En medio del desconcierto y la tristeza del 14 de junio de 1982, LA OPINION rescataba el testimonio de Jorge Ailan, que en cartas escritas días antes a su familia describía la hidalguía de los combatientes y la certeza de estar escribiendo una página heroica de la historia.
El 15 de junio de 1982 las tapas de todos los diarios del país daban cuenta del cese del fuego en Malvinas, producido en la víspera. Era no concertado, es decir ninguna de las partes lo había propuesto ni aceptado, solo devino tras el deterioro de una lucha desigual Ese mismo día los miembros más altos de la Junta Militar, en Buenos Aires, ratificaban la continuidad del proceso del Estatuto de los Partidos Políticos, lo que sería el inicio del camino hacia el retorno de la democracia. La Guerra de Malvinas quedó enmarcada en este contexto político militar como una batalla de consolidación de la identidad nacional.
En la edición del día 15 de junio de 1982 LA OPINION dedicaba su tapa y varias páginas al acontecer en las islas, y un espacio especial para la palabra de un convecino, Jorge Ailan, que se comunicaba con cartas con su familia, que gentilmente las cedía al Diario para que todos los pergaminense conocieran de primera mano el sentir de quienes estaban en combate.
LA OPINION, 15/06/1982
Un pergaminense, Jorge Ailan, está actualmente en Malvinas. Más precisamente, en Puerto Argentino. Vive en el mismo edificio de la gobernación, como ayudante del general Mario Benjamín Menéndez y ha escrito varias cartas a familiares suyos, quienes gentilmente las han facilitado a LA OPINION.
Por considerarlos de interés, extractamos algunos conceptos de una de ellas, dirigida a Chichí Z. de Querede y fechada el 22 de mayo. “Podría contarte muchas cosas -expresa- de toda la gente que está aquí, soldados y civiles, no solo cumpliendo un deber ciudadano sino por firmes convicciones, basadas en la historia, el derecho y el amor a la Patria”.
“Siempre hemos admirado a los hombres de Mayo y a miles de argentinos patriotas de nuestra historia, pensando que personas así solo existían en el pasado. ¡Qué equivocados estábamos! Aquí hay gente que con su heroísmo está llenando hoy páginas de gloria para nuestra historia. Y algún día, también recordaremos a los valientes patriotas de abril de 1982.
“Me siento feliz y orgulloso de participar en este momento que, por supuesto, no es fácil. Pero este sacrificio hará que nuestra nación se proyecte y ocupe el lugar que le corresponde en el concierto de las demás naciones. “Yo sé que todos están espiritualmente con nosotros, deseándonos suerte, serenidad y valor. Trataremos de no defraudarlos. “Desde aquí se hace muy difícil apartarse del tema. Deseamos que todo termine pronto y bien. Sueño con viajar a Pergamino, leer LA OPINION y comer un buen asado.
“No se olviden de mí porque yo los recuerdo siempre. Viva la Patria”. Huelgan otros comentarios. Dejemos que las propias palabras del señor Ailan nos empapen de emoción argentina. He aquí otro fragmento: “El destino me regaló esta oportunidad de poder aportar desde mi puesto de lucha mi pequeño granito de arena y contribuir con mis compañeros a lograr este sueño postergado durante tanto tiempo: ver por fin flamear nuestra bandera en nuestras Islas Malvinas.
“Aquí la vida es agotadora, cuando veo a los soldados chicos, de 18 a 20 años, desarrollar sus tareas sin ningún tipo de comodidad, durmiendo en cuevas, entre las rocas o sencillamente a cielo abierto, se me parte el corazón y no se puede aflojar. “Aquí estamos preparados para todo, mucho mejor de lo que ustedes puedan pensar. Los estamos esperando con todo. Y no tengan dudas: de aquí no nos van a sacar”.
Y es por esta espartana decisión, por este pudor viril de nuestros hombres, por su total entrega y desinterés, que el general Menéndez ha podido afirmar: “Mis soldados son de acero”. Dios los bendiga.
*Con la colaboración de Laura Villalva, de la Hemeroteca de la Biblioteca Menéndez.