El Tribunal Oral en lo Criminal condenó a un sujeto a nueve años de prisión por abuso sexual con acceso carnal reiterado hacia su hijastra, desde los siete hasta los 13 años de edad. Los jueces Guillermo Burrone, Carlos Picco y Fernando Ayestarán consideraron al individuo penalmente responsable del delito, agravado por su calidad de guardador. El fiscal Nelson Mastorchio había solicitado 10 años de prisión, argumentando que el hecho estaba plenamente probado. La sentencia refleja la gravedad del delito y la protección de los derechos de las víctimas de abuso sexual.
Para los jueces el relato de la víctima en Cámara Gesell fue contundente sobre los vejámenes perpetrados por el padrastro. A partir de los 10 años, los ataques se agravaron, exigiéndole gravísimos abusos. El abusador era la pareja de la madre biológica de la menor y la única forma que cesaran las agresiones sexuales fue cuando los integrantes de la pareja decidieron separarse. La separación de la pareja en el año 2020 y el retiro del hogar del acusado, permitió hablar a la víctima y poder denunciar estos hechos.
Durante el juicio el fiscal Nelson Mastorchio sostuvo la acusación a través del relato de la víctima en cámara Gesell, las declaraciones de su madre y las opiniones de las profesionales que tuvieron contacto con la adolescente. Para el abogado defensor del imputado se trataron de relatos presuntamente inventados por la menor para perjudicar al sujeto.
El imputado al hacer uso de su derecho a declarar en el curso de la instrucción judicial negó la existencia de estos hechos y ubicó el motivo de la denuncia en los celos de su pareja una vez que comenzó a salir con una persona de su lugar de trabajo tras haberse separado. Relató episodios de discusiones con la ex y también de ella con las mujeres con las que él se relacionaba. Dijo que su relación con la menor era buena y negó haber sido protagonista de escenas de maltrato familiar.
Fue la denuncia de la madre de la víctima, quien puso los hechos en conocimiento de la autoridad policial. Con fecha 9 de mayo de 2021 relató que estuvo en pareja con el acusado y con el cual tuvo dos hijos y que en el curso del año 2020 se separó debido a la mala relación que tenían, con episodios repetidos de maltrato físico.
Así quedó a cargo de sus cuatro hijos viviendo en la casa en la cual convivía con el imputado. Manifestó que un día encontró a su hija de mal humor y con los ojos llorosos por lo que le preguntó que le pasaba. La menor le dijo que hacía mucho tiempo que estaba mal y que no le quería arruinar la vida a nadie. La conversación continuó hasta que la niña le confesó los vejámenes cometidos por el acusado.
La versión que expuso en la denuncia, fue confirmada en el juicio. En el debate explicó que fue dando datos de distintas situaciones de abusos en tiempos distintos. La parte más leve, la de los manoseos se lo dijo primero y luego, con el correr de los días se fue animando y le confió más cosas. Agregó que, cada vez que le contaba algo nuevo, iba a la Fiscalía y lo ponía en conocimiento de las autoridades.
El relato de la menor en Cámara Gesell para los jueces fue claro y detallado de los hechos, tal como los manifestó la acusación, no dejaron dudas algunas en el ánimo acerca de la ocurrencia de los mismos. Con visible angustia, pero con serenidad y claridad, dijo que fue abusada por quien era la pareja de su madre, desde los 6 o 7 años y hasta los 13. Describió los manoseos constantes, casi con frecuencia diaria por debajo de la ropa, y la oportunidad y el lugar en que estos sucedían.
Añadió que a partir de los 10 años comenzaron a ser más intensos y de otro tenor, con episodios gravísimos que vulneraron la integridad sexual de la víctima.
Estas afirmaciones vienen corroboradas por el testimonio de la abuela de la menor, incorporada por lectura al debate por acuerdo de partes. Dijo la mujer, que se encontraban en su casa junto a su hija y su nieta y en un momento dado esta última comenzó a llorar y se dirigió hacia el baño. Allí fue su madre y comenzaron a hablar. En un momento se acercó porque escuchaba que la niña lloraba mucho y en ese instante, la madre le dijo que había pasado. Expresó que la denuncia tuvo lugar después de esa conversación.
Si bien fueron estos relatos los que dieron lugar al inicio de la causa penal, es el testimonio de la propia víctima, la pieza que se erige en el pilar fundamental sobre el cual se sostiene la acusación. La palabra de la víctima de un delito, es hoy una prueba de gran valor en el proceso penal, coincidieron los jueces Burrone, Picco y Ayestarán. Por ese motivo el relato de la menor se constituyó en la prueba que determinó la condena penal al padrastro abusador.