Perfiles pergaminenses

Guillermo Cremona: un hombre de ley que cumplió cada propósito sin traicionar jamás su esencia


Guillermo Cremona en la intimidad de su hogar dialogó con LA OPINION para trazar su Perfil

Crédito: LA OPINION

Guillermo Cremona, en la intimidad de su hogar, dialogó con LA OPINION para trazar su Perfil.

Abogado de profesión, asegura que supo desde siempre que quería dedicarse al derecho. Tuvo una extensa trayectoria laboral que le dejó aprendizajes para la vida. Ya jubilado, vive su presente comprometido con aquellas cosas que nutren el alma y al mirar hacia atrás experimenta la satisfacción de haber construido un universo personal rico en afectos.

Guillermo Raúl Cremona Ortiz es conocido por todos como "Memo". Tiene 72 años y una vida plena. Adoptó su apodo en la juventud, cuando sus amigos comenzaron a llamarlo de esa manera. Fue hijo único y desde siempre hizo de la amistad un culto que honra. Nació el 21 de septiembre de 1951. Su mamá decía que había nacido "el día de todas las flores, por el Día de la Primavera". Su papá afirmaba que lo había hecho "el día de todos los vagos, por el Día del Estudiante".

Habla con profunda gratitud de sus padres. El era Mario Cremona, empleado bancario; y ella, Edith Ortiz, una gran conocedora de la administración municipal que se jubiló como secretaria de Gobierno de la Municipalidad. Ambos eran maestros y muy trabajadores. "Yo era un tanto 'vagoneta'", menciona y cuenta que desde chico incursionó en el deporte. Jugó al fútbol en las divisiones inferiores del Club Juventud y más tarde al basquetbol. "Jugando en la sexta división de fútbol me tomaron una prueba en Rosario Central y quedé. Jugué durante ocho meses, pero no me adapté a la vida de la pensión y regresé. Comencé a jugar en la primera de Juventud, pero los partidos se disputaban los domingos, y a mí me gustaba salir, muchas veces iba sin dormir a los partidos, así que mi carrera deportiva terminó tempranamente". 

"Tuve dos campeonatos de básquet en las divisiones inferiores y uno de fútbol en Juventud", acota. Venía de una familia que tenía apego al buen desempeño deportivo. Su abuelo Angel había jugado en el Club Porteños; y su papá había salido campeón de fútbol con el Club Sport en 1945 y en básquet en el Club Gimnasia y Esgrima. "Mi papá fue uno de los fundadores del Club Juventud, presidente del club en varios períodos", refiere. También cuenta varios de sus nietos, a corta edad, ya son futbolistas: "Es una pasión que nos acompaña de generación en generación". 

Las pasiones juveniles

Confiesa que quería ser corredor de automovilismo. "Me iban a comprar un auto para correr en una categoría zonal, pero no se dio. Me desquitaba preparándole los autos que tenía mi padre. En un momento tanto mi mamá como mi papá tuvieron autos preparados para correr. Ibamos al "Triángulo de Pergamino' y ahí nos dábamos el gusto de competir".

 "Memo" cuenta que hizo la primaria en la Escuela N°2 y más tarde fue a la Escuela Nacional de Comercio, donde egresó con el título de perito mercantil. Luego de haber hecho una primera experiencia en Córdoba, estudió abogacía en la UBA. "Nací queriendo ser abogado", resalta.

Siendo estudiante secundario integró la Asociación Juvenil TEA. "Hacíamos la Semana de la Juventud, traíamos a Pergamino a grandes personalidades, entre ellas a Jorge Luis Borges. También al periodista Bernardo Neustadt. Había desfiles de carrozas y el plato gordo era el festival del estudiante, en el Cine Monumental, que se llenaba", relata y recuerda que durante cuatro años incluso se atrevió a actuar en ese evento. "Fue una época inolvidable".

