Editorial

Todo bien con los controles del Estado, ¿y la responsabilidad de los padres?


Una tragedia más en el verano 2018: Franco Catanzaro,  de 7 años, murió en una playa en el Partido de la Costa cuando manejaba un cuatriciclo y fue embestido por otro de mayor porte. Hoy se discute en la Justicia si el niño manejaba o iba de acompañante. En fin, un drama que le costó la vida a un chico.

Y se suma a la muerte de un joven por el vuelco de su cuatriciclo en la ciudad de Monte Hermoso, su novia está grave y las otras tantas que se suman en cada temporada de verano evidencia la importancia de tener plena conciencia y responsabilidad al momento de subirse a estos vehículos. Franco falleció, sin ir más lejos, en el mismo lugar donde hace pocos días murió un joven marplatense de 30 años cuando quiso saltar un médano, pero el cuatriciclo cayó mal y le ocasionó un fuerte golpe en el pecho y en la cabeza. También un joven de 18 años volcó con el cuatriciclo y murió.

Podríamos seguir la lista de tragedias absolutamente evitables y entonces debemos hacer un punto para plantearnos el problema de la responsabilidad y del respeto a las normas. 

Fíjese el lector el parte oficial que difundió la Policía: el niño Franco “conducía un cuatriciclo marca Yamaha 90 CC y fue embestido por un cuatriciclo Yamaha Raptor 600 CC conducido por Agustín Ciarini, que tiene 18 años”.

También en nuestro distrito, más precisamente en Guerrico, sucedió en estos días un siniestro que no dejó secuelas de gravedad pero muestra palmariamente la irresponsabilidad y liviandad con que se infringen ciertas normas que, lejos de coartar, fueron concebidas para proteger a la población: una criatura de 2 años y otra de 12 fueron atendidas en el Hospital San José “al caer de la moto que conducía una adolescente de 17 años”, consignan nuestros colegas de Semanario El Tiempo.  La postal es por demás conocida: más de dos personas a bordo de una moto, con el agravante de que en este caso eran todos menores. Si el lector se pregunta cómo sus padres los dejaron hacer semejante cosa, la crónica trae la respuesta: “Cuando los uniformados llegaron al lugar del siniestro los familiares habrían querido ocultar la evidencia quitando la moto involucrada de la escena”, continúa la noticia. Corolario: está mal, lo sabemos pero lo hacemos igual.

Por su peligrosidad, el uso de cuatriciclos está prohibido en muchas zonas de playa y su uso restringido a zonas muy específicas. Nadie lo cumple y la Policía ha tratado hasta con drones de controlar el problema con éxito cero. Cuentan las autoridades de Pinamar que la mayoría de los controlados insultó a los agentes de tránsito “conseguite un trabajo”, les decían, entre las expresiones más suaves y reproducibles. En ese estado mental está muestra sociedad, por eso lo que sucedió con el técnico de la Selección Nacional, Sampaoli insultó a un inspector y le dijo “ganás 10 pesos por mes, gil” para humillarlo, no fue más que un prototipo que se repite en otros ámbitos. En este caso es peor porque el DT debiera dar el ejemplo, pero ese es otro tema.

Fundamentalmente, decimos, este corrimiento de la familia frente a los hijos menores, para que al fin hagan lo que quieran, dejando que los riesgos y peligros los corran con total de-saprensión. Después, cuando la tragedia sobreviene ¿les vamos a echar toda la culpa a los que deben controlar el uso de cuatriciclos? ¿Dónde está esa familia, los padres fundamentalmente, que permiten que los niños hagan cualquier cosa? Lo mismo en la playa como en la escuela u otros ámbitos, muchos padres se corren de sus deberes y deben hacerse cargo la Policía, los docentes, los inspectores. Cuando algo sale mal, la culpa está en el otro indefectiblemente. Incluso cuando un servicio se presta de manera ilegal, hay una doble responsabilidad de los padres: la primigenia e ineludible, no permitir a sus hijos que lo utilicen (aunque se enojen, pataleen y hagan berrinches) y la segunda, más vinculada a la responsabilidad civil, denunciar ante las autoridades como adultos responsables que son.  

Pero sería pedir mucho… si vemos a padres manejando con los chicos entre el pecho del papá y el volante en una moto, otros que dejan que los hijos vayan en moto a hacer mandados o pasear sin la edad, sin el carnet, sin el casco siquiera, asumiendo que en lo próximo no hay peligro, y desconociendo toda la normativa existente para proteger a los ciudadanos. Ahora, cuando la desgracia golpea, no faltan los abogados que se adosan a las familias de las víctimas para buscar responsabilidad y resarcimiento en ese mismo Estado cuyas leyes fueron burladas.

La verdad es que en la medida que la familia no asuma sus responsabilidades, no habrá controles que alcancen y las tragedias seguirán siendo “accidentes evitables”, pero que igual se produjeron. Un verdadero despropósito.

Quienes manejan un cuatriciclo deben tener en claro las normas a cumplir y, en caso de habilitarse, deben contar con el seguro correspondiente. Muchos creen que cualquiera puede manejarlos solo por el hecho de tener cuatro ruedas y ser más estable que una moto, y no es así. Por otra parte, resulta fundamental que el marco legal que lo reglamente esté unificado y sea de carácter nacional. En Pergamino, por ejemplo, no se puede circular en cuatriciclos por la ciudad y cuando comenzó a ponerse de moda, secuestraron los vehículos y se evitó el problema. Pero en la Costa Atlántica su uso es extendido y menores y mayores lo utilizan a destajo.

Los mayores que quieran arriesgarse allí donde esté permitido, es aceptable, pero que los padres se lo permitan a sus hijos menores es claramente escandaloso. Deben tomar conciencia del riesgo que implican los cuatriciclos y las motos para los chicos, deben asumir la responsabilidad de decir que no a los hijos cuando se trate de cuestiones riesgosas. Al fin de eso se trata la familia, de proteger a los más chicos, evitarles peligros, educarlos en el cumplimiento de las normas. Solo así podemos generar avances significativos en materia de seguridad vial. De lo contrario seguiremos siendo la sociedad que hace lo que quiere y donde aquello evitable se convierte en accidente seguro.

Una vez que todos asumamos las responsabilidades que los adultos tenemos, tanto en el uso como en el resguardo de los menores para los cuatriciclos y las motos, los controles bien ejercidos tendrán resultados. Para ayudar a esa toma de responsabilidades, aquellos que no cumplan esta nueva normativa deberán pagar una infracción inicial de 25 mil pesos, que podrá incluir cargos extra por el costo de acarreo y estadía, en caso de ser secuestrado el cuatriciclo.

 

Pero insistimos, si no hay autoridad en la familia, los controles, multas o persecuciones no alcanzarán para revertir el problema.


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