El pasado 6 de enero, un anuncio inesperado sacudió las redes sociales: el regreso de Enron, la infame compañía energética, con un producto revolucionario llamado Enron Egg. Este microreactor nuclear, presentado como una solución sostenible y económica para alimentar hogares durante una década, prometía transformar el mercado energético residencial. Pero lo que comenzó como una promesa de innovación terminó siendo una broma que dejó al público entre la risa y la confusión.
El anuncio, liderado por el ficticio CEO Connor Gaydos, imitó el estilo de los lanzamientos tecnológicos de Apple, con un video de cinco minutos y medio que detallaba el funcionamiento del dispositivo. Según la presentación, el Enron Egg utilizaba barras de combustible de hidruro de uranio y circonio para generar calor mediante fisión nuclear, que se convertía en electricidad a través de un intercambiador de calor Inconel impreso en 3D. Además, se aseguraba que el reactor era seguro, asequible y capaz de operar sin interrupciones durante 10 años.
El falso sitio web de Enron amplió la narrativa con especificaciones detalladas, precios competitivos y testimonios ficticios. Incluso se afirmaba que el producto había sido desarrollado en colaboración con la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA).
Sin embargo, la verdad detrás del Enron Egg se reveló rápidamente. En los términos del sitio web, se especificaba que todo era una parodia protegida por la Primera Enmienda y creada con fines de entretenimiento. Según The Sun, el proyecto formaba parte de una obra de arte escénico diseñada para satirizar el mundo corporativo y la obsesión por la innovación tecnológica.
El impacto en redes sociales fue inmediato. Mientras algunos usuarios aplaudieron la creatividad y el ingenio de la parodia, otros creyeron que el producto era real y expresaron interés en adquirirlo. La confusión se extendió incluso a medios de comunicación, que inicialmente informaron sobre el Enron Egg como si fuera un desarrollo auténtico.
Esta broma no solo despertó risas, sino que también recordó al mundo la turbulenta historia de Enron, una empresa que en los años 90 dominó el mercado energético antes de colapsar en 2001 por un fraude contable masivo. Su quiebra, una de las más grandes de la historia de Estados Unidos, dejó a miles de empleados e inversores en la ruina, y llevó a prisión a sus principales ejecutivos.
