Analizar patrones de luz solar, estimar la temperatura de cada estación, la velocidad y dirección de los vientos y variables ambientales para elegir los materiales de obra más adecuados, son algunas de las tareas que se pueden realizar utilizando esta herramienta.
Uno de los mayores desafíos para los arquitectos en la Argentina fue cómo diseñar edificios que respondan adecuadamente a las variaciones climáticas que atraviesan diferentes regiones del país. Desde las altas temperaturas en el norte hasta los climas fríos del sur, la diversidad geográfica exige soluciones específicas. Aquí es donde la inteligencia artificial entra en juego.
Esta tecnología predice contratiempos en la cadena de suministro y sugiere soluciones para evitar retrasos. Además, mediante algoritmos que analizan datos históricos de proyectos similares, es posible identificar patrones que mejoran la planificación y la gestión del tiempo en una obra. Esto minimiza los costos asociados a retrasos o imprevistos.
Otro aspecto relevante es la capacidad de la IA para reducir el desperdicio de materiales. A través de un análisis detallado de los planos y las especificaciones de un proyecto, estas herramientas sugieren maneras de optimizar el uso de insumos, además, promoviendo prácticas más sostenibles.
En el contexto de la vivienda, por ejemplo, la IA analiza las preferencias individuales de los habitantes y sugiere distribuciones de espacios, orientaciones de ventanas y soluciones energéticas que mejoren su calidad de vida.
La adopción de la inteligencia artificial en la arquitectura argentina está aún en sus primeras etapas, pero el potencial es enorme y promete una evolución hacia edificios más eficientes, sostenibles y personalizados, capaces de responder a las necesidades tanto del entorno como de sus usuarios.
Fuente: Perfil.