El año pasado, cuando comenzó la pandemia a raíz de la irrupción del nuevo coronavirus, los centros de internación y las terapias intensivas estaban mayormente ocupadas por adultos mayores, muchos de los cuales morían a causa de las complicaciones que les generaba la infección por el virus Sars-COV 2, causante del Covid-19. Los más jóvenes, cuando se contagiaban, en general cursaban la enfermedad de manera benigna y la mayor preocupación del cuidado estaba puesta en evitar el contacto de éstos con los mayores, justamente para prevenir que enfermaran.
Así en el imaginario colectivo fue instalándose la idea de que el coronavirus era para los jóvenes y para las personas de mediana edad "una gripe" que no causaba más complicaciones que las que naturalmente genera una patología respiratoria y el aislamiento que supone para evitar su propagación. Sin embargo, la segunda ola de Covid-19 impactó con fuerza en franjas etarias distintas y de acuerdo a lo que muestra la casuística, la enfermedad se expresó en los ellas con más virulencia. Desde el inicio de esta nueva etapa de la pandemia y aún hoy -a pesar de que la curva de contagios pareciera haber iniciado un franco descenso-, han sido y son los jóvenes los que han requerido atención en instituciones de salud por la necesidad de internación y en algunos casos son los pacientes que debieron ser asistidos en unidades de terapia intensiva por la gravedad de los cuadros.
Médicos y enfermeras refieren que este año se está viviendo "otra pandemia" en comparación con la experiencia de 2020. Aunque nadie asevera con certeza si esto es atribuible a las nuevas variantes del virus o a criterios epidemiológicos específicos, lo real es que cada vez son más las personas jóvenes y de mediana edad que enferman y deben ser internadas por la severidad de los cuadros que presentan tras contraer Covid-19.
Cifras que reflejan
En este aspecto, los datos estadísticos locales que surgen de los informes que elabora la autoridad sanitaria para mostrar la progresión de la pandemia reflejan esta realidad con elocuencia: en el mes de abril de este año 418 casos de los registrados fueron de personas de entre 30 y 44 años y en mayo -que hasta el momento fue el mes más complejo desde el inicio de la emergencia sanitaria- esta cifra trepó a 994. Del mismo modo 373 de los casos positivos de abril se dieron en vecinos de entre 45 y 59 años; y en mayo ese número ascendió 837 contagios en esa franja etaria.
Si bien en la población de mayor edad también se observó en estos meses un crecimiento de la curva de contagios producto de estar en el momento más crítico de la segunda ola -o "tercer brote", como se definió a la situación epidemiológica local-, los datos comparativos con el año anterior muestran un comportamiento más regular de los mismos. En la población juvenil, en cambio, se observa un crecimiento exponencial que coincide con la preocupación que señalan profesionales de salud abocados a la atención de pacientes.
Si se analizan los casos totales en porcentajes, el 31 por ciento de los contagios (3.881 casos) se produjo en personas de entre 30 y 44 años; el 22 por ciento (2.833 casos) en personas de entre 15 y 29 años; el 23 por ciento (2.917 casos) en personas de 45 a 59 años; el 13 por ciento (1.653 casos) en personas de 60 a 74 años; el 5 por ciento (620 casos) en personas de 75 a 90 años; y el 5 por ciento (586 casos) en personas de 0 a 14 años.
Más jóvenes internados
Respecto de las internaciones, los datos estadísticos oficiales confirman el comportamiento de la segunda ola de Covid-19. Siempre observando los indicadores correspondientes a la población de mediana edad, los números refieren que entre marzo y julio de 2020 solo una persona comprendida en la franja de 30 a 44 años había sido internada. En el pico de la primera ola que se dio durante los meses de octubre y noviembre de 2020, fueron nueve y ocho, respectivamente, los internados de esa franja etaria. La internación de personas de 30 a 44 años por Covid-19 volvió a crecer a principio de este año, cuando Pergamino experimentó un nuevo brote y se profundizó en abril y mayo cuando el número de hospitalizaciones de pacientes en esa franja de edad fue de 14 internados en abril y 33 en mayo.
Algo similar ocurrió en la franja etaria comprendida entre los 45 y 59 años: entre marzo y julio del año pasado prácticamente no había internados por Covid-19 en esas edades. Las hospitalizaciones empezaron a ser necesarias en el pico de la primera ola y crecieron exponencialmente en abril y mayo de este año con números que treparon a 39 internados en abril y 92 el mes pasado.
Si se tiene en cuenta que detrás de los números hay historias, la estadística se transforma en un espejo a través del cual se refleja una realidad que muestra con elocuencia cómo el comportamiento de la pandemia ha sido diferente en esta segunda ola, lo que debe servir en lo institucional para repensar estrategias que promuevan la prevención y ayuden a internalizar las medidas de cuidado; y en lo individual a seguir revisando comportamientos y adoptando conductas que contribuyan a preservar la salud que hoy más que nunca es algo personal y colectivo, porque a pesar de que este mes la curva de contagio parece sostener su descenso y el sistema de salud se muestra más aliviado, la pandemia lejos está aún de haber terminado.
Vacunar y reforzar el cuidado
Más allá del volumen de la información estadística y lo que aporta en términos epidemiológicos, el panorama actual confirma la necesidad de poner en marcha otras estrategias para preservar a esta franja de la población que recién ahora está empezando a ser alcanzada por la vacunación y que es la que más expuesta al riesgo está por ser mayoritaria entre la Población Económicamente Activa.
En los últimos días, el plan de vacunación bonaerense contra el coronavirus habilitó la inmunización de franjas poblacionales de menor edad, lo que abre un horizonte de expectativas en relación a que el avance de este programa y la llegada de vacunas que posibiliten completar los esquemas contribuya al control de una situación sanitaria que preocupa desde hace tiempo por sus características.
De la mano de la inmunización y atendiendo a que ninguna de las vacunas disponibles evita la posibilidad del contagio -solo reduce la posibilidad de desarrollar cuadros graves- la prevención sigue siendo la principal herramienta en el contexto actual de la pandemia. Este aspecto requiere de estrategias específicas, considerando que desde el inicio de la emergencia sanitaria alcanzar con un mensaje claro a las personas más jóvenes ha conllevado algunas dificultades a las que debe sumarse el hecho de que en el imaginario colectivo se construyeron falsas certezas que no cooperan con la importancia del cuidado individual y colectivo.