Sin apoyo del Estado y con una amplia colaboración de gente de los barrios Santa Julia, Malvinas Argentinas y Luis Sandrini, hace dos décadas vio la luz el establecimiento educativo que, desde entonces, no ha parado de crecer en todos los aspectos.
El lunes 10 de abril de 2000 fue inaugurado el Colegio Parroquial Santa Julia, una institución que en estos 20 años no ha parado de crecer en todos los aspectos.
Hoy LA OPINION recuerda aquella ceremonia en la que se habilitó el primer ciclo lectivo, con una matrícula de apenas 36 alumnos que iniciaban el primer grado. La actualidad encuentra al establecimiento también con Secundaria en un predio al que se le sigue incorporando infraestructura.
LA OPINION, 11/04/2000
Autoridades de diferentes órbitas, representantes de entidades que apoyaron el proyecto y los vecinos, auténticos impulsores y ejecutores de la iniciativa, participaron con alegría del acto inaugural del Colegio Parroquial Santa Julia.
Ayer se realizó la ceremonia de presentación a la comunidad de la primera parte del establecimiento educativo para Educación General Básica que ya cuenta con 36 alumnos.
El edificio, que ofrece terminaciones de calidad, fue erigido sin sostén oficial de ningún tipo. Los habitantes de la zona de Santa Julia con esfuerzo propio fueron quienes llevaron adelante este plan que apunta a mantener la misma línea de enseñanza del
Jardín de Infantes y la Capilla.
A partir de este ciclo lectivo 2000, los niños de Malvinas Argentinas, Santa Julia y Luis Sandrini tienen la posibilidad de cursar los estudios muy cerca de sus casas, algo que sus padres venían reclamando desde hace tiempo.
La mañana de ayer fue el día elegido para abrir las puertas a la comunidad y mostrar
el fruto de un trabajo silencioso y solitario de los pobladores del extremo sudoeste
de la ciudad.
El acto empezó minutos después de las 10:00, en las puertas del exquisito edificio de estilo colonial californiano, situado específicamente en Alberdi 2965, con el acompañamiento de alrededor de un centenar de personas.
Todo comenzó con el habitual corte de cintas a cargo de la directora del Colegio
Parroquial Santa Julia, María del Carmen Abril de Lanzillotta; la inspectora jefe e inspectora de área de Diegep, Carmen Posteraro y Amalia Ruggeri, respectivamente; los sacerdotes Ariel Busso y Abel Gaspar y el intendente Héctor Gutiérrez.
Luego el padre Ariel Busso bendijo las nuevas instalaciones, para después dirigirse a los presentes la inspectora jefe de Diegep, Carmen Posteraro, y el jefe comunal.
Por último, el presbítero Ariel Busso cerró la especial reunión con emotivos conceptos de reconocimiento hacia los habitantes del barrio y las personas que desde
diferentes sitios brindaron su colaboración para concretar esta primera parte del emprendimiento.
El colegio
El Colegio que abarca un amplio espacio del predio ubicado sobre calle Alberdi, a escasos metros de la ruta nacional 8, en esta fase inicial cuenta con tres aulas -
una de ellas en avanzado estado de construcción-, dirección, secretaría, sala de maestras, cocina, patio y diez baños individuales -cinco para niños y cinco para niñas-.
En la actualidad son 36 alumnos, con uniformes particulares, que cursan primer año de la Educación General Básica, en el horario de 7:45 a 12:45.
La directora del establecimiento es María del Carmen Abril de Lanzillotta; profesor de Educación Física, Denis Ortenzi; profesora de Música, Natalia Ramallo; profesora de Materias Extraprogramáticas, Laura Maglione de Kitroser; profesora de Informática, Susana Mansilla; y la encargada del servicio de mantenimiento, Sandra Ríos.
“Ni un peso oficial”
El padre Ariel David Busso explicó ayer que “esta escuela comenzó cuando la familia Derisi donó el terreno y nos comprometimos a hacer un colegio gratuito para el barrio, por supuesto que sería católico, pero sin cargo para el barrio’.
El sacerdote confesó que “nunca pensábamos que íbamos a tardar nada más que cinco años en comenzarla y en ocho meses terminamos la gran parte que tenemos ahora. Obviamente, falta mucho pero estamos contentos”.
Con orgullo, el sacerdote dejó en claro que la escuela “se hizo con la ayuda de
toda la gente. No hay ni un peso oficial. El Estado no nos ha ayudado absolutamente con nada. Por lo tanto los ladrillos pertenecen a la gente de nuestro barrio, a las
rifas, a la campaña del ladrillo, donaciones particulares; todo esto es lo que tenemos
ahora”.