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Mama Antula: una mujer decidida a promover la fe y el encuentro con Jesús


Mama Antula es la primera santa argentina seguida por Valdivielso Brochero Nazaria Ignacia de Santa Teresa y San Artémides

Crédito: AICA

Mama Antula es la primera santa argentina seguida por Valdivielso, Brochero, Nazaria Ignacia de Santa Teresa, y San Artémides.

Luego de un proceso de investigación y estudio, durante el que se reunieron las pruebas suficientes, el 24 de octubre de 2023 el Papa Francisco aprobó la autenticidad de ese milagro atribuido a la intercesión de la beata, por el cual es canonizada.

Cuando en nuestro país asome el sol dominical, la Iglesia católica tendrá una nueva santa: Mama Antula. El Papa Francisco preside en la basílica de San Pedro, la ceremonia de canonización de la beata, que se convertirá así en la primera mujer laica consagrada nacida en la Argentina en ser declarada santa.

Luego de un proceso de investigación y estudio, durante el que se reunieron las pruebas suficientes, el 24 de octubre de 2023 el Papa Francisco aprobó la autenticidad de ese milagro atribuido a la intercesión de la beata, por el cual es canonizada.

Con esa celebración, la Santa Sede reconoce la intercesión de la laica santiagueña en la curación del santafesino Claudio Perusini, quien experimentó una sanación inexplicable, luego de un ACV que lo había dejado en un estado prácticamente irremediable.

Hasta hoy, la Argentina contabaa con cuatro santos en toda su historia: san Héctor Valdivielso (canonizado en 1999), san José Gabriel del Rosario Brochero (en 2016), santa Nazaria Ignacia de Santa Teresa de Jesús March (en 2018) y san Artémides Joaquín Desiderio María Zatti (canonizado en 2022).

¿Quién fue Mama Antula?

María Antonia de Paz y Figueroa nació en Villa Silípica, actual provincia de Santiago del Estero, en el año 1730. Perteneciente a una familia con un alto poder adquisitivo, recibió la educación que se les daba a las mujeres de las familias acomodadas, la cual acentuó en ella su inclinación a la vida religiosa. 

A los 15 años, decidió dar un giro a su vida y abandonó su casa, para acompañar a los jesuitas como "beata" de la Compañía de Jesús, para lo cual hizo sus votos y vistió el hábito correspondiente, consagrándose a la oración y al apostolado. Luego, comenzó a asistir a los ejercicios espirituales en un convento de los jesuitas, donde aprendió a organizarlos.

Cuando los jesuitas fueron expulsados de América en 1767, Mama Antula sintió que debía continuar con la práctica de los ejercicios espirituales que ellos realizaban, en pro de la salvación de las almas. Fue entonces cuando empezó su misión en salida, para lo cual eligió el nombre de María Antonia de San José, y reunió a un grupo de mujeres jóvenes que pasaron a hacer vida en común, rezando, ejerciendo la caridad y colaborando de forma más bien clandestina con los padres jesuitas. 

Llevando a Jesús por los caminos

Con autorización del obispo del Tucumán, Juan Manuel Moscoso y Peralta, Mama Antula realizó una gran caminata evangelizadora, predicando por todo el territorio diocesano. Así, recorrió las actuales provincias argentinas de Santiago del Estero, Tucumán, Salta, Jujuy, Catamarca y La Rioja. 

En 1777 llegó a Córdoba y, finalmente, arribó a Buenos Aires en septiembre de 1779. La provisión episcopal concedida le permitía solicitar limosnas, pudiendo fundar casas de recogimiento y organizar ejercicios espirituales.

A lo largo de su peregrinación por los caminos y lugares que iba visitando, la actual beata se esmeraba en convocar a los lugareños a realizar los ejercicios espirituales. Como rasgo característico, Antula adoptó un estilo de vida austero y sencillo, adaptándose a las realidades de cada lugar que visitaba, peregrinando descalza y viviendo de limosnas.

Luego de un tiempo en Buenos Aires, la beata logró que las personas de la nobleza y, en general, de alto poder económico y social, no tuvieran que ocultarse para concurrir a los ejercicios espitrituales, los cuales eran de origen jesuita También, obtuvo donaciones para poder realizar la construcción de la actual Santa Casa de Ejercicios Espirituales, en los mismos terrenos de la avenida Independencia al 1100, donde hoy siguen en pie.

María Antonia falleció, en esa Casa que había fundado, el 7 de marzo de 1799, a los 69 años de edad. Sus restos fueron inhumados en la basílica de Nuestra Señora de la Piedad de la ciudad de Buenos Aires, por haber sido el primer templo al que entró al término de su larga peregrinación a pie desde Santiago del Estero. 


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