En cada noviembre, desde 2015, la Granja San Camilo cumple un nuevo aniversario desde que abriera sus puertas con el firme propósito de ser lo que es en la actualidad: un espacio de contención para personas con consumos problemáticos de sustancias, un ámbito en el que se le ofrece al adicto una atención integral que contempla desde lo espiritual, pasando por la revinculación familiar hasta la formación e inclusión en la vida diaria.
Con el objetivo de hacer un balance sobre el desarrollo de las actividades en este espacio, LA OPINION dialogó con el presidente de la Asociación Granja San Camilo Pergamino y director del espacio, Juanito Cabrera que, en primer lugar, recordó que fue el "11 de noviembre de 2015 cuando se llevó a cabo la firma del convenio con el Ministerio de Salud de la provincia de Buenos Aires y con la Secretaría de Salud Mental y Adicciones bonaerense".
En ese momento, la Granja fue definida como "casa de medio camino" lo que le permitió, en 2016 conveniar con la Sedronar, hecho que permitió el reconocimiento como institución que trabajaba y acompaña a personas con adicciones.
Hasta agosto de este año, la Granja era "Casa de Atención y Acompañamiento Comunitario" pero luego pasó a ser considerada "Casa Convivencial Comunitaria".
"La granja siempre fue un lugar donde convivieron los chicos, no fue un dispositivo de día", aclaró Juanito al tiempo que destacó que la llegada de los chicos al espacio se da por propia voluntad.
La permanencia del equipo
La Granja es en la actualidad la resultante de una labor incansable y sostenida de todas aquellas personas que confiaron en el proyecto de Juanito, se sumaron y vienen trabajando en pos ayudar a quienes advierten un consumo problemático. "En un audio agradecí a todos los que nos acompañaron a hacer historia. Hubiese sido imposible para San Camilo haber logrado tanto en tan poco tiempo. Nueve años es nada para las instituciones pero para nosotros fueron nueve años muy intensos y destaco la permanencia de la mayoría del equipo, con las personas con quienes nos sentábamos a discutir y a pensar el proyecto hace casi una década. De verdad que es para resaltar la permanencia del equipo", expresó Juanito.
En la actualidad son 22 los jóvenes que conviven en la Granja de Ruta Nº 32; son 12 las personas que forman parte de la comisión directiva y 35 los que forman parte del equipo que incluye a profesionales y los talleristas.
Más demanda
Desde su surgimiento hasta nuestros días, aumentó significativamente la demanda de los jóvenes que quieren formar parte de la Granja, que son quienes reconocen su adicción y quieren darle una oportunidad a su vida, apostando al cambio. No obstante se advierte que la pandemia ha sido un momento bisagra que dejó un saldo incalculable de personas con trastornos en materia de salud mental y adicciones.
"En Pergamino, si uno mira un poco los legajos y establece una comparación, después de la pandemia ha crecido la demanda de las familias que piden ayuda. Si bien ahora tenemos 22 chicos, durante este año hemos llegado a contar con 23. Hay personas que, en la desesperación, nos quieren regalar camas o colchones como si eso fuera la solución cuando en realidad nosotros hemos tenido que sumar más operadores", contó el director de la Granja. Y sostuvo: "Nos encontramos con muchas personas entre 30 y 40 años que vienen a pedir ayuda porque perdieron la familia, perdieron el trabajo y son realidades con las que nos encontramos hoy".
Admisión
Consultado sobre cómo se da la llegada de los jóvenes a la Granja, Juanito aclaró que, en todos los casos, es por voluntad propia y destacó el trabajo articulado que se realiza con la Justicia local: "Es interesante que por ahí, ante ciertos episodios o acontecimientos, ellos también planteen que pidan ayuda. Es decir, la justicia siempre busca como una alternativa en los procesos que el chico, si está con una problemática de consumo, y es el consumo lo que lo lleva a delinquir o a cometer algún delito, que pueda analizar dentro de las posibilidades el pedido de ayuda. Por supuesto que después queda abierto a cada uno".
La admisión la realizan los profesionales pero tiene que ver "con el interés del chico. La Granja no cumple el rol de guardería, no es una clínica psiquiátrica, ni tampoco un penal, busca ser siempre una casa donde aquel pibe que está atravesado por esta problemática del consumo pueda recibir la ayuda necesaria. Es decir, que muchas veces a causa del consumo terminó excluido del hogar, de la familia, de la escuela, del trabajo, de la sociedad".
-¿Hay muchas reincidencias?
Sí. El número de reincidentes es alto. La adicción es una enfermedad crónica pero también es cierto que cada internación es distinta. Es decir, los chicos que vienen no vienen como en la primera vez. Entonces está buenísimo recibirlos y abrirles las puertas al pedido de ayuda que ellos hacen. Porque no es arrancar de cero o de menos diez, sino que es volver a retomar algunos aspectos que por ahí lo habían hecho trastabillar.
-También han tenido la satisfacción de ver esos chicos que egresaron y hoy ya son personas que están ubicadas laboralmente, que pudieron retomar su vínculo familiar
Eso nos llena de mucha alegría pero también aclaro que el trabajo en adicciones es frustrante si uno va a medir el éxito por los resultados de no más recaídas. Lo importante es que hay muchos chicos que pasaron por acá y que pudieron retornar a sus casas, revincularse con su familia, conseguir un trabajo, chicos que terminan los estudios, algunos que pudieron volver a ser padres presentes. Eso nos motiva y nos entusiasma aunque sabemos también que, en muchos casos, nos toca acompañar y ser los laderos de los jóvenes que cuentan con menos herramientas, cuyas familias son abandonicas quizá porque se cansaron de ayudar y también es valedero. Pero bueno, son personas a las que tenemos que acompañar. Es decir, hay que entender a la familia pero debemos ocuparnos de los jóvenes.
- ¿Qué esperas para la Granja en el futuro?
-Mantenernos no es poco. Los tiempos son difíciles, las demandas son grandes. Sostenernos no es fácil. Y la granja no sólo acompaña a los que están acá internados, también acompaña a los que han dejado y siguen viniendo. Acompaña a las familias que vienen pidiendo ayuda, asesoramiento. Y eso también nos demanda tiempo. Es decir, es mucho tiempo el que uno está escuchando, dando una mirada, articulando con otros dispositivos. Bueno, ojalá que podamos continuar de la misma manera y mejor todavía.