Cuando comenzó la pandemia de coronavirus el uso de plasma de convalecientes irrumpió como alternativa de tratamiento y cuando todavía no existían las vacunas, como una esperanza para el mundo que se abrazaba a la eficacia que esta opción había demostrado en la disminución de la mortalidad en otras enfermedades virales humanas como la Fiebre Hemorrágica Argentina. Con cautela por parte de una parte de la comunidad científica por la ausencia de estudios científicos que certificaran su efectividad, fue incluido como línea terapéutica y utilizado de manera experimental.
En paralelo se impulsaron diversas investigaciones y con el avance de la emergencia sanitaria por Covid-19 y la casuística fue abundante el conocimiento que pudo reunirse. Durante la primera y segunda ola fue significativo el requerimiento de plasma de pacientes recuperados de Covid-19 por parte de los equipos médicos abocados a la atención de personas afectadas por la infección con el virus Sars-COV 2. Los testimonios de varios de ellos depositaban en esta alternativa terapéutica muchas expectativas porque referían haber mejorado sustancialmente su condición de salud luego de haber recibido una transfusión con "suero de convaleciente".
En plena pandemia, a medida que crecía el número de enfermos, se sistematizaban criterios de utilización clínica y se lanzaban campañas orientadas a recolectar plasma de personas recuperadas de la enfermedad. La solidaridad y el anhelo de hallar un modo de evitar las muertes hicieron lo suyo y la Provincia de Buenos Aires fue pionera en establecer lineamientos para crear un registro único de donantes y sistematizar el circuito de acceso a las unidades de plasma necesarias.
Las certezas en cuanto a la efectividad del plasma se relativizaron con el devenir de la pandemia y fueron varios los argumentos contrapuestos que se plantearon. Con el alivio de la cuestión sanitaria y el avance de la campaña de vacunación el tema fue cayendo de la agenda y dejaron de promocionarse las campañas de donación y de reproducirse testimonios de pacientes. Sin embargo, en la práctica real, este insumo se siguió utilizando encuadrado en estudios y siempre con pautas que fue señalando el avance del conocimiento científico.
Durante la tercera ola de Covid-19, donde los contagios fueron estrepitosos pero la presentación de los cuadros más leves, el requerimiento de plasma disminuyó considerablemente y hay quienes directamente dejaron de utilizarlo.
Hoy, aunque sigue formando parte de las líneas terapéuticas contenidas en el protocolo de la Provincia de Buenos Aires, poco se emplea para el tratamiento de pacientes. De acuerdo a lo que pudo saber LA OPINION también cambió la dinámica de la campaña de donación de plasma que se acotó al Area Metropolitana de Buenos Aires y no ya al interior del territorio bonaerense bajo el argumento de que es allí donde existe el mayor volumen de pacientes recuperados, cuya capacidad de donar alcanza para abastecer el requerimiento actual. Vale recordar que en los momentos iniciales de su empleo con fines terapéuticos y en virtud de la alta demanda, se habían establecido varios centros de extracción y desde las distintas regiones sanitarias se coordinaba el traslado de personas recuperadas para que pudieran concretar la donación que siempre fue voluntaria.
Nuevos lineamientos
El uso de plasma convaleciente como tratamiento en pacientes ambulatorios fue actualizado por la Sociedad de Enfermedades Infecciosas de América (Idsa, en sus siglas en inglés). La organización sugiere ahora administrarlo en pacientes con Covid-19 con alto riesgo de progresión a enfermedad grave y sin otras opciones de tratamiento.
La actualización fue publicada hace un par de días y recomienda la utilización de plasma convaleciente de Covid-19 dentro de los ocho días posteriores al inicio de síntomas. El informe detalla que, en pacientes ambulatorios, el uso de plasma como tratamiento puede ser más eficaz si el producto utilizado contiene títulos elevados de anticuerpos neutralizantes; y si se usa al inicio de sintomatología clínica. También incluso en etapas posteriores de la enfermedad en subpoblaciones de pacientes que no tienen una respuesta inmune humoral adecuada.
Recientemente también se conocieron resultados del estudio multicéntrico coordinado por Martin Salazar, especialista en Clínica Médica del Hospital San Martín de La Plata, del que participaron profesionales de la cartera sanitaria bonaerense. Esta investigación especifica que la administración de plasma de convaleciente dentro de los tres días posteriores al ingreso hospitalario en pacientes con Covid-19 ingresados en sala general o en Unidades de Cuidados Intensivos sin necesidad de ventilación mecánica, se asoció con una disminución de mortalidad a los 28 días, en comparación con su administración tardía.
Dicho estudio se llevó a cabo entre mayo y octubre de 2020, e incluyó pacientes hospitalizados de 18 años en adelante, con Covid-19 de moderado a grave.
