Abuelos y jóvenes no están obligados a votar, pero son ellos, justamente, quienes con más ganas concurren a las urnas. Nacida en 1922, esta convecina no falla a ninguna cita electoral.
Teresa Susana Rioja nació el 10 de mayo de 1922 en El Arbolito, según consta en su libreta cívica cuyo número empieza en 1 millón. Ya ha de haber participado, por lo menos en 30 elecciones desde que se instauró el voto femenino. Y por ley no está obligada a hacerlo más. Pero ella no quiere dejar participar y vive cada comicio con el entusiasmo de una jovencita que por primera vez entra al cuarto oscuro.
Ella misma se encargó de recordarle a toda la familia que esperaba a que alguien la pasara a buscar por su casa porque sí o sí quería ir a votar.
Llegó el domingo y antes del mediodía uno de sus 14 nietos fue por ella para llevarla a la Escuela Nº 22.
De impecable atuendo y con libreta cívica en mano, llegó a su mesa con la decisión tomada. Es que Susana, con sus 97 años, es una mujer muy actualizada y lee al menos dos diarios cada mañana, además de seguir los noticieros. Es decir que su paso por el cuarto oscuro fue breve, pero su voto fue la resultante de una concienzuda decisión.
Bravo por Susana y por tantos abuelos más que, sin tener que hacerlo, se acercan a participar en este ejercicio que, después de 36 años de democracia, ya un par de generaciones dan por hecho. Pero para ellos, nuestros abuelos, que sufrieron el no poder elegir, es un momento de empoderamiento que no se resignan a perder.