Salud y bienestar

¿Por qué es tan importante la sospecha de Fiebre Hemorrágica Argentina?


Nuevos escenarios- la enfermedad no se circunscribe a lo rural y algunas costumbres urbanas pueden suponer un riesgo

Crédito: ARCHIVO

Nuevos escenarios: la enfermedad no se circunscribe a lo rural y algunas costumbres "urbanas" pueden suponer un riesgo.

La enfermedad cursa con signos compatibles con otras. Sin embargo, algunas manifestaciones clínicas resultan claves para alertar sobre la posibilidad del diagnóstico. Hacerlo de manera temprana contribuye a que pueda recibirse el tratamiento que es probadamente efectivo si se aplica antes del octavo día de inicio de la sintomatología.

Una de las cuestiones que más preocupa en relación a la Fiebre Hemorrágica Argentina es que a menudo no se sospecha de ella de manera temprana y esto ocasiona que los cuadros cursen con mayor gravedad o se llegue tarde a la administración del tratamiento con plasma inmune. Esto ocurre por múltiples factores, uno de ellos es que con frecuencia de piensa que el "Mal de los Rastrojos" es una enfermedad del pasado o privativa de los trabajadores rurales y no se percibe el riesgo de poder contraerla en determinados escenarios, no necesariamente rurales. Como la persona no se siente ante la posibilidad de contraer la enfermedad cuando realiza actividades laborales o recreativas en ambientes rurales o periurbanos, al momento de experimentar síntomas no sospecha de Fiebre Hemorrágica Argentina. Lo que sucede al común de la población pasa también en la comunidad médica que, debido a la baja incidencia de esta enfermedad- producto de contar con estrategias que han posibilitado su control-, dejó de sospecharla al momento de evaluar síntomas clínicos o hacerlo de manera más tardía por pensar primero en otro tipo de patologías que cursan con sintomatología similar.

En el actual contexto epidemiológico en el que la Fiebre Hemorrágica Argentina experimenta un crecimiento significativo en relación a los últimos diez años, con picos en la Provincia de Buenos Aires que superan los indicadores que se venían manejando, la sospecha temprana resulta una cuestión vital no solo porque posibilita encausar las pruebas hacia el diagnóstico diferencial por laboratorio, sino porque permite que a los pacientes con síntomas compatibles con FHA se les pueda administrar de manera temprana el tratamiento con plasma inmune que resulta efectivo si se aplica antes del octavo día de inicio de los síntomas.

Si bien es cierto que la Fiebre Hemorrágica Argentina cursa con sintomatología similar a otra serie de patologías y que esto puede llevar a confundir una primera apreciación clínica, no menos real es que en el actual escenario, con un crecimiento significativo de los casos en el área endémica, se hace necesario reforzar el alerta y sospechar tempranamente para facilitar la administración del tratamiento, algo que habitualmente se realiza antes de tener la confirmación del diagnóstico por laboratorio. 

Garantizar que las personas con síntomas compatibles con el "Mal de los Rastrojos" reciban plasma inmune antes del octavo día de inicio de la sintomatología contribuye de manera significativa a reducir la mortalidad y garantiza la buena evolución del paciente. Este concepto probadamente certificado por la ciencia encuentra en la sospecha temprana el principal aliado. Y es cierto que no todos los pacientes que cursan la enfermedad lo reciben, no por falta de disponibilidad del tratamiento, sino por la demora en atender los signos que hacen suponer la presencia de esta enfermedad viral potencialmente grave.

 Múltiples factores

Quienes trabajan en Fiebre Hemorrágica Argentina observan que son múltiples las causas que confluyen en que muchas veces no se sospeche de la enfermedad ante la ocurrencia de cierta evidencia clínica. Una de ellas tiene que ver con la percepción equivocada de que la Fiebre Hemorrágica Argentina es una enfermedad del pasado o que solo afecta a los trabajadores rurales. Esta creencia, sostenida en representaciones sociales que se van construyendo sobre una determinada enfermedad, opera como un obstáculo, tanto para la comunidad médica que quizás ante una sintomatología no tan marcada inicialmente inclina la balanza hacia otro tipo de diagnósticos; como para la población que entiende que por no vivir ni trabajar en zonas rurales está exente de poder contraer la enfermedad, algo que no se condice con lo que muestran los casos- muchos de los cuales ocurren en personas que habitan en zonas urbanas-.

Giran en torno a este tema cuestiones subjetivas que influyen y representaciones sobre las cuales se hace necesario trabajar para modificar esas "falsas creencias".

Un estudio útil

Hace algunos años el Instituto Nacional de Enfermedades Virales Humanas "Doctor Julio Maiztegui" llevó adelante con otras instituciones un estudio multicéntrico en el que precisamente se ocupó de estudiar las representaciones sociales en relación a la Fiebre Hemorrágica Argentina y analizar los escenarios de transmisión de la enfermedad. Ese trabajo validado científicamente arrojó datos que resultan muy útiles al momento de trabajar con la comunidad en la prevención y el abordaje. 

Esa investigación mostró que a contracorriente de lo que ocurría en otros momentos, la Fiebre Hemorrágica Argentina tiene como posibles escenarios de transmisión ámbitos que no solo tienen que ver con la ruralidad sino con espacios periurbanos donde las poblaciones realizan actividades laborales o recreativas. El universo potencial de riesgo se amplía sensiblemente si se consideran esos escenarios y si se indaga en el modo en que las personas intervienen en esos ambientes, sin pensar en la posibilidad de contagio. Es habitual ver gente parar al costado de las rutas para realizar actividades recreativas; participar de eventos en campos o quintas; y practicar deportes en lugares que la ciudad va ganando en las periferias de los centros urbanos. También es frecuente que zonas rurales y urbanas convivan en límites no tan marcados y que las personas entren y salgan de esos escenarios sin tener verdadera conciencia del riesgo potencial que eso supone. 

En el contexto actual, rescatar esos conceptos, volverlos al presente para idear estrategias de llegada a la comunidad con un mensaje claro es quizás una estrategia necesaria para volver a pensar socialmente en la Fiebre Hemorrágica Argentina y entenderla como una enfermedad que está presente porque el agente que lo produce está vivo en la naturaleza y que prevenirla depende en parte del cuidado personal y colectivo que se tenga al momento de interactuar con el ambiente, no con un único ambiente confinado al espacio rural, sino múltiples escenarios asociados a las actividades cotidianas de quienes viven en las ciudades.

Tal vez tomando los insumos de ese trabajo que fue el primero que aportó datos socialmente relevantes sobre las creencias que se tienen sobre la Fiebre Hemorrágica Argentina ayude a entender la realidad que hoy propone esta enfermedad que mantiene en alerta al sistema sanitario por el crecimiento de los casos que se viene dando y que posiblemente encuentre en las conductas humanas una razón sobre la cual trabajar para reforzar la prevención, incrementar la sospecha y tomar todas las herramientas que se tienen a mano para evitarla.


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