De 4.719 pacientes que recibieron plasma convaleciente, 3.036 (64,3%) estaban en la sala general, 1.171 (24,8%) en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) y 512 (10,8%) en la UCI con ventilación mecánica. Se administró plasma de convaleciente a 3.113 (66%) pacientes dentro de los primeros tres días de ingreso hospitalario, a 1.380 (29,2%) entre tres y siete días, y a 226 después de siete días. La mortalidad a los 28 días fue, respectivamente, 18,1%, 30,4% y 38,9% (p<0,001). En el modelo de regresión, la administración de plasma de convaleciente dentro de los primeros tres días de ingreso se asoció con una mortalidad reducida a los 28 días, en comparación con la administración después de siete días. La administración temprana de plasma convaleciente se asoció con una disminución significativa de la mortalidad en pacientes en sala general y en UCI, pero no en aquellos que requirieron asistencia respiratoria mecánica.
La OMS desaconsejó su uso
A fines de 2021 la Organización Mundial de la Salud se pronunció de manera firme contra el tratamiento con plasma para tratar casos de Covid-19 independientemente de la severidad de los mismos. Según informó el organismo esta posición se basa en que las investigaciones realizadas muestran que "no aumenta la probabilidad de sobrevivir ni reduce la necesidad de utilizar respiradores.
La recomendación ha sido formulada por un grupo internacional de la OMS encargado de emitir orientaciones a los sistemas de sanidad de los países. El equipo evaluó la evidencia científica que resultó de 16 estudios en los que participaron 16.236 pacientes con Covid-19, que presentaban cuadros leves, graves y críticos. La conclusión fue que el plasma de convalecientes no sólo no aumenta la probabilidad de recuperación ni evita que se requiera de ventilación mecánica, sino que además es un tratamiento muy costoso y difícil de administrar.
También, señaló varios problemas prácticos, como la necesidad de identificar y hacer pruebas a las personas donantes, así como las dificultades para el acopio, almacenamiento y utilización del plasma, todo lo cual representa limitaciones adicionales para que sea un tratamiento viable.
El único caso en el que la OMS dejó abierta la posibilidad de que se utilice es en el de un ensayo controlado aleatorio.
Criterios diversos
A nivel nacional el Ministerio de Salud de la Nación publica actualizaciones basadas en evidencia. Los últimos informes disponibles dan cuenta de cómo se fueron relativizando algunas expectativas iniciales en torno a esta alternativa terapéutica. La última actualización disponible con fecha julio de 2022 refiere que "el uso de plasma de convalecientes para el tratamiento de pacientes con Covid-19 no reduce la mortalidad ni los requerimientos de ventilación invasiva y probablemente no mejore la velocidad de resolución de los síntomas" y señala que "el cuerpo de evidencia actual no sugiere la existencia de un efecto diferencial del plasma de convalecientes en pacientes con enfermedad leve o de reciente comienzo".
Con relación a la implementación marca que existen barreras identificadas y elevado costo y que las mismas serían sustancialmente mayores si se plantea el empleo para pacientes con enfermedad leve. En el plano de las recomendaciones la actualización con fecha julio de 2022 que es la última disponible- sostiene que "las guías de práctica clínica identificadas recomiendan no utilizar plasma de convalecientes para el tratamiento de pacientes con Covid-19".
La Provincia de Buenos Aires, en tanto, mantiene el uso de plasma entre las líneas terapéuticas y en su sitio web sigue promocionando la donación voluntaria de plasma. Incluso en el espacio de noticias de su página oficial cita resultados de estudios internacionales y destaca al plasma como "un tratamiento pionero en la Provincia de Buenos Aires que sigue dando buenos resultados en el mundo".
El modelo que miró el mundo
El modelo tomado en la pandemia fue el desarrollado por el doctor Julio Maiztegui para el tratamiento de la Fiebre Hemorrágica Argentina. En ese caso el plasma inmune demostró su efectividad y consiguió reducir significativamente la mortalidad producida por el "Mal de los Rastrojos". Para ello se llevaron adelante estudios científicos que validaron el tratamiento y lo reconocieron. Esta estrategia fue observada con expectativas por el mundo cuando apenas iniciada la pandemia comenzó a utilizarse plasma de pacientes recuperados de Covid-19 para tratar a quienes cursaban cuadros severos de la enfermedad causada por el virus Sars-Cov 2 de la que poco se sabía.
Anteriormente el plasma se había utilizado como inmunoterapia pasiva para el tratamiento de otras enfermedades virales como el ébola, Sars-Cov 1 y Mers, con resultados diversos. En los últimos años se ha revivido el interés en este enfoque como un medio para abordar epidemias.