Hace un par de semanas Pergamino fue sede de la Reunión Anual del Programa Nacional de Prevención y Control de la Fiebre Hemorrágica Argentina, un encuentro en el que se analizaron diversos aspectos vinculados a esta enfermedad. Entre las muchas aristas que se trataron, y como sucede cada año, se presentó el informe epidemiológico correspondiente al año 2021 y un avance del comportamiento que los casos están teniendo en lo que va de este año. De la mano de la información estadística que aporta datos consolidados sobre cómo fue la situación en los períodos analizados, el reporte deja planteadas algunas líneas de trabajo sobre las cuales hay que insistir para fortalecer la vigilancia y reforzar las acciones de prevención y educación para la salud a efectos de proteger a la población y minimizar los riesgos frente a una enfermedad endémica que está teniendo un comportamiento particular que requiere de seguimientos y acciones específicas.
La premisa del programa nacional de prevención y control de la Fiebre Hemorrágica Argentina, que coordina el Instituto Nacional de Enfermedades Virales Humanas "Doctor Julio Maiztegui" es reducir la morbimortalidad de la enfermedad, es decir lograr que se enferme menos gente y que aquel que por diversos motivos enferma, no muera a causa de esta patología para la que existe tratamiento efectivo y vacuna preventiva. Desde esta concepción, las estadísticas reflejan los sustanciales avances que se produjeron desde la inclusión de la vacuna al calendario nacional de inmunizaciones, pero también reflejan que la enfermedad sigue presente porque el agente que la produce está en la naturaleza. Y que son los cambios en los comportamientos sociales de esa población los que modifican los posibles escenarios de transmisión, y por consiguiente, los riesgos.
En el informe anual, el Programa diferencia los casos confirmados- es decir los que pudieron certificarse por resultado de laboratorio-, los descartados- también por resultados de laboratorio-y los sospechosos con resultados no conclusivos- que son aquellos en los que por diversas razones no puede obtenerse una segunda muestra-. En este último universo, se considera de manera prioritaria el cuadro clínico y se contabilizan aquellos que tienen una clínica claramente compatible con FHA porque se entiende eso refleja mejor la verdadera incidencia de la enfermedad y porque son los susceptibles de recibir el tratamiento con plasma.
De acuerdo a estos indicadores el año pasado hubo 239 casos notificados, de los cuales 19 se confirmaron por laboratorio; 17 tuvieron clínica compatible; y el resto, que constituyó el 73 por ciento quedaron sin determinar porque no se recibió la segunda muestra. Del informe integrado 2021 se desprende que un 80 por ciento de los casos quedaron sin esa segunda muestra que resulta vital a la confirmación del diagnóstico y tiene implicancias ciertas sobre la capacidad de conocer la verdadera incidencia de la enfermedad en un momento determinado.
En lo que concierne a la distribución geográfica de los casos, fue "un año típico de Fiebre Hemorrágica Argentina", sin sorpresas sobre los lugares donde se reportaron cuadros de la enfermedad: Del total de casos confirmados, once fueron en Santa Fe, cinco en Buenos Aires y tres, en Córdoba. Y en cada una de estas provincias ocurrieron en departamentos o localidades que conforman el área endémica.
El informe presentado aportó datos respecto de cómo fue la evolución de las notificaciones de casos desde 2007, un año que coincide con la inclusión de la vacuna Candid #1 en el calendario nacional de inmunizaciones. Estas curvas muestran que en 2010 hubo un aumento significativo de la notificación de sospecha atendiendo a que se sensibilizó el sistema de vigilancia y se empezaron a estudiar de manera integral otras patologías que son diagnóstico diferencial para Fiebre Hemorrágica Argentina, como dengue, hantavirus o leptospirosis, a partir de la ocurrencia de síndromes febriles inespecíficos. En coincidencia con ello el comparativo muestra que en 2016 y 2020 cuando hubo dengue en el área endémica de Fiebre Hemorrágica Argentina se incrementaron las notificaciones. La evolución de los casos confirmados, en tanto, no es tan significativa como el aumento de la notificación en estos períodos comparados en el informe.
