Perfiles pergaminenses

Mirtha Bregains: dueña de un espíritu inquieto que le permite cumplir todo lo que se propone


 Mirtha Bregains junto al rbol que le regaló su madre hace años manteniendo el espíritu de la Navidad (LA OPINION)

'' Mirtha Bregains, junto al árbol que le regaló su madre hace años, manteniendo el espíritu de la Navidad. (LA OPINION)

Es odontóloga y está retirada de la actividad profesional. Nació en Corrientes pero se siente pergaminense por la acogida que le dio esta ciudad cuando llegó hace más de 40 años. Es amante de las orquídeas y las cultiva con dedicación En tiempos de Navidad su historia de vida recrea las buenas tradiciones de un tiempo compartido en familia.

Nélida Mirtha Bregains, tiene 70 años. Es odontóloga y amante de las orquídeas. Cultivarlas es un arte que descubrió tempranamente cuando observó en su provincia natal, Corrientes, que esas flores inspiraban en ella una inclinación hacia la admiración y el cuidado. Nació en la capital de esa provincia del litoral argentino y a pesar de que hace más de 40 años que vive en Pergamino, no la abandonó su acento. Tiene la sencillez para narrar anécdotas que la transforman en una conversadora inteligente. Cada vivencia va acompañada de una reflexión frente a las vicisitudes de la vida. Vuelve a Corrientes cada dos o tres meses para reencontrarse y compartir tiempo con sus tres hermanos y sus respectivas familias. Allí están también sus amigos de la infancia y los de la Escuela Normal, donde se recibió de maestra. “Hace poco cumplimos las Bodas de Oro de nuestro egreso y fui para el festejo”, señala en el inicio de la charla que se desarrolla en su casa ubicada en el centro de la ciudad. Un árbol de Navidad gigante es testigo de la charla, es un regalo de su madre Claudina, que vivió sus últimos años en Pergamino, donde Mirtha la trajo para cuidarla. Su padre, Luis Edgardo había fallecido antes, él había sido procurador y juez de Paz. Guarda los mejores recuerdos de su infancia y también de su adolescencia. Hace pocos días regresó de un crucero a Brasil que realizó con 24 amigas correntinas. “Me invitó una prima de crianza y acepté porque amo los cruceros. Fue una experiencia muy linda”, refiere esta mujer que se define como un ser “sociable”.

Vive en Pergamino hace 41 años y su llegada aquí vino de la mano del que fue su marido y padre de sus hijos. Se estableció en el barrio Acevedo, cuando llegó, un barrio que la recibió con los brazos abiertos y donde conserva a buenos amigos. Fiel a un deseo del que fue su esposo se casó en la Parroquia San Roque y recuerda que sus padres y familiares vinieron desde Corrientes para la boda.

Mirtha es mamá de cinco hijos: Omar Angel, que es chef y tiene un resto bar; María de los Angeles, que es odontóloga y está casada con Luciano Nardi; María de las Mercedes, que es  contadora, trabaja en Osde y está casada con Ramiro Llan de Rosos;  María Inés, que es contadora y trabaja en Rojas Lagarde; y Alfonso que vive en Miami.

También es abuela de Mía, Francesco, Sofía, Santiago, Ignacio y Pedro, a quienes define como “el gran tesoro de mi vida”. Se reconoce familiera y cuenta que actualmente está construyendo una quinta en la zona del Club de Viajantes con el deseo de que se transforme en un espacio para disfrutar en familia.

 

Las orquídeas

Su pasión por las orquídeas nació tempranamente. La jardinería en general es una actividad que le genera mucho placer. “Estando en la Facultad gente de Misiones me regaló orquídeas de las tradicionales, a mí me apasionaba la jardinería y puedo decir sin temor a equivocarme que esta pasión por las orquídeas y por las plantas en general surgió casi en paralelo con la Odontología, una profesión que me dio muchas satisfacciones.

“Más adelante empecé a ir a exposiciones en Buenos Aires. Por entonces ya tenía algunas plantas, y a partir de allí empecé a comprar más y más. Fui evolucionando en el amor por las orquídeas y me fui interesando respecto de su cultivo”, cuenta y comenta que en la actualidad representa en la zona unos productos que se aplican en las orquídeas y que se están adoptando para otras plantas”.

Logró canalizar su pasión y comenzó no solo a cultivar sus plantas, sino a inculcar a otros ese arte. Así fue que dictó tres ediciones de un taller sobre el arte de cultivar orquídeas en el Programa de Educación y Promoción de la Salud de Adultos Mayores (Pepsam) de la Unnoba. “Di tres cursos en la Universidad y mi desafío es poder formar un círculo de orquidiófilos. Quiero insertar la orquídea en el jardín doméstico y correr el mito de que son plantas difíciles”, insiste.

En la actualidad tiene alrededor de 200 orquídeas y reconoce que pasa tiempo cuidándolas. La dedicación que le demanda es similar a la del resto de las plantas.

 

La Odontología

Durante muchos años Mirtha fue odontóloga del Sindicato de Empleados de Comercio y del Sindicato Unico de Trabajadores del Vestido. “Ni bien me casó Mandarino, secretario general del Sutiv me llamó para trabajar y después Mansilla me propuso para Empleados de Comercio. Así fue como empecé a ejercer mi profesión en Pergamino”, señala en la continuidad de la conversación.

A la par de su trabajo se dedicó a la crianza de sus hijos que mamaron de ella los valores del respeto y la generosidad.  “Conté con la colaboración de Norma Frutos una correntina que fue mi mano derecha y que actualmente vive en Mar del Plata”, agrega y reconoce que criar cinco chicos “no fue poca cosa”. “Trabajaba en los sindicatos, muchas horas. Fueron veinte años en total, los turnos se daban cada 15 minutos, fue una época de actividad intensa”.

