En pleno verano, con sus altas temperaturas y la humedad característica de la temporada, es fundamental prestar atención especial a la hidratación y, sobre todo, a la correcta manipulación y traslado de alimentos. Los productos que requieren refrigeración, tales como leches, yogur, quesos, sándwiches y carnes, deben ser manejados con cautela para evitar la proliferación de bacterias que pueden ocasionar las conocidas Enfermedades Transmitidas por Alimentos (ETA).
En este contexto, las autoridades han alertado sobre el incremento del riesgo de sufrir este tipo de enfermedades durante el verano. La combinación de altas temperaturas y elevada humedad favorece el desarrollo de bacterias cuando se interrumpe la cadena de frío, lo que aumenta las probabilidades de intoxicaciones alimentarias.
Consecuencias para la salud
Las ETA surgen al consumir alimentos o beber agua contaminados con patógenos que pueden ser perjudiciales para la salud. Sus síntomas más comunes incluyen diarreas, vómitos, y dolores similares a los de una gripe, que pueden manifestarse desde unas horas hasta varios días después de la ingesta.
Para prevenir estas afecciones, la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica, dependiente de la cartera sanitaria nacional, hace un llamado a la población para que adopte una serie de medidas preventivas, tales como asegurar una correcta higiene tanto de los productos frescos como de los envasados. Además, se recomienda controlar la fecha de envasado y vencimiento de los alimentos, así como verificar que se mantengan a la temperatura adecuada.
En el caso de un paseo o un picnic, es esencial transportar los alimentos en una heladera portátil y protegerlos del sol, ubicándolos bajo una sombrilla o carpa. Si esto no fuera posible, lo ideal es optar por alimentos que toleren mejor las condiciones de temperatura ambiente, como frutas, desecados o enlatados, en lugar de lácteos, quesos y sándwiches.
En cualquier caso, los productos listos para el consumo no deben permanecer fuera de la heladera por más de una hora antes de ser ingeridos, recalentados, refrigerados o congelados. Es recomendable desechar los sobrantes que hayan estado a temperatura ambiente por un tiempo mayor al indicado.
Además, las frutas y verduras deben lavarse minuciosamente antes de ser consumidas, para evitar la contaminación microbiana y la presencia de residuos de productos químicos utilizados en su cultivo.
Consejos saludables
Durante los días calurosos, es preferible evitar los platos pesados, calientes y de alto contenido calórico propios del invierno. Los nutricionistas recomiendan optar por una dieta más ligera, basada en frutas y verduras de temporada, que son frescas, hidratantes y de fácil digestión. Estas se pueden combinar en preparaciones rápidas y sencillas que no sobrecarguen el sistema digestivo.
La ingesta distribuida en varias comidas al día, aprovechando la amplia variedad de frutas y vegetales de estación, es clave para una alimentación saludable. Estos productos contienen un alto volumen de agua, antioxidantes, y vitaminas A, C y E, así como betacarotenos, lo que contribuye a una correcta hidratación y al fortalecimiento del sistema inmunológico. Entre las frutas y verduras más recomendadas durante el verano se encuentran duraznos, pelones, ciruelas, palta, mangos, uvas, sandía, melones, tomate, calabaza, zapallito, repollo, berenjena, pimiento, pepino, frutillas, cerezas y peras.
Para garantizar una dieta equilibrada, se recomienda consumir al menos 400 gramos de frutas y verduras al día, lo que equivale a dos porciones de frutas y tres de hortalizas. De estas, al menos dos deben consumirse crudas, preferentemente con su cáscara, para aprovechar al máximo sus nutrientes.