En lo que concierne a la notificación por sexo y edad, durante el año pasado tanto para los casos confirmados como para aquellos clínicamente compatibles, la distribución fue similar a la de años anteriores. Los datos muestran que hubo mayor incidencia en hombres en todas las etapas de la vida; también en mujeres que habitan en centros urbanos; y en niños, un dato que es seguido de cerca por cuanto los menores de 15 años no están contemplados en la inmunización ya que Candid #1 es una vacuna que solo pueden recibir los mayores de esa edad. De acuerdo a lo señalado en la presentación del informe 2021 "todos los años el 10 por ciento de los casos se da en niños".
Considerando que la información concerniente a la actividad laboral de las personas que enfermaron en 2021 se obtiene de las fichas epidemiológicas que carga el personal de salud al momento de la sospecha, las estadísticas arrojan que solo el 16 por ciento tiene actividad netamente rural o vive en el campo, un dato que confirma que la Fiebre Hemorrágica no puede asociarse solo a la actividad agropecuaria y que ante la ocurrencia de un síndrome febril inespecífico sin compromiso de la vía área superior debe sospecharse de la enfermedad. En este punto los datos estadísticos resultan esclarecedores y señalan al Programa Nacional de Control de la Fiebre Hemorrágica Argentina caminos para plantear estrategias de prevención y educación para la salud en el conjunto de la población. En este sentido, el planteo del informe integrado 2021 fue contundente al señalar que hay cambios epidemiológicos evidentes y que las medidas de prevención no pueden estar orientadas solo al trabajador rural, sino que toda persona que vive, trabaja o realiza cualquier actividad en el área endémica debería "estar vacunada contra Fiebre Hemorrágica Argentina y saber sobre esta enfermedad".
Con respecto al número de fallecidos, las estadísticas de 2021 consignan quince, aunque confirmados por laboratorio, dos, lo que arroja un índice de letalidad del 10,5.
La comparación de la tasa de letalidad desde 2007 hasta el año pasado muestra un pico en 2018, algo que consideran estuvo influenciado por la baja cantidad de casos de ese año.
En cualquier caso, la coincidencia es unánime en marcar que todas fueron "muertes prevenibles", atendiendo a que la FHA es una enfermedad para la que existe una vacuna preventiva y un tratamiento probadamente efectivo que ayuda a disminuir drásticamente la letalidad de las personas que enferman si es administrado antes del octavo día de inicio de los síntomas- lo que exige de una evaluación clínica adecuada del caso y de una sospecha temprana-.
En lo que atañe a la notificación fue homogénea durante todo el año e incluso la confirmación de casos se dio en meses diversos, aunque con un aumento de la incidencia en mayo o junio.
La clave, estar alertas y prevenir
Una vez más las estadísticas difundidas durante la Reunión Anual del Programa Nacional de Prevención y Control de la Fiebre Hemorrágica Argentina pusieron de manifiesto que la enfermedad está presente y ocurre en escenarios que ya no son los clásicos definidos para esta enfermedad. Como ha sido señalado en reiteradas ocasiones, saber que el Mal de los Rastrojos sigue existiendo y que para nada es algo que quedó en el pasado, incrementa las chances de que las estrategias para su prevención y control resulten efectivas. En este sentido, la tarea emprendida por aquella generación de científicos del Instituto Maiztegui sigue teniendo vigencia y cobra sentido cuando se piensa que la educación para la salud sigue resultando el camino. Investigar, propiciar nuevos conocimientos, acercarlos a la comunidad que debe percibirse a riesgo para cuidarse mejor, son acciones que cobran en el presente una relevancia sustantiva porque aunque pudo reestablecerse la producción de Candid 1, aún el stock no es suficiente para vacunar a la totalidad de la población considerada a riesgo, estimada en más de cinco millones de personas. Bregar por el cuidado, sospechar tempranamente para administrar el tratamiento de manera oportuna y favorecer estrategias focalizadas son tareas que debe guiar el programa nacional definido hace muchos años como el instrumento rector para garantizar el control de una enfermedad que no es erradicable porque el agente que la causa está vivo en la naturaleza y que lejos de falsas creencias irrumpe y sobresalta a un sistema sanitario que no puede desatenderla porque al hacerlo ocurre lo que debe prevenirse: muertes evitables con más conciencia.