Perfiles pergaminenses

José Alberto Agosti, una referencia ineludible de nuestra historia comercial


 Tras una vida comercial exitosa hoy “Beto” disfruta del campo y la familia (LA OPINION)

'' Tras una vida comercial exitosa, hoy “Beto” disfruta del campo y la familia. (LA OPINION)

“Beto” conoció su gran pasión en el almacén de ramos generales que sus padres tenían en Mariano Benítez. Junto a su hermano Horacio, dedicó la mayor parte de su vida al rubro alimentario, como propietarios de los supermercados San José, El Gurí y La Estrella. Hoy transcurre sus días disfrutando de la tranquilidad del campo y de sus pequeños nietos.

Hubo un tiempo en que los supermercados de la ciudad no eran ni del “chino” ni una filial de cadena foránea.

Eran las épocas de los pequeños almacenes barriales y de grandes superficies a cuyos propietarios todos conocíamos. Por eso, la historia de vida José Alberto Agosti contiene un poco de la historia de todos los pergaminenses. 

“Beto”, como todos lo llaman, se convirtió en uno de los máximos referentes del comercio alimentario en décadas pasadas, y en un testigo privilegiado de la transición del almacén al autoservicio y finalmente al supermercado en nuestra comunidad.

 

De chiquito

Nació el 4 de noviembre de 1947 en Mariano Benítez, pueblo en el que desembarcó en 1898 su abuelo Clemente, un inmigrante italiano. Arraigarse a tierras nuevas fue el puntapié inicial para desarrollar una historia atravesada por la actividad comercial ya que el padre de “Beto”, don José, luego de realizar el Servicio Militar, trabajó como empleado en el que después sería el almacén de su propiedad y que funcionaba en Mariano Benítez.

En el pueblo, su papá conoció a María Tedesco y juntos se dedicaron exclusivamente a la atención del negocio. Fruto del amor matrimonial nacieron José Alberto y Horacio. “En nuestra época se comenzaba a trabajar desde que éramos niños. Con mi hermano fuimos a las Escuela Primaria Nº 14 hasta sexto grado, pero ya desde que tenía 8 aproximadamente ayudaba en el almacén”, cuenta nuestro perfil de hoy.

Los viejos almacenes de ramos generales, justamente adquirían ese nombre porque al ser los únicos espacios comerciales del pueblo, vendían todo lo necesario para la supervivencia en el lugar, desde elementos de ferretería, pasando por comestibles y hasta se constituían como bares.

 

Probando suerte

Hasta los 19 años fue empleado permanente de su padre en el almacén. A esa edad, convencido por Alberto Villanueva, se trasladó a Pergamino para trabajar en el restaurante y confitería Fedra, ubicado en el Cruce de Caminos. Allí llevó adelante diferentes tareas tales como atender en la barra de tragos y ubicar las bebidas en la heladera. 

Tres años trabajó en Fedra y su vida se alternaba entre Pergamino y Mariano Benítez. 

 

En Fenicia

Con Fedra en su apogeo, decidió probar suerte en otra confitería: Fenicia, que también se encontraba en la zona del Cruce de Caminos. “Cuando empecé a trabajar en Fenicia, que era un lugar de copas, me vine a vivir a Pergamino. Trabajando en la confitería conocí a la que fue mi mujer por muchos años, una estudiante de Psicopedagogía, oriunda de Olavarría, Beatriz Olliari, con quien me casé cuando tenía 25 años y tuvimos cuatro hijos: Carla, Franco, María Belén e Irene, quienes nos hicieron abuelos de siete nietos: Martina, Alma y Milagros (mellizas), Bruno, Micaela, Vito y María Sol”.

 

Del almacén al autoservicio

Al poco tiempo de haber contraído matrimonio, dejó de trabajar en la confitería para refrendar aquel verso tanguero que asegura que “siempre se vuelve al primer amor”: instaló un pequeño autoservicio en Monteagudo y Avenida de Mayo al que llamó “San José”.

En épocas en que en Pergamino todavía estaba arraigado el almacén de barrio, decidió incursionar en el comercio alimentario y en el entonces novedoso sistema que establece el autoservicio: servirse solo y pasar por caja. “San José fue el primer comercio que abrimos junto a mi hermano en 1976”, recuerda.

Hasta 1979 perduró el autoservicio, y a partir de allí, motivados por sus conocimientos en el rubro, los hermanos decidieron dar un paso más e invertir en la construcción de un supermercado, ubicado en la misma esquina. “Con las ganas que nos daba la juventud decidimos alquilar la esquina de enfrente, donde era el depósito de la vinería Di Benedetto. Allí hicimos reformas y construimos un supermercado en el que el vecino podía conseguir desde carne hasta frutas y verduras y todos los comestibles que necesitara”, explicó “Beto”.

Como protagonista y uno de los máximos referentes del supermercadismo local, experimentó en primera persona el cambio de hábitos que significó aquellas novedades a la hora de comprar. Recuerda que ya habiendo pasado por la experiencia del autoservicio, cuando abrieron el supermercado “en muchas oportunidades teníamos que ayudar a los clientes a servirse la mercadería porque no estaban acostumbrados a esa dinámica de compra”.

 

Sin libretas

Este traspaso del almacén al autoservicio y luego al supermercado implicó la primera transición a nuestro presente signado por el “plástico”: la gente y los comerciantes debieron dejar de lado las libretas para dar paso a las chequeras con las que se hacía el pago cuando las tarjetas de crédito no eran utilizadas tan masivamente ahora.

