (OMS) confirmara si debía declarar, o no, la emergencia internacional por el brote de coronavirus en el gigante asiático. En unos pocos días el virus se propagó en otros cinco países: Tailandia, Japón, Corea del Sur, Estados Unidos y Taiwán. Lo que vino después es una historia bien conocida por todos: algunos países demoraron más de lo necesario la decisión de poner en marcha un estricto protocolo de bioseguridad.

Pero lo que nos ocupa hoy no es estrictamente algo relacionado a la salud global, sino a lo que se podría llamar movimiento de placas tectónicas de la geopolítica, es decir a aquellos cambios significativos que pueden modificar las relaciones internacionales. En ese sentido, se puede mencionar la decisión que adoptaron Brasil, India y México que, según publicó esta semana The Economist, están aplicando una extraña mezcla de libre comercio y proteccionismo en relación con las exportaciones de China. Es que el gigante asiático enfrenta el desafío de revertir la desaceleración que amenaza a su economía. Según la publicación británica, China necesita consolidar su control sobre las cadenas de suministro globales y con ese objetivo su estrategia consiste en aumentar sus inversiones en productos de alta tecnología, como baterías, vehículos eléctricos y otros dispositivos que tienen una alta demanda en todo el mundo. Un dato que resaltan los analistas es que el precio promedio de las exportaciones de manufacturas chinas cayó casi 10 por ciento entre 2022 y 2023, mientras que los volúmenes de exportación de China han aumentado a niveles casi récord.

Otro aspecto que tener en cuenta es que las manifestaciones de agricultores que se produjeron en varios países europeos en los primeros meses de este año inclinaron la balanza a favor de las políticas proteccionistas en el viejo continente. Por otra parte, está el crecimiento de los partidos de extrema derecha europeos que proponen priorizar intereses nacionales en detrimento de una apertura económica. Esto haría que el acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea, que ya lleva dos largas décadas de negociaciones, tenga menos posibilidades de cristalizarse. También está el posible regreso de Donald Trump a la Casa Blanca, lo que haría que el mundo se vuelva más proteccionista, algo que descolocaría a un país como la Argentina que, de la mano de Javier Milei, optó por el camino del libre comercio.

Con ese escenario de fondo, no es un dato menor la decisión de China de movilizar 62 aviones de guerra y 27 buques en inmediaciones de Taiwán, un territorio que es reclamado por Pekín. Según los expertos, el desembarco de tropas chinas a la isla tendría repercusiones económicas globales significativas: la economía de Taiwán sufriría una disminución de 40% en su PIB, provocando además una escasez mundial de semiconductores. Como se sabe, existe una fuerte interconexión en la economía global y Taiwán desempeña un papel clave en la cadena de suministro, especialmente en la producción de semiconductores.

Aunque estemos lejos de los centros de poder global, esa lejanía no garantiza que nuestra economía esté libre de los sismos que se puedan generar en otras latitudes. En un escenario global cada vez más interconectado, habrá que estar más atentos para aprovechar oportunidades y mitigar riesgos.


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