Editorial

Los legisladores que más nos faltaron el respeto en 2017


La información oficial de la Cámara de Diputados de la Nación, tomada en función del inapelable tablero electrónico que preside cada sesión, indica que hay 28 legisladores nacionales que faltaron a más de la mitad de las votaciones este año. Y no solo se toman en cuenta las sesiones sino se han agregado reuniones de comisiones porque es la coartada que durante años han esgrimido los legisladores faltadores: “La sesión no es todo, yo trabajo mucho en las comisiones”. Una mentira de cara a la sociedad (porque en el Congreso todos saben) que ya no va más: quien no va ni a votar las leyes no concurre tampoco a las comisiones de estudio, esto es fácilmente comprobable porque también hay documentación respecto de los presentes en estos encuentros.

En 2017 se realizaron 11 sesiones en la Cámara Baja y se votó en 31 oportunidades. No es una estadística para ponernos contentos, porque es un indicativo de que se ha trabajado bien poco en Diputados durante el año electoral. Entre los que faltaron en las votaciones está Sergio Massa con 24 ausencias; le sigue la diputada Elisa Carrió con 15 faltas. Con respecto al ausentismo en las sesiones: 40 diputados faltaron en más de la mitad de las sesiones; ellos son: José Herrera, Graciela Navarro, Jorge Barreto, Mauricio Gómez Bull y Carlos Heller.

El ranking también destaca a los que no emitieron su voto. La salvedad viene a cuento de que más de uno da el presente y luego, al momento de la votación se retira, por razones que pueden ser personales como políticas. Al menos siete diputados faltaron a votar a más de 100 proyectos de los 156 que se votaron en 2017 en el recinto. Todo un récord de ausentismo, pero como trabajan para toda la sociedad, es decir que son muchos los “jefes”, parece que nadie les reclama. Si trabajaran en una empresa hace ya tiempo que habrían sido despedidos. 

Ante tamaña responsabilidad y con sueldo que es 10 veces mayor que el salario promedio, sin contar viáticos y otros cobros más o menos ocultos que tienen (canje de pasajes aéreos por dinero, vales de nafta, hotel, etcétera) lo menos que debieran hacer es ir a trabajar al Congreso, como señal de respeto a todos los que padecemos algunos rigores impositivos para pagarles tantos beneficios.

Es enojoso y desvergonzado que Elisa Carrió, gran protagonista del interbloque oficialista y en especial en el cierre del año cuando se trató la reforma previsional, haya sido una de las que más faltó: la legisladora por Cambiemos no participó en 106 votaciones. Así como Sergio Massa, el exgobernador riojano Luis Beder Herrera, el peronista petrolero Alberto Roberti, Dulce Granados (esposa del intendente de Ezeiza), el actual gobernador radical de Corrientes, Gustavo Valdés; el jefe de la CGT Héctor Daer, el también sindicalista Omar Plaini, Sandra Mendoza (exesposa de Capitanich), Mauricio Gómez Bull, el banquero Carlos Heller y Remo Carlotto, hijo de la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo.

Más allá de excusas que todos tienen para sus ausencias, hay quienes dicen que en una sesión se tratan proyectos de poca importancia, como el “Día del Pasto” y otras propuestas cuyos autores deberían ponerse colorados, y que por eso dejan el recito por un rato. Es cierto que en las comisiones de análisis no se debieran dejar pasar propuestas que hasta mueven a la risa, presentadas por legisladores que tienen la cara más dura que el titanio. Pero esa no es excusa para no estar en ninguna votación importante, que también las hay y que tienen peso concreto en la vida de los argentinos. Además, como todo trabajo, el oprobio también hay que pasarlo en el puesto. Insistimos, no cobran poco. En todo caso, que se descuenten las horas de la dieta, y si alguno piensa que su tiempo vale más que escuchar ciertas iniciativas, que se retire.

Algunos debutantes, luego de asumir hace días no más, también lograron destacarse en este ranking incómodo. Un caso particular es el de la exgobernadora de Santiago del Estero y esposa del actual mandatario, Claudia Ledesma de Zamora. En porcentajes, lo suyo es inigualable: faltó a casi el 90 por ciento de las votaciones (35 de 39). 

La expresidenta Cristina Kirchner faltó a una de las dos sesiones desde que asumió en la Cámara Alta y quien más ausencias registra este año es el senador Carlos Menem que no estuvo presente en la mayoría de las votaciones.

Lo curioso es que venimos de un año electoral -con lo cual los dirigentes faltan más que nunca a sus obligaciones para hacer campaña, lo que no implica que en los años cuando no hay elecciones vayan demasiado tampoco- y vemos la desesperación que muestran para acceder a una banca legislativa. Pero parece que ahí termina el entusiasmo, en llegar. Después ejercer como legislador es otro esfuerzo que algunos no están dispuestos a llevar adelante.

 

Lamentablemente volvemos a lo que hemos resaltado en otras oportunidades: somos una sociedad que no exige a su dirigencia el cumplimiento de las labores por las que se postulan en las elecciones. Si no desarrollamos un espíritu crítico respecto de nuestros políticos, que a lo único que le temen es a la baja de las encuestas, es evidente que no lograremos que se nos respete como sociedad.


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