 

El gran supermercado

Con ansias de seguir creciendo, en enero de 1981, los hermanos Agosti adquirieron el supermercado Gurí de avenida Rocha y Trincavelli. “Si bien nosotros teníamos experiencia en la dinámica del supermercado, el Gurí fue todo un desafío porque era una estructura mucho más grande, movilizaba una mayor cantidad de personal, teníamos que tratar con las grandes empresas proveedoras del país en una época en que el sistema de comercialización de comestibles era una actividad dificultosa. No nos olvidemos que antes había que marcar el precio de los productos uno por uno, realizar la caja de manera manual ya que las máquinas registradoras eran menos tecnológicas que ahora e ir anotando en una libreta las ventas que se efectuaban rubro por rubro. El Gurí fue una novedad para los ciudadanos en general y también para nosotros”, recordó “Beto”.

 

Profundos cambios

Los Agosti además fueron testigos privilegiados de la transición entre la mujer que iba al almacén con la red o la canasta y el matrimonio que en auto asistía al supermercado para hacer las compras.  “Poco a poco fuimos captando la atención de los hombres y los convencimos de que fueran al supermercado. Allí les ubicamos una cava de vinos y otros elementos que pudiera ser de su interés. No nos dimos cuenta de las profundas transformaciones que se generaron en este ámbito en poco más de una década”, ahora valora.

 

La Estrella

“En 1982 decidimos comprar ‘La Estrella’ a ‘Pepe’ Gómez Echevarrieta y asumimos otro desafío porque era un supermercado que vendía mucho y estaba en el ‘corazón’ de Pergamino. Había mucho movimiento allí porque donde actualmente se ubica el salón de la Sociedad Española estaba el Correo”. Siendo propietarios de tres supermercados, los hermanos Agosti tenían mucha influencia en la venta de productos alimenticios en nuestra ciudad, eran una referencia.

 

Empleadores 

Después de la crisis económica en 1986, con su hermano Horacio decidieron alquilarle el supermercado La Estrella a un viajante de la firma Molinos y realizaron una especie de división de tareas: Horacio se quedaría así con el supermercado San José mientras que “Beto” permanecería desarrollando su labor en el Gurí. 

Es de destacar que como empresarios, reconocidos de nuestra ciudad, tanto él como su hermano brindaron trabajo a numerosos pergaminenses. “Muchísimas personas pasaron los tres supermercados, algunos jóvenes que hacían su ingreso al mercado de trabajo y otros, aproximadamente 30 personas, que se jubilaron en el Gurí, por ejemplo”, contó el entrevistado.

 

El peor momento

La inundación de 1995 tocó muy de cerca a los Agosti habida cuenta que el Gurí, sobre avenida Rocha, fue unos de los comercios más afectados de la ciudad. Así lo recuerda “Beto”: “La inundación hizo que perdiéramos casi todo. El supermercado quedó prácticamente bajo el agua. Fue un momento durísimo. Pensábamos que no íbamos a poder continuar con este emprendimiento, perdimos mucho dinero, pero gracias al apoyo de los empresarios logramos salir adelante aunque debimos construir todo nuevamente, menos el techo”.

 

Actividad agropecuaria

Con el supermercado San José ya vendido, y La Estrella alquilado, solo quedaba el Gurí en la actividad comercial de los Agosti hasta 1997, cuando  deciden venderlo a la firma Norte que en 2001 sería absorbida en por la francesa Carrefour, actual nombre del comercio.

Antes de vender definitivamente el Gurí, junto a su hermano compraron campo y se iniciaron de este modo en la actividad agropecuaria que sostienen hasta estos días.

 

De la mejor manera

Destacando la perseverancia y la constancia como el valor secreto para permanecer durante tantos años en el rubro alimentario, dijo, a modo de transferencia de experiencia y consejo para las nuevas generaciones, que “en todo lo que emprendamos lo importante es hacerlo de la mejor manera”. Mientras que para salvaguardar la clientela, el excomerciante sostuvo que “hay que procurar que el cliente se vaya contento”.

 

El comercio, su pasión

Hoy, mientras dedica sus días al campo, agradece a su familia por haber estado cerca en los años de mayor trabajo, cuando no quedaba tiempo suficiente para estar en compañía de los seres queridos. “Los años de más actividad fueron intensos, de mucho trabajo, responsabilidades y nada hubiera podido ser posible sin el acompañamiento de la familia”, dice. Si tiene que elegir entre las dos actividades que llevó adelante en su vida, sin dudarlo, prefiere la comercial “por el contacto con la gente” y porque es la que lo acompañó desde niño. “Y porque es linda”, sintetizó “Beto”. Sin más.

 

Viajero del mundo

Separado de su mujer, por estos días divide su tiempo entre el campo, sus hijos, nietos y en algo que le apasiona: viajar. “Hice muchos viajes, con mi familia, mis hijos, con amigos, solo, me encanta viajar. El destino más exótico que conocí fue China. Menos Oceanía conozco todos los continentes. Algunos lugares los conocí gracias al comercio porque participé de eventos del rubro. Hoy viajo con mis nietos. Si hay un fin de semana largo, viajo. Me encanta”, relata y a pesar de esta avidez por cambiar de aire, paradójicamente no puede alejarse mucho tiempo de su Pergamino natal, espacio que considera su lugar en el mundo.

 

El plan

José Alberto Agosti es un hombre activo y le cuesta pensar en que según pasen los años, el cuerpo le pedirá más reposo. De todos modos, tiene un plan “Me imagino transcurrir la vejez con tranquilidad, junto a mis seres queridos y haciendo lo que disfruto”.


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