Con más de seis generaciones dedicadas a la actividad agropecuaria, Luciano Salaberría nació, se crio y vive del campo, al cual considera "su mundo". La tradición familiar le permitió conocer las distintas actividades que pueden desarrollarse tranqueras adentro de sus tierras ubicadas en Pergamino. Las probó a todas y con el tiempo fue optando por aquellas que más lo apasionan, aunque condicionadas a las políticas aplicadas por el gobierno de turno.
Quizás sea este último punto el que lo haya llevado a incursionar en la actividad gremial, otra faceta que también ha heredado de sus progenitores. Y aquí también lo pone todo, al punto de ejercer hoy la presidencia de la filial local de la Federación Agraria Argentina, un rol que le absorbe tiempo y dedicación, pero nunca al punto de tener que dejar de llevar las riendas del campo, responsabilidad que ha asumido frente a sus hermanos, aun siendo consciente de que administrar un campo no es tarea fácil en la Argentina.
Todo cambia
"En otros países, vos sabes que durante 30 o 40 años para adelante las reglas de juego van a ser las mismas y esto te permite armar proyectos de largo plazo; acá lamentablemente no sabemos qué va a pasar de aquí a tres años y nos vemos obligados a tener que ajustarnos a esa realidad", advierte Salaberría.
Y como prueba de ello, afirma que "en Pergamino muchos campos fueron abandonando la ganadería, para volcarse a la agricultura, una actividad de corto plazo y, por ende, de menor riesgo económico". Claro que ese no fue su caso y difícilmente lo sea a juzgar por la gran pasión que demuestra tenerle a la ganadería. "A mí nunca me gustó mucho la agricultura y siempre he optado por la ganadería" confiesa, aunque reconoce que en sus tierras "ambas culturas están relacionadas, porque se cultivan granos que transformamos en alimento de los rodeos".
Firme con la ganadería
La coyuntura sí lo llevó a ir modificando los planteos ganaderos. "En su momento llegábamos a hacer gran cantidad de novillos gordos que exportábamos a través de la cuota Hilton, hasta que el gobierno kirchnerista comenzó a ponerle trabas a las exportaciones, los números ya no daban y nos vimos obligados a desarmar el feedlot que habíamos montado para engordar nuestra propia hacienda".
Aun después de ese trago amargo, fiel a su descendencia vasca, nunca pasó por su cabeza volcarse de lleno a la agricultura. "Le fui buscando la vuelta y desde 2019 decidimos vender todos los terneros machos para invernada y nos quedamos con las hembras, que recriamos, inseminamos a los 20 meses y vendemos a los 3 o 4 meses con garantía de preñez, previo una estricta selección".
Así es como Luciano Salaberría hoy se dedica a producir vacas madres en la región agrícola núcleo del país. Pero, no conforme con eso, va por más. "Como proyecto a largo plazo tengo pensado montar una cabaña de hembras Angus puras por cruza y con garantía de preñez, obviamente siempre y cuando las políticas me lo permitan".