En los últimos minutos de la tarde de este viernes en el barrio General San Martín ocurrió un episodio tragicómico por la insólita situación de un frustrado ladrón dando explicaciones de su negligencia criminal a la potencial víctima de un robo.
Alrededor de las 19:00 en la cocina de una morada de calle Jiménez, sobe la vereda contraria a la Iglesia de Fátima, pero cerca de la esquina con Moisés Lebensohn ocurrió el encuentro entre un caco y el inquilino de esa propiedad; según el relato de vecinos.
Aparentemente, el ratero saltó la reja del jardín delantero y abrió la puerta del frente de la edificación para acceder al interior de la morada.
Una vez adentro se desplazó por las instalaciones y una de las primeras dependencias a las que se introdujo fue la cocina, donde se encontró al inquilino que alquila esa propiedad como residencia familiar.
Una vez que se vieron frente a frente el desconocido le expresó: "¡Pensé que no había nadie!", manifestando en forma espontánea su sorpresa por encontrar al morador.
La expresión del ladrón lo muestra espontáneamente sorprendido, pero a su vez evidencia su ingenuidad ante el delito que estaría por cometer.
Lo muestra como improvisando una situación criminal que sería más cercana a un oportunista o lo que se denomina un ratero.
En la actitud evidencia que actuó al azar y eligió esa morada como blanco de un robo sin una planificación previa y desconociendo los horarios de los moradores.
Se mostró como una persona pacífica sin intenciones de vulnerar la integridad de los residentes en pos de su objetivo criminal de despojarlo de los bienes de valor.
En muchos casos similares, que se conocen por las crónicas policiales, los ladrones actúan con violencia al encontrarse con los moradores y pueden atacarlos con armas o elementos contundentes.
Afortunadamente, este ladrón no poseía armas ni atinó a tomar ningún objeto cortante que podría estar a mano en la cocina para atacar a la víctima.
Tampoco el morador fue agresivo y sólo atinó a resolver la situación con el dispositivo de seguridad ciudadana de alertar a sus vecinos por la alarma barrial.
Lo ocurrido no fue tragedia justamente porque ni el caco ni el inquilino recurrieron a agredir al otro ni buscar elementos que pudieran lastimarlo.
El desconocido huyó en el mismo momento en que pronunció esas pocas palabras y la persona damnificada activaba el dispositivo de alarma comunitaria.
Luego, vino la llamada al sistema de emergencias 911 y la reconstrucción de lo sucedido a los agentes policiales que respondieron al llamado.
Algunos vecinos que escucharon el relato en el grupo de Whatsapp de esa cuadra mostraron su preocupación y se solidarizaron con la víctima; pero también hubo quienes no pudieron evitar una sonrisa por la sincera expresión de frustración del maleante al encontrarse con un morador.