Sus primeros pasos universitarios

Como sus primos estudiaban en Córdoba, cuando llegó el momento de iniciar sus estudios universitarios, se mudó con ellos. "No me adaptaba y no quería hacerle perder dinero a mis padres, así que me volví. Llegué a Pergamino una noche, cuando nadie me esperaba. Mis padres y mi abuelo estaban sentados a la mesa por cenar, les di la noticia de que había dejado de estudiar y la reacción de mi padre fue tajante: me mandó de inmediato a buscar trabajo y me invitó a que me retirara de casa. Busqué refugio en lo de mi tío padrino, y al día siguiente salí a buscar empleo, sin conseguirlo".

El Banco y otras experiencias laborales

 "Mi padre me hizo entrar al Banco Nación, era un privilegio por lo que representaba en esa época ser empleado bancario. Siempre recuerdo que el primer día, mi padre le pidió al gerente que me pusiera a pegar sobres. Esa fue mi primera función. Mi papá salió del banco, fue a buscar a mis amigos al café y los invitó a que me vinieran a ver al banco y ahí me encontraron, perdido entre una pila de sobres. Las cargadas duraron un mes".

Sabe que su padre en verdad lo que quería es que él estudiara. Y eso hizo. Dos años después de estar trabajando, pidió el traslado a Buenos Aires para retomar la carrera de Derecho. "Me fui con Jorge Ferreyra que en ese tiempo jugaba en San Lorenzo. Yo tuve la suerte de entrar al Banco Central frente a la Casa de Gobierno".

Aun estudiando, renunció a su empleo y comenzó a trabajar como vendedor de tanques para la fábrica de Juan Milei. "Pasé de estar súper cómodo en el banco, a vender tanques de combustible en la zona sur de Buenos Aires, andando en colectivo. Pero bueno, tenía más tiempo para estudiar", recuerda.

Ya siendo abogado, y tras la quiebra de la fábrica de tanques, gracias a Carlos "Cholo" Ferreyra que era subsecretario de Asuntos Institucionales del Ministerio del Interior durante la presidencia de Raúl Alfonsín, ingresó al área de Asuntos Jurídicos de esa cartera. Fue una experiencia de gran aprendizaje que tuvo que dejar abruptamente a raíz de un problema de salud que sufrió su padre.

"Tomé la decisión de regresar a Pergamino, y ocuparme aquí de cuestiones familiares. Solicité el traslado a la Anses, y al tiempo comencé a trabajar como abogado particular en el estudio de Raúl Carricart, un gran amigo", comenta. En paralelo fue parte de la vida del Colegio de Abogados de Pergamino, integrando la mesa directiva.

La carrera judicial

Tras cinco años de ejercicio profesional como letrado, tuvo la posibilidad de ingresar al Poder Judicial. "Ingresé al Tribunal Criminal N° 1 de Pergamino, en la instancia penal más alta del Departamento Judicial y allí estuve durante 24 años, hasta que me jubilé. Me apasionó el derecho penal y ejercí mi función con mucha dedicación y compromiso".

"Me jubilé a los 70 años, después de una vida de cincuenta años de trabajo. Reconozco que no fue una decisión fácil de tomar, pero vino la transformación tecnológica al Tribunal y yo no me llevaba tan bien con la tecnología. Entendí que había llegado el momento y me retiré como prosecretario del Tribunal", refiere.

La familia, su principal construcción

La entrevista que dio sustrato a este relato se realizó en su casa del barrio Acevedo, en el contexto íntimo de la vida cotidiana. "Memo" estuvo abocado a la conversación que tuvo como testigo a uno de sus nietos. Ese es su universo diario. Desde hace treinta años comparte la vida con Verónica Esteves. Ella es esteticista y cosmetóloga y tiene su espacio de trabajo en un ambiente contiguo de la casa. Comparten sus rutinas y el amor que los une desde el primer día. "Tenemos una hermosa familia ensamblada", resalta Memo, al hablar de su gente. Y agrega: "Yo soy papá de Pedro (41) y Juan (39), fruto de mi primer matrimonio. Y Verónica es mamá de Antonela y Agostina. Es decir que juntos somos papá de estos cuatro hijos maravillosos".

