En la década de 2010, se estimó que el 70% de los antibióticos utilizados a nivel mundial se destinaban a la producción ganadera. No existen cifras más actualizadas, pero es probable que esta tendencia se mantenga.
El uso excesivo de antibióticos en la ganadería presenta múltiples riesgos. Por un lado, se utilizan como sustituto de prácticas básicas de bienestar animal, como proporcionar espacio adecuado, mantener ambientes limpios y asegurar una correcta ventilación. Las malas condiciones aumentan el riesgo de enfermedades tanto en animales como en humanos. Por otro lado, el abuso de antibióticos puede favorecer la aparición de bacterias resistentes, lo que amenaza la salud de los animales y de las personas, especialmente cuando se trata de enfermedades que afectan a ambas especies. Los humanos también pueden estar expuestos a patógenos resistentes al consumir carne y productos lácteos contaminados.
Las diferencias en el uso de antibióticos entre las especies animales son considerables. Un método común para compararlas consiste en ajustar las cifras por el tamaño de los animales, midiendo la cantidad de antibióticos en miligramos por kilogramo de carne producida.
Las ovejas reciben en promedio 243 mg de antibióticos por kilogramo de carne, seguidas por los cerdos con 173 mg. En el caso del ganado bovino, la cifra es de 60 mg, mientras que los pollos reciben 35 mg. Una de las razones por las que los pollos requieren menos antibióticos es su corto ciclo de vida. Las razas de crecimiento rápido alcanzan el peso de faena entre los 40 y 50 días, lo que reduce el tiempo en el que necesitan tratamiento. Por el contrario, los cerdos se faenan a los cinco o seis meses.
Otra variable clave es el sistema de producción. Los animales criados en sistemas intensivos consumen hasta cuatro veces más antibióticos que aquellos criados al aire libre. En la producción intensiva, la mayor densidad de animales aumenta la necesidad de prevenir y tratar enfermedades.
Las diferencias en el uso de antibióticos también son notorias entre países. Tailandia, por ejemplo, utiliza 80 veces más antibióticos en la producción ganadera que Noruega. Las regiones con mayores niveles de uso se concentran en Asia y América, mientras que Europa y África muestran cifras considerablemente más bajas.
El acceso y el costo de los antibióticos son factores importantes. En África, por ejemplo, el acceso limitado a insumos agrícolas, incluidos los antibióticos, reduce su uso. Otro factor es la regulación. En Europa, los antibióticos solo pueden administrarse bajo receta veterinaria, y los profesionales tienen directrices estrictas sobre la cantidad y frecuencia de uso. En países como Dinamarca, Bélgica y Francia, se han implementado impuestos y restricciones sobre la venta de antibióticos para reducir los incentivos económicos asociados a su uso innecesario.
Los países europeos han logrado reducir considerablemente el uso de antibióticos en la ganadería. Entre 2011 y 2022, las ventas de antibióticos veterinarios cayeron más del 50%. La utilización de antibióticos críticos para la medicina humana también disminuyó a la mitad, con reducciones del 80% al 90% en algunos medicamentos específicos.
En algunos casos, la disminución en el uso de antibióticos fue acompañada por cambios en las prácticas productivas. En los Países Bajos, por ejemplo, el uso en granjas porcinas cayó un 54% entre 2004 y 2016 sin afectar el bienestar animal ni los resultados económicos. Una de las estrategias implementadas fue la adopción de razas de crecimiento más lento, que requieren menos tratamientos con antibióticos.
Reducir el uso de antibióticos en la ganadería también puede lograrse con prácticas básicas de manejo, como la limpieza frecuente de los equipos y bebederos, la desinfección regular de instalaciones y la provisión de espacios adecuados y ventilación en los establos.
Otra opción para reducir el uso total de antibióticos es disminuir el consumo global de carne. Menor demanda de productos de origen animal implica una menor cantidad de animales criados y, por lo tanto, una menor necesidad de antibióticos. Se estima que si el consumo de carne bajara a 40 gramos diarios por persona equivalente a una hamburguesa pequeña, el uso de antibióticos podría reducirse en dos tercios. En países como Estados Unidos, donde el consumo promedio es cuatro o cinco veces mayor, esto implicaría un cambio significativo en los hábitos alimentarios.
La reducción simultánea de la intensidad en el uso de antibióticos y del consumo de carne podría generar caídas aún más pronunciadas en el uso global de estos medicamentos.
Hannah Ritchie and Fiona Spooner (2024) - "Large amounts of antibiotics are used in livestock, but several countries have shown this doesn't have to be the case" Published online at OurWorldinData.org.