Columna de Opinion

Rumbo a octubre: tácticas y estrategias para reconstruir mensajes sin olvidar al electorado


La campaña electoral rumbo a octubre ya está en marcha y a medida que se van tachando en el calendario los días que restan hasta la contienda, los candidatos de las distintas fuerzas políticas van diseñando sus estrategias para captar votos en una Argentina agobiada por la crisis económica y el fuerte impacto inflacionario.

El primer paso de este delineamiento de la ingeniería electoral es de algún modo leer lo sucedido en las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias, un proceso que sirvió para dirimir quiénes competirán en octubre y para marcar tendencias que resultan precisamente esto: una foto que puede consolidarse en el resultado de las elecciones generales o cambiar.

En este escenario, lo que mostraron claramente las urnas que es en Argentina existe un micro mundo delimitado por la Capital Federal y la provincia de Buenos Aires. Allí vive el 45 por ciento del país y están los que gobiernan. Sin embargo, la expresión de la ciudadanía en las Paso mostró claramente que hay un 55 por ciento de argentinos que viven en otros lados y dijeron que los que creen entender y definir el destino del país estaban equivocados. El candidato de la Libertad Avanza salió tercero en la Capital Federal y en la Provincia de Buenos Aires y ganó en 16 provincias del interior.

Este resultado causó un estruendo y desató una crisis fenomenal en el resto del arco político y a asumir esa cuota de responsabilidad de no haber sabido leer que si bien el Obelisco y buena parte de lo que sucede en territorio bonaerense atrae gravitacionalmente, no siempre eso significa que los votos están ahí. Algo sucedía por fuera de esos territorios que consiguió modificar lo que hasta el momento se entendía casi como "una máxima inmodificable del comportamiento electoral".

La lectura del escrutinio de las Paso en los distritos, mostró que hubo muchos en los cuales ganó la consideración de la ciudadanía en relación a sus candidatos locales, independientemente de las postulaciones presidenciales. En varios lugares, donde la gente tuvo que votar a sus propios representantes, el ancla local tiró a Javier Milei hacia abajo. En cambio, donde la elección se dirimía solo en optar por candidatos a presidente, las diferencias a favor del postulante libertario fueron enormes. En función de esto es que los candidatos que ahora competirán en las elecciones generales es que sopesan sus tácticas. Y para ello, cada uno sacó conclusiones que los benefician a sí mismos. En el peronismo, atribuyeron la derrota a la traición de los jefes territoriales y entienden que para revertir esto es necesario pedirles que vuelvan a sacar a la calle los aparatos y a desalentar el corte de boletas.

En Juntos por el Cambio, la conclusión en virtud del resultado fue que la interna los afectó demasiado y que pelearse tan duramente no rindió buenos frutos ante una ciudadanía harta del destrato de la política. Y frente a ello, la estrategia pareciera ser ir por aquellos que no fueron a votar y pescar el voto que se fue a otra opción bajo el argumento de la capacidad de gobernabilidad que se necesita para implementar las transformaciones que el país necesita.

En las filas de Milei, en tanto, la conclusión fue que de la mano de una fiscalización más activa van a ganar votos que perdieron en las Paso y sumar aquellos que se inclinan naturalmente por la fuerza política que resultó la más elegida en las Primarias.

En rigor de verdad, cualquiera de las conclusiones que se manejan en los espacios de campaña puede ser correcta. Lo que resta saber es detrás de cuál de estas hipótesis hay más votos. Discriminar si están detrás de la traición peronista, si se esconden en la abstención de Juntos por el Cambio o en el momento que vive Milei. De la respuesta a este interrogante dependerán las estrategias que la opinión pública verá desplegar de cara a octubre. Ya hay quienes han optado por instalar mensajes de miedo. Están quienes se empeñan en mostrar equipos y quienes refuerzan la idea de que son la única opción verdadera de cambio para terminar con la casta.

En medio de estos mensajes, está la ciudadanía que siempre es soberana y observa con atención cada movimiento de sus candidatos a la espera de que llegue su momento de optar por uno de ellos que juegan a las matemáticas pensando en el ballotage y que, a medida que se acercan las elecciones, vuelven a olvidar que no es en la chicana como se gana terreno, sino en las propuestas claramente expresadas a una población que sabe que su democracia está en un momento realmente de bisagra y que necesita, imperiosamente, saber no sólo cuáles son los cambios necesarios, sino cómo van a instrumentarse para llegar a las urnas con la certeza de que el resultado electoral no significará un salto al vacío que agudice el dolor social por la crisis que ya es insoportable para muchos sectores.

Superada la instancia de las Paso y con las elecciones generales a la vuelta de la esquina, quizás es tiempo para que la dirigencia desde la inteligencia, la pericia y la mesura encuentre el modo de señalar un camino que resuelva la incertidumbre y recree en el país la esperanza, ese condimento del que se valen las democracias para construir su realidad.


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