Reconoce que "ensamblar" no fue al principio una tarea sencilla. Pero se siente gratificado de haber persistido en ese anhelo valiéndose de un amor sano y feliz. "Luego de algunos años de convivencia con Verónica nos casamos en el año 2000. Tuvimos nuestra fiesta inolvidable en la Estancia Las Invernadas, gracias a una colecta que hicieron mis colegas del Colegio de Abogados", relata. Y bromea: "Estaba instalada la grieta en esa boda. Algunos me felicitaban y otros me decían que estaba loco por casarme de nuevo".

"Formamos una familia hermosa", destaca y con orgullo habla de los hijos: "Pedro es médico; Juan es administrador agropecuario; Antonela es contadora pública y Agostina, abogada. Son excelentes personas".

"Antonela está casada con Diego Hoffman y tienen tres hijos: Santino, Vicente y Dante, todos futbolistas. Agostina está casada con Alejo Costa y tienen a Astor, (que es rugbier); Gala y Luisa, ellos viven en Basilea, Suiza; y Juan está en pareja con Guillermina Bártoli y tienen a Justo, que también perfila para futbolista".

Como cada vez que alguien habla de sus afectos genuinos, la mirada de Guillermo se ilumina cuando la charla lo convoca a referirse a su familia. Afirma con emoción que los nietos son la luz de sus ojos y reconoce que su tiempo de "jubilado" le ha permitido disfrutar de ellos plenamente. Reconoce que una parte de su corazón se fue con aquellos que se instalaron lejos, pero entiende que esas distancias son parte de la vida.

Un tiempo de disfrute

Hoy que ya no trabaja, le gusta disfrutar del tiempo libre. Ama viajar y compartir con los amigos. Buen anfitrión, tiene varias mesas de café. "Me gusta llegar y saludar a cada uno con un beso. Mis amigos son parte de mi familia", expresa.

Asegura que a esta altura de la vida ya no hay cuestiones pendientes. A los 72 años al mirar hacia atrás observa un largo camino recorrido. Hacia adelante, están esos momentos presentes de los que disfruta a pleno. Y un futuro que imagina rodeado de esa gente imprescindible.

"Cuando miro en retrospectiva veo todo lo que hice. Logré los objetivos que me propuse. Con Verónica formamos una familia llena de amor. Los chicos son excepcionales y no nos han fallado. Los nietos son una luz. A ellos les dedico mi vida, a llevarlos, traerlos, verlos crecer y ponerme a su altura para no perder de vista jamás lo que me muestran sus ojos", reflexiona.

Y sobre el final, acerca un recuerdo de los últimos días de vida de su madre, que falleció hace poco tiempo. "Ella tenía 95 años, estaba imposibilitada de moverse, pero tenía una mente lúcida. Compartíamos largas charlas. En una de ellas, de las últimas, me preguntó cómo estaba yo con la vida. Y mi respuesta fue honesta: 'Mamá, con la vida estoy en paz".

Cuando lo cuenta vuelve a ser un poco aquel niño "vagoneta". Y ese joven con ganas de cumplir sus sueños. También este hombre que cada mañana le agradece a la vida la posibilidad de tener el alma plena y de ser, afortunadamente, un tipo feliz.


Otros de esta sección...
BuscaLO
Tapa del día
00:00
15:42
Errores:  0
Pistas:  38

Tu mejor tiempo:
12:07
Registrate o Ingresá para poder guardar tus mejores tiempos.

Nueva Partida
1 2 3 4 5 6 7 8 9
Editorial
Funebres
Perfiles Pergaminenses
Pergamino
Farmacias de turno

LO MÁS LEÍDO