La pandemia de Covid-19 impuso una serie de hábitos que se transformaron en parte de la vida cotidiana y resultaron un potente elemento de preservación de la salud individual y colectiva. Muchas de esas pautas de cuidado significaron recuperar viejos hábitos que jamás deberían haberse perdido como la higiene de manos, la ventilación cruzada de los ambientes y las pautas de higiene respiratoria.
Hoy que la declaración de emergencia sanitaria por Covid-19 ha terminado, se torna necesario recordar que esto no implica abandonar esas "costumbres aprendidas" y llevadas a la práctica durante estos años.
Lejos de las restricciones impuestas por la pandemia, es preciso sostener algunas medidas para evitar la propagación no solo del virus Sars-COV 2 y sus variantes- que sigue circulando- sino otras enfermedades respiratorias.
La inminente llegada de la temporada invernal obliga a reforzar mensajes orientados a no relajar las medidas de prevención y retomar "esas viejas buenas costumbres" que ayudan a prevenir contagios.
En este sentido, hoy más que nunca vuelve a cobrar relevancia el concepto de educación social como instrumento potente de preservación de la salud colectiva. La adopción de hábitos individuales y comunitarios que sirvieron para contener la pandemia y mitigar su virulencia sigue siendo una acción vital.
Con la llegada de la pandemia, y como si hubiera sido un concepto desaprendido, lavarse las manos correctamente volvió a marcar la diferencia entre salud y enfermedad. Sin embargo, con el correr del tiempo, la frecuencia con la que se pone en práctica esta acción sencilla, fue disminuyendo y ya hay pocos lugares que siguen ofreciendo alcohol en gel- o la solución de alcohol y agua- para propiciar el cuidado.
Lo mismo sucede con la ventilación de los ambientes. Apenas comience el frío, las puertas y ventanas se cerrarán y ya casi nadie recordará lo importante que resulta la circulación de aire para evitar la propagación de virus respiratorios.
Junto a estas pautas, el privilegiar la realización de encuentros y actividades al aire libre, son medidas aprendidas durante los momentos más complejos de la pandemia, que no deberían abandonarse. Del mismo modo, evitar asistir a reuniones sociales, a instituciones educativas y ámbitos laborales cuando se están cursando cuadros respiratorios deben seguir formando parte de la agenda de los cuidados que cada uno puede asumir pensando en la propia salud y en la de sus pares.
Del mismo modo, cumplir con los esquemas de vacunación, no solo contra el coronavirus sino contra otras enfermedades inmunoprevenibles, cuyos esquemas quedaron retrasados durante la pandemia.
Aunque parezcan hábitos sencillos adoptados cuando fueron impuestos por la situación sanitaria, lo cierto es que algunos de ellos fueron quedando atrás, como si fuera posible obviarlos. Volver sobre esas viejas costumbres, hoy que la pandemia ha terminado, es la medida más efectiva y de bajo costo que cada uno puede tomar para acompañar no ya la emergencia sanitaria sino este nuevo tiempo en el que la tan "ansiada normalidad" parece, por fin, haber llegado.
