Han llevado la investigación de Nisman al bochorno

En este momento, pasados ya tres meses de la muerte del fiscal de la causa Amia Alberto Nisman, lo único en que se ha avanzado judicialmente es en la  desestimación definitiva de la denuncia que presentó contra la presidenta Cristina Kirchner y otros funcionarios, a los que acusó de encubrir a Irán por su presumible participación en el ataque a la mutual judía. 

El fiscal ante la Cámara de Casación Javier de Luca entendió que los hechos que figuran en la denuncia no pueden configurar un delito y se pronunció por desecharla.

Como el fiscal es el que tiene la acción del recurso y lo desistió, los jueces de la Cámara de Casación Penal sorteados para intervenir, Gustavo Hornos, Ana María Figueroa y Luis María Cabral, ya no tienen nada para resolver. Así, se limitarán a ratificar el fin de la causa en el día de la fecha. Y ya veremos más adelante sus fundamentos para la decisión tomada por el funcionario.

Con el rechazo de los tribunales inferiores y superiores el caso se encamina a su fin, sin que se llegara a la intervención de la Corte Suprema de Justicia.

Pero la causa de la muerte de Nisman sigue un derrotero complejo y no se ve la luz al final del túnel. Las peleas entre la querella encabezada por su exesposa, jueza Federal Sandra Arroyo Salgado (en representación de sus hijas) y la fiscal Viviana Fein no han hecho más que entorpecer la investigación, una vergüenza para el Poder Judicial. Pedidos de recusación, frenos a la investigación de los teléfonos y las computadoras por un lado y dilaciones en los llamados a declaratoria por otro.

La política metió la cola y el oficialismo aprovechó cierta vida disipada del fiscal para destrozarlo públicamente; se habla de gastos a cuenta del Estado, de chicas jóvenes contratadas para la UFI Amia que en realidad eran novias o amantes del funcionario. También de que Diego Lagomarsino es testaferro de Nisman en cuentas en el exterior. Nada comprobado aún. 

Un escándalo se sucede a otro, siempre con la política atravesando cada instancia de la causa: mientras allanaban la casa de la madre del fiscal Sara Garfunkel en busca de nuevas pruebas, el jefe de Gabinete Aníbal Fernández bramaba por televisión que tendrían que haberla llevado presa. El sostiene que por haber sido de las primeras en ingresar al departamento,  pudo haber tomado alguna nota de suicidio y esconderla. Es decir, pone a la propia madre del extinto en un lugar de interés político de la causa cuando naturalmente la mujer lo que quiere es saber qué pasó con su hijo. ¿Cómo entonces podría proceder de tal forma si hubiese existido la nota? Con esto no decimos que Nisman no haya escrito un mensaje, pero con seguridad si la hubo y desapareció, fue a manos de algún personaje de esta historia con algún interés político y mucho que perder, no precisamente una madre que llora la muerte de su hijo sin saber certeramente cómo murió. 

La ausencia de una nota avala la teoría su exesposa y los amigos de Nisman que dicen que no tenía motivo alguno para suicidarse y menos después de haber denunciado al Gobierno.

En medio de tanto bochorno, a casi 100 días, aún no podemos afirmar si fue suicidio o asesinato. Los peritos oficiales se inclinan por la primera hipótesis, con sus fundamentos, y los peritos de la querella por la segunda con sus razones. Ahora se habilitó una junta médica que decide quiénes tienen razón.

Por lo pronto la fiscal Fein se basa para sostener el suicidio en un informe de la Superintendencia de Policía Científica bonaerense que justifica que en las manos de Alberto Nisman no se encontró pólvora. 

El tema de la denuncia que hizo el funcionario contra la presidenta y el canciller Héctor Timermann no es menor. Sin embargo, cuando uno lee el extenso texto no encuentra la prueba suficiente. Nisman había argumentado que la Argentina firmó el memorándum secreto con Irán para que una “Comisión de la Verdad” desechara las evidencias judiciales reunidas en la causa Amia contra Irán y que se levantaran los pedidos de captura de Interpol que pesan contra cinco exfuncionarios iraníes a cambio de reanudar relaciones comerciales. Se basó para ello en escuchas telefónicas que sugerían ese intercambio con Irán. Pero el rechazo judicial en todas las instancias centró su argumentación en que, de ningún modo un tratado internacional con otro país, refrendado por una ley del Congreso, como lo es el Memorándum suscripto entre la Argentina e Irán, puede ser un hecho delictivo porque el Parlamento es soberano. Este argumento, de todos modos, establece la validez del documento pero no refiere a la veracidad del contenido, que es lo que los argentinos queremos saber. Y si se quiere achacar la responsabilidad al Congreso por haberlo validado, cabe recordar que las objeciones existieron siempre por parte de las fuerzas de la oposición, sólo que la mayoría automática del oficialismo hizo posible la aprobación.

Visto desde esta perspectiva, al Gobierno le convenía más Nisman vivo que muerto, porque podrían haber rebatido sus argumentos judicialmente. Pero hay un entramado geopolítico que engloba a los servicios secretos norteamericanos, del Estado de Israel y de la propia Argentina, a través del espía Jaime Stiusso, que ponen a prueba la imaginación y la cantidad de información que quizá nos está faltando para poder componer el mapa de esta muerte. 

La esposa del fiscal, Arroyo Salgado, dijo que murió por un problema de dinero y apunta a Lagomarsino, la fiscal Fein apunta al suicidio, inducido o no. Y ahora, de vuelta de un viaje a Israel, la diputada Elisa Carrió dice que “el Gobierno sabe, que ella sabe cómo fue la muerte de Nisman”. Por lo que ha sido llamada a declarar.

¿Hay alguien que está haciendo las cosas seriamente en esta causa?, ¿alguien que demuestre que le importa que haya resultados?

Porque el panorama que se ve es realmente desolador y a este paso la madeja de esta muerte va camino a quedar en la oscuridad. Y eso es lo peor que puede pasar.