Su vocación por la Odontología surgió de una manera curiosa. “Mi papá era procurador y siempre había querido que yo fuera escribana porque esa era la carrera que a él le había quedado pendiente. El tenía un hermano que trabajaba en Chaco, fuimos a pasar unas fiestas cuando yo me recibí de maestra, el me inculcó que estudiara Odontología. ‘Es una carrera cómoda’, me dijo. Volvimos a Corrientes el 2 de enero, la inscripción en la Universidad del Noreste había cerrado, pero me dejaron presenciar el curso de ingreso. No falté un solo día y cuando terminé el cursillo me avisaron que había obtenido la regularidad por mi asistencia perfecta”. 

Asegura que su carrera le dio enormes satisfacciones en el plano personal. “No soy materialista, para mí lo material va y viene, es la parte humana lo que prevalece y en ese sentido la Odontología me ha dado muchísimo. Soy una agradecida”.

Los primeros pasos de su vida profesional los dio en los Esteros del Iberá. Su padre le había regalado el equipo de odontología y ella había comprado su auto. Salía sola por caminos de arena para llegar al puesto sanitario en el que trabajaba. “Me iba los lunes y volvía los viernes, llevaba maestras que encontraba haciendo dedo en el puesto policial, a veces llevaba a mis padres o a mis sobrinos. Nunca le tuve miedo a la ruta, tengo innumerables anécdotas de quedarme en la ruta con lluvia y tener que esperar a que pasara algún baqueano”, relata.

En la sala sanitaria su tarea iba más allá de la Odontología. Dueña de una vocación de servicio, atendía partos y realizaba suturas a personas lastimadas. A la par atendía consultorio en Concepción.

“Mi propio consultorio en Pergamino llegó muchos años después, cuando dejé de atender en los sindicatos. En esa época me separé del que fue mi esposo y decidí armar una pequeña clínica en mi casa, pensando también en mi hija que ya estaba estudiando odontología”, cuenta y enseguida refiere que siempre le fue muy bien porque la gente fue muy generosa con ella.  

 

De Pergamino

Mirtha afirma que nunca sintió el cambio cuando tuvo que establecerse en Pergamino, porque a pesar de que Corrientes es una ciudad más grande, aquí siempre se sintió bien recibida. “Incluso algunos familiares míos pensaron en radicarse aquí porque acá la gente tiene una calidez que es muy acogedora”.

A pesar de sentirse “en casa”, viaja a Corrientes cada dos o tres meses. Asegura que esta etapa de su vida ha sido de “reencuentros” y siempre hay allá una ocasión para reunirse con amigos, además de compartir tiempo con su familia.

Entre los recuerdos de su infancia y juventud y las vivencias de su vida familiar y profesional, Mirtha vuelve la mirada sobre el árbol de Navidad que le regaló su madre y regresa a sus orígenes. A lo esencial que le da sentido a su vida: los afectos.

“Estábamos paseando por el centro de Pergamino cuando mi madre vio que yo miraba este árbol de Navidad que vendían en la Galería San Nicolás. Enseguida me preguntó si me gustaba. Le dije que sí y lo compramos. Desde ese día lo armo cada año. Esto me viene de la infancia, armar el arbolito, el pesebre era algo muy significativo en mi familia. Lo vivíamos con mucha alegría y familiaridad. Hoy eso sigue siendo así, porque pregono lo que me inculcaron y hago que todos los valores sigan girando en torno a la familia”, afirma en una precisión que la define.

Supo afrontar las dificultades que le puso por delante la vida y también supo disfrutar de los logros. Hoy está retirada de la actividad profesional y reconoce que fue una decisión meditada. “Siempre me gustó la estética en Odontología. Soy ortodoncista y ortopedista, pero para dedicarme a la estética tenía que seguir capacitándome y ya no sentía ese deseo. Quería invertir mi tiempo en disfrutar de los nietos, de la casa, de mi familia y amigos, de cocinar y de mis plantas. Decidí jubilarme este año porque sentí que era una etapa cumplida, muy linda. Así fue que dejé la profesión con una enorme sensación de gratitud porque siempre establecí una relación muy buena con mis pacientes, muchas veces el sillón del odontólogo es como el del psicólogo”. En el porvenir se imagina viajando. Ama los cruceros y ya tuvo la fortuna de realizar varios. Anhela seguir cocinando, visitar a su familia en Europa y ver crecer felices a sus nietos, acompañando a sus hijos a los que define como “los grandes pilares de mi vida”. Ambiciona dedicarse a las orquídeas, planifica realizar algunas actividades con relación a ese hobby y seguir disfrutando de la vida rodeada de las personas a las que quiere y que la quieren bien. “Tengo una vida social muy activa y eso me gusta”, afirma y cuenta que tiene un grupo de mujeres con las que una vez al mes se reúne a comer que son mamás de compañeros de colegio de uno de sus hijos. “Así tengo varios grupos, conozco a mucha gente y siempre me hago tiempo para compartir momentos con ellos, porque es lo que nutre la vida”. 

Sobre el final, cuando la entrevista casi termina, en la mesa del comedor, rodeada de objetos que trae de sus viajes y que ocupan un lugar de privilegio en el arreglo de su casa, sus referencias vuelven sobre el espíritu navideño. Botas de Navidad, velas y luces que iluminan un gran árbol le dan el marco a la gratitud, un sentimiento que acompaña a Mirtha en lo cotidiano de sus días. “Soy muy agradecida, la gratitud bendice y esa bendición te permite tener una buena vida”, concluye, aguardando el momento del encuentro en familia, en el que brindará por